La desocupación se ubicó en 7,1 por ciento en el primer trimestre del año, contra el 6,9 por ciento del trimestre anterior y el 7,1 por ciento del mismo período del año pasado. Así lo informó ayer el Indec. Las tasas de desempleo son las más bajas de la última década. El lanzamiento de medidas para estimular el consumo y la producción de la industria nacional, entre las que se destacó el programa Ahora 12, fue un elemento central para potenciar la estabilidad del mercado de trabajo. Un informe del Ministerio de Trabajo al que accedió este diario precisó que en el primer trimestre la cantidad de individuos despedidos fue la más baja desde 2005, mientras que la mayoría de los sectores productivos crearon nuevos puestos de trabajo.

La cantidad de ocupados en la economía local ascendió a 11.070.000 de personas en el primer trimestre de 2015, cuando era de 10.988.000 en el mismo período del año pasado, al tiempo que el número de desempleados ascendió a 848.000 personas, contra 843.000 individuos de 2014. A su vez, el total de habitantes que salieron a buscar trabajo sumó 11.918.000 personas, contra 11.831.000 individuos del año anterior. Estos resultados del mercado de trabajo implicaron que la tasa de ocupación descendió de 41,8 a 41,4 por ciento entre el primer trimestre de este año y el mismo período del 2014, mientras que la tasa de actividad retrocedió de 45 a 44,6 por ciento y la proporción de desocupados se mantuvo en el 7,1 por ciento.

Un detalle de la cantidad de de- sempleados por regiones precisó que la tasa de desocupación en el Gran Buenos Aires fue del 7,9 por ciento, en Cuyo del 4,3 por ciento, en Nordeste del 2,6, en Noroeste del 6,3, en Región Pampeana del 7,5 y en Patagonia del 5. En el desagregado por grandes centros urbanos se precisó que en la Capital Federal el desempleo fue del 5,3 por ciento, en Mendoza del 3,5 por ciento, en San Juan 7,1, en Corrientes 4,1, La Rioja 5,1, Córdoba 7,9, Santa Fe 5,6, Rosario 8,8, Neuquén 5,5 y en Viedma fue del 3 por ciento.

Desde la cartera a cargo de Carlos Tomada destacaron que la ocupación formal privada anotó en el primer trimestre del año una suba del 0,1 por ciento respecto del trimestre anterior. En detalle, se destacó que el sector de transporte, almacenamiento y comunicaciones computó un alza del 0,7 por ciento; la industria manufacturera del 0,2 por ciento; comercio, restaurantes y hoteles del 0,2, y servicios financieros (bancos) del 0,4. En tanto, se computó que servicios comunales, sociales y personales conservaron el mismo nivel de ocupación, mientras que en la construcción se registró un retroceso de 1,1 por ciento.

Otro de los elementos notables del informe del Ministerio de Trabajo fue que los niveles de despido en 2015 se ubicaron entre los más bajos de los últimos diez años. La cantidad de individuos que perdieron el trabajo ascendió en el primer trimestre al 0,6 por ciento del total de ocupados. En 2011, cuando la economía crecía a tasas del 8 por ciento, la proporción era del 0,9 por ciento. El Estado avanzó a través de distintas herramientas (como el programa Repro) para incentivar a las empresas a mantener estable la plantilla de personal.

El mayor movimiento de la economía desde enero también ocupó un rol relevante para conservar los niveles de empleo en los establecimientos productivos. El sector público tuvo un papel central para promocionar la demanda local y, por tanto, la producción y la ocupación. Una de las medidas más relevantes fue la puesta en marcha del programa Ahora 12, que desde su lanzamiento, en septiembre de 2014, explicó la venta de más de 9,5 millones de productos nacionales y una facturación de 17.000 millones de pesos.

Desde el equipo económico confían en que, en los próximos meses, los niveles de consumo en el mercado interno continuarán aumentando como reflejo de una política de ingresos distributiva y la persistencia en la desaceleración de precios. El resultado de las paritarias en curso será clave para el logro de tal objetivo. De ahí que la recomendación del ministro Axel Kicillof a los empresarios haya sido tener prudencia en las negociaciones y no ofrecer incrementos “que no puedan pagar de sus bolsillos”. Lo contrario sería trasladar a precios las actualizaciones salariales, lo cual resultaría un búmeran para las aspiraciones laborales de recuperación de poder adquisitivo, y del Gobierno de acceder a un escalón de mayor consumo.