ECONOMíA
Libre comercio sólo para corderitos
Más pintoresca que efectiva fue la visita del representante comercial de Estados Unidos a la Argentina. Dijo que su propuesta de un ALCA sin Brasil despertó polémica “porque no había ningún partido de fútbol importante”.
› Por Cledis Candelaresi
Aunque poco se avanzó en los temas más sensibles del comercio bilateral, la visita de Peter Frederik Allgeier deja a la Argentina un rédito muy concreto: Washington considerará seriamente la posibilidad de importar cordero patagónico y liberará de aranceles a las exportaciones de artesanías textiles, al estilo del tapiz riojano que Martín Redrado le obsequió ayer al adjunto del representante de Comercio de los Estados Unidos. El colaborador de George Bush insistió en Buenos Aires sobre las presuntas ventajas del ALCA, minimizando la alternativa que él mismo planteó días atrás en Brasil de que el acuerdo podría concretarse sin este país. “Se generó polémica porque no había ningún partido de fútbol importante”, sentenció en tono de pretendido chiste.
“El comercio no es sólo para las corporaciones multinacionales. También puede mejorar la situación de las personas pobres. Y si podemos combinar este trabajo con tecnología, se pueden vender los productos por Internet”, sugirió Allgeier, quizá pensando en los artesanos norteños o neuquinos, cuyas creaciones podrán ingresar al mercado norteamericano sin tributar aranceles.
El secretario de Relaciones Económicas de la Cancillería local, Martín Redrado, se encargó ayer de enumerar otro de los avances de las conversaciones con el negociador norteamericano, de gira por Sudamérica. A aquella selectiva desgravación, el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos añadió el compromiso de enviar “a la mayor brevedad posible” una inspección para chequear si, efectivamente, la Patagonia es “zona libre de aftosa sin vacunación”. Sólo después quedaría despejado el camino para vender los apetitosos corderitos que Néstor Kirchner promociona de hecho al obsequiarlos en sus viajes al exterior.
Otra promesa común es la de trabajar en un memorándum de entendimiento sobre cooperación aduanera, a suscribir en el marco de la lucha antiterrorista. Argentina intentará demostrar a los responsables de las aduanas de Estados Unidos que los embarques que se realizan desde el puerto de Buenos Aires son seguros y para ello los invitó a hacer inspecciones. Esta segunda inspección es otro esmerado intento para que ese país empiece a flexibilizar las férreas trabas que impone a las importaciones (incluidas las argentinas) invocando el combate al terror.
Pero no hubo siquiera promesas para otros productores locales afectados por otras firmes barreras comerciales, como los derechos antidumping que la administración norteamericana aplicó sobre los productos siderúrgicos, o el gravamen del 61 por ciento que impuso a la miel argentina, rubro en el que ambos países compiten como productores. O los controles sanitarios que retrasan o impiden la entrada de frutas o de carnes, en particular procesadas, por citar algunos ejemplos.
A esas cuestiones concretas, la administración estadounidense suma otras generales como los “picos” o “escalonamientos arancelarios”, que amparan con gravámenes proporcionalmente más altos a los bienes con mayor valor agregado. Como resultado de la variada gama de restricciones al comercio en la última década, las exportaciones argentinas a los Estados Unidos perdieron peso relativo y, según un trabajo del Centro de Economía Internacional de la Cancillería, si hubieran seguido el ritmo de los años 80 hoy deberían ser un 45 por ciento superiores.
Según sugiere Allgeier, muchos de esos problemas podrían solucionarse con la concreción del ALCA, zona de libre comercio continental de la que días atrás admitió excluir a Brasil. “Con menos de treinta y cuatro miembros es menos deseable”, declaró ayer en Buenos Aires, sin ratificar pero tampoco negando la polémica alternativa planteada días atrás en Brasilia.
Rafael Bielsa pidió ayer al visitante que su país unifique las cinco propuestas de desgravación arancelaria que presentó, favoreciendo a unos países en detrimento de otros. Allgeier dijo estar dispuesto a admitirla,pero sólo en la medida que también se unifiquen las ofertas sobre la apertura del área de servicios e inversiones, aquellas en las que tienen interés las empresas norteamericanas. Argentina y Brasil, justamente, presentaron conjuntamente borradores con dos propuestas distintas: una menos generosa para Estados Unidos y Canadá y otra más abierta para el resto.