ECONOMíA
› EL FMI AVALO LAS RETENCIONES, PERO CUESTIONA QUE HACER CON EL DINERO
En el Fondo no quieren más gastos
El indio Anoop Singh, jefe de la misión del FMI, dejó en claro ayer que Washington se tomará su tiempo para decidir la suerte de Argentina. Sin embargo, en Economía dicen que van a “trabajar rápido”.
El viceministro de Economía, Jorge Todesca, insistió ayer con que el Fondo Monetario tiene la intención de “trabajar rápido” en el diseño de un plan de asistencia financiera al país, una idea que en los últimos días dejó trascender el propio ministro Jorge Remes Lenicov. Sin embargo, el propio Todesca reconoció todavía “no hemos hablado de tiempo” para cerrar un acuerdo y que “hay que cumplir con las etapas que el Fondo tiene”.
Como es sabido, los analistas estiman que las negociaciones insumirán de uno a dos meses y que los eventuales desembolsos que autorice Washington serán “austeros”. Justamente, si alguien se está tomando su tiempo es el indio Anoop Singh, jefe de la misión fondomonetarista: “ahora nos vamos a almorzar y recién la próxima semana hablaré con el periodismo”, dijo, calmo, contrastando con la ansiedad de los funcionarios de Economía, tras un encuentro en el Palacio de Hacienda con Todesca, en el que ya empezó una pulseada clave por definir dónde irán a parar los 2800 millones de pesos que se piensa recaudar con las retenciones a las exportaciones.
Un equipo de 17 técnicos del FMI copa desde el miércoles algunas de las áreas fundamentales del Ministerio de Economía. Si bien no es exactamente la extranjerización del gobierno argentino que propone Rudiger Dornbusch, se le parece. Los economistas de Washington estuvieron revisando números en cada una de las oficinas neurálgicas de Economía (Hacienda, Finanzas, la Subsecretaría de Ingresos Públicos), mientras que otro grupo se internó en el Banco Central.
La aspiración de máxima en el equipo de Remes es lograr que el Fondo autorice un préstamo global por 14.000 millones, entre unos 9 millones remanentes del “blindaje” y otros recursos que podrían aportar el BID y el Banco Mundial. La mitad de esos fondos irían a pagar vencimientos de capital de préstamos anteriores de los propios organismos multilaterales, mientras que el resto serían dólares frescos para engrosar las reservas del Banco Central. La apuesta del ministro es tener listo el acuerdo hacia fin de mes, un plazo muy difícil de cumplir según la opinión de analistas cercanos a Washington.
De las reuniones de ayer, sólo dieron su versión los hombres de Remes, interesados en fortalecerse ante el lobby empresario que se opone a las retenciones a las exportaciones y frente al ala política, que puja por que dichos fondos sirvan para financiar un incremento sustancial del gasto social.
Así, un alto funcionario de Economía dejó trascender que el Fondo había dado el “okay” para las retenciones a las exportaciones, una medida que, en realidad, desde Washington venían insistiendo en aplicar, desde el momento mismo de la devaluación, para mejorar los ingresos fiscales.
“Apoyaron la aplicación de las retenciones a las exportaciones”, afirmó la fuente. Y luego reveló que los técnicos del FMI “exigieron que se especifique el destino de estos fondos, para saber si se utilizarán o no para financiar gastos corrientes”.
En el Fondo se oponen a que dichos recursos tengan una nueva “asignación específica” por fuera del Presupuesto, lo cual incrementaría el nivel de gasto público, y pretenden que vayan al Tesoro para achicar el déficit fiscal. Precisamente, ayer plantearon que esos 2800 millones deberían ser incluidos en el Presupuesto aprobado el miércoles, que no los contempla.
Remes Lenicov había dicho el lunes que dichos ingresos se destinarían exclusivamente a financiar gasto social, cosa que ratificó ayer Todesca. Pero el viceministro le agregó un destino adicional: habló de “garantizar el sostenimiento de los planes sociales y de obras públicas del gobierno”.
De cualquier manera, lo que está claro es que los funcionarios conducidos por Singh no quieren que los fondos recaudados con las retenciones vayan a financiar, por fuera del presupuesto, nuevos gastossociales. En todo caso, la premisa es que, una vez incluidos en presupuesto, financien, entre otras cosas, los austeros planes sociales ya en marcha.
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