En acuerdo con Felisa Miceli, presidenta del Banco Nación, ayer por la mañana renunció el gerente general de la entidad, Jesús D’Alesandro, quien, desde hace algunos meses, había manifestado su deseo de abandonar ese estratégico cargo en la principal entidad financiera del país. La dimisión fue aprobada por el Directorio. Juan Carlos Fábrega, hasta ahora subgerente general, reemplazará a D’Alesandro.
D’Alesandro era un funcionario de carrera de la entidad, un histórico, que ocupaba la secretaría general desde 1992. En las grandes estructuras del Estado, las líneas gerenciales suelen permanecer más allá de los directorios, que son cargos que van cambiando junto con los procesos políticos. Esa estabilidad les da a las líneas gerenciales una gran cuota de poder. De ahí que a los funcionarios políticos les sea difícil cambiar las estructuras, a pesar de que se trate de puestos clave en el organigrama. Por la gerencia general pasan todas las resoluciones que se generan en la institución. E incluso la dependencia funciona como un filtro: muchas de las iniciativas ni siquiera llegan a ser evaluadas por el Directorio.
Fruto de una interna gremial, ayer en la sede del Banco Nación desde temprano, la comisión interna –ligada a la línea zanolista– organizó una asamblea con batucada incluida para protestar por el despido del funcionario amigo. Para esta mañana se convocó a otra asamblea. Sin embargo, en el directorio no comprenden esa reacción, cuando la ida de D’Alesandro fue de común acuerdo.
En la subgerencia general fue designado Juan Propato, quien hasta ahora se desempeñaba como subgerente general del área operativa del Nación. Durante un breve lapso, a comienzos de los años ‘90, D’Alesandro presidió la Caja de Ahorro y Seguro. Se fue cuando el gobierno menemista la privatizó.