Vie 08.03.2002

ECONOMíA

A los lobbies empresarios los vigilará un lobbista

Pablo Challú, negociador durante una década por los laboratorios, fue nombrado titular de Defensa del Consumidor. Se fue Miguens, quien no pudo frenar la remarcación de precios, incluidos medicamentos.

› Por Raúl Dellatorre

Activo lobbista de los laboratorios nacionales hasta hace seis meses, Pablo Maron Challú juró ayer como nuevo secretario de la Competencia, la Desregulación y Defensa del Consumidor. Llegó al cargo de la mano de Eduardo Duhalde para reemplazar a Hugo Miguens, cuya ineficacia en evitar la remarcación de precios de consumo masivo tras la devaluación indignó hasta la irritación al Presidente de la Nación. El jefe de Estado había ordenado el desplazamiento de Miguens ya desde la semana pasada, y frente a los intentos del ministro de la Producción por resistir la embestida contra su hombre en el cargo, Duhalde optó por designar al reemplazante y comunicárselo directamente a José Ignacio de Mendiguren.
Es conocido el estrecho vínculo que existe entre Challú y los hombres de la Pastoral Social de la Iglesia. Militante de la UCeDé hasta fines de los 80, a poco de ponerse en marcha la convertibilidad asumió un fuerte discurso antimodelo que pavimentó su ingreso al justicialismo. La puerta de entrada se la abrieron los economistas más el sindicalismo ortodoxo, encuadrado en las 62 Organizaciones, como Eduardo Curia. Así, llegó a ocupar la titularidad de la Secretaría de Comercio en los comienzos del menemismo. Desde allí liberó los precios de los medicamentos. Inmediatamente después de dejar su cargo, pasó a desempeñarse en un puesto muy bien rentado a las órdenes de los laboratorios.
Sus contactos con el sindicalismo tradicional se mantienen hasta el día de hoy, ahora a través de Hugo Moyano y Juan Manuel Palacios. Precisamente, esta relación privilegiada con la Iglesia y el sindicalismo peronista de Challú le valió algún enfrentamiento con De Mendiguren en el seno de la UIA, quien como titular de la central empresaria reclamaba el protagonismo en tales contactos. Eran tiempos de concertación, y no resultaba lo mismo ocupar cualquier lugar en las mesas de consenso ni en las charlas previas.
Challú llegó al Comité Ejecutivo de la UIA por su cargo de director ejecutivo de Cilfa, la cámara que agrupa a los laboratorios nacionales. Desde esa representación se enfrentó a Cavallo, a quien le atribuía defender los intereses de los laboratorios extranjeros, y fue tejiendo distintos grados de relaciones en el Congreso. Hace pocos meses, Challú dejó su cargo en Cilfa. Hay quienes dicen que fue un intento de la entidad por “lavarse la cara” y no quedar identificada con los lobbies corporativos que operan sobre los legisladores en actitudes tangentes a la corrupción. Otros, con más clemencia, indican que Cilfa entró en un período de reducción de costos y, precisamente, la estructura que manejaba Challú no era de las más austeras. Por esta pérdida de representación, Challú estaba muy cerca de perder la titularidad del Departamento Mercosur.
Los hombres más cercanos a Duhalde aseguran que Challú, por solidez profesional y ejecutividad, aventaja largamente a Hugo Miguens en sus posibilidades de cumplir una eficaz tarea en la Secretaría. Pero también reconocen que su pertenencia previa a uno de los sectores conflictivos en esta etapa de remarcación de precios, como es el de medicamentos, le traerá más de un problema.
Más conflictiva, sin embargo, se prevé que será la relación de Challú con el ministro de la Producción, De Mendiguren, quien formalmente es su superior inmediato. Pero por peso político relativo, no es tan así. Challú llega con el respaldo de Duhalde y una buena apoyatura en la Iglesia y en el sindicalismo cegetista ex rebelde. El ministro viene de perder sucesivas batallas: la designación de al menos cuatro secretarios de su área no contaron con su aval. Además de la de Competencia, las secretarías de pequeña y mediana empresa, la de Pesca y la de Agricultura son –o están por ser– ocupadas por funcionarios nombrados por razones ajenas a su voluntad.
Quizá la primera tarea ordenadora que deba realizar el nuevo secretario será corregir el nombre del área. Entre sus objetivos podrán estarpromover la competencia y la defensa del consumidor, pero difícilmente prevea o necesite encarar una tarea de desregulación. Dadas las actuales circunstancias, lo más factible es que para poder disuadir una disparada de precios deba recurrir a algunos mecanismos de regulación. Frontal opositor a la convertibilidad y apertura cavallista, Challú identificó en aquella al modelo neoliberal. Con esos límites, fue un declarado antineoliberal. Ahora deberá poner en práctica otras herramientas para llevar a cabo su gestión. Es lo que se le exigirá para no caer en el “reunionismo” de Miguens, que permanentemente convocaba a entidades y organizaciones de industriales, comerciantes y consumidores en sus despachos en busca de acuerdos que muchas veces de firmaron, pero nunca se llevaron a la práctica.

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