ECONOMíA
El pope de Techint volvió sobre el fantasma de la invasión brasileña
Paolo Rocca, presidente de Techint y líder del sector disidente de la UIA, retomó el prejuicio industrial respecto de la amenaza brasileña sobre la producción nacional. Antes, Lavagna relativizó ese miedo. El ministro prometió medidas para alentar inversiones.
› Por David Cufré
Paolo Rocca, presidente de Techint, el grupo empresario más grande del país, dijo con tono paternal: “A Roberto Lavagna lo veo muy bien”. Luego fue más preciso en su elogio: “La coherencia del ministro en su acción cotidiana transmite previsibilidad”. Y después, todavía más enfático, aseguró: “Me siento absolutamente alineado con Lavagna”. Pocas veces el empresario jugó en público con tanta decisión a favor de un funcionario.
Lo hizo durante su participación en el encuentro de Industriales, la línea opositora de la Unión Industrial Argentina, que se desarrolló ayer en esta ciudad. Pero Rocca utilizó la tribuna del sector que encabeza para hacer algo más que manifestar su apoyo al titular de Economía. También con énfasis, alertó que el crecimiento industrial “corre riesgos” de diluirse porque las inversiones son insuficientes para ajustar la capacidad productiva a la demanda, y responsabilizó de esa situación a Brasil, o mejor dicho, al riesgo de una invasión de productos de ese país. Lavagna, a su turno, había anticipado que se tomarán medidas para favorecer la inversión y había descartado que Brasil sea una amenaza.
“Si la industria no renueva su equipamiento no podrá ser competitiva”, afirmó Rocca. El punto, según el empresario, es que se necesitan inversiones para dar respuesta a la expansión del consumo interno. Pero el problema es que los industriales no invierten, o no lo hacen al ritmo requerido, por la incertidumbre que provoca el riesgo de una avalancha importadora. En conclusión, “tenemos que utilizar todas las herramientas de antidumping y salvaguardas para proteger la producción nacional”, reclamó Rocca. “La estructura de integración con Brasil es muy difícil”, agregó sin eufemismos. “Es cierto que tenemos superávit comercial, pero está originado en la venta de productos primarios, mientras que en el intercambio de productos industriales tenemos un déficit crónico.”
El jefe de Techint exhibió un gráfico con información detallada de distintos rubros fabriles. Allí decía que, entre 1991 y 2003, las compras de maquinarias a Brasil fueron mayores a las ventas a ese país en 7000 millones de dólares, mientras que el déficit llegó a 2500 millones en productos químicos, a 1500 millones en siderurgia, a 1500 millones en papel y a 800 millones en la industria textil. “Si no cuidamos este aspecto, corremos el riesgo de que el actual repunte industrial no se traduzca en crecimiento sostenido”, insistió Rocca.
Lavagna, quien abrió el evento y se fue, por lo que no escuchó al empresario, había polemizado con quienes advierten por los riesgos de la relación con Brasil. “No crean todo lo que dicen los diarios”, dijo, por ejemplo, para referirse a la reciente medida que adoptó el gobierno de Lula da Silva. Se trata de una modificación impositiva que encarece los productos argentinos. Pero el ministro precisó que la medida “no es discriminatoria con Argentina, porque también rige para los productos brasileños”. “No nos alarmemos por cualquier cosa”, remarcó, a contramano del discurso que más tarde daría Rocca. También dijo que se creó una comisión conjunta para monitorear la evolución del intercambio comercial, revisando en una primera etapa el desempeño de tres sectores.
En cuanto a las inversiones, Lavagna dio el mismo diagnóstico sobre su importancia para consolidar el crecimiento. Pero, otra vez, discrepó con su defensor. El titular de Economía afirmó que “hemos dejado de destruir capital”, y señaló que “las inversiones están creciendo al 35 por ciento anual”. Tras la aclaración, anunció que el Gobierno estudia distintas medidas para “seguir promoviéndolas”. “Estamos pensando en permitir un diferimiento en el cobro del IVA sobre la inversión y en establecer un régimen de amortización acelerada de bienes de capital”, puntualizó. Esos incentivos fiscales se vienen analizando desde que Lavagna era ministro de Duhalde, sin que hasta el momento se hayan puesto en práctica. El ministro reconoció que “tienen un alto costo fiscal”.
El contundente respaldo que el jefe de Economía se llevó de su paso por Rosario no impidió, igualmente, que la mayoría de los empresarios se hubiera quedado con la idea de que Brasil es una amenaza para sus negocios. Rocca dijo, por ejemplo, que “no es fácil negociar con Brasil, porque ellos tienen una fuerza de choque muy importante”. La referencia era a la magnitud de la producción de socio del Mercosur, capaz de copar el mercado argentino. “Se requiere de una pronta reacción del Gobierno contra esta amenaza externa”, llegó a afirmar Ro-cca. En una conferencia de prensa posterior, José Luis Basso (autopartista), Miguel Altuna (presidente de SanCor) y Osvaldo Rial (Unión Industrial de la Provincia de Buenos Aires) acompañaron a Rocca en su demanda de medidas de protección. “Tenemos que usar todas las herramientas disponibles”, resaltó el hombre de Techint. En este punto, no existen diferencias de fondo entre la postura de Industriales y la conducción de la UIA, aunque los primeros le reprochan al presidente de la central fabril, Alberto Alvarez Gaiani, haber sido un mal negociador en el pasado.
Más allá de las diferencias con Lavagna por la relación con el socio más grande del Mercosur, los industriales rescataron otros aspectos de su discurso. En primer lugar, su embestida contra los economistas del establishment (ver aparte), pero también su mención a la necesidad de consolidar el mercado interno. “Es imprescindible una suba en la masa de ingresos”, admitió Lavagna, aunque en este punto se ha mostrado a lo largo de su gestión mucho más gradualista de lo que reclaman otros sectores, como la CTA. “Hay quienes piensan que el crecimiento económico debe venir por un aumento de las exportaciones. Nosotros creemos que es insuficiente. Las exportaciones por sí solas no alcanzan para movilizar el aparato económico”, agregó.
En la misma línea, sostuvo que “el tipo de cambio solo no alcanza para el crecimiento de la economía. Es una condición necesaria pero no suficiente”. De todos modos, a nadie le quedaron dudas de que el Gobierno trabajará para mantener el tipo de cambio en los niveles actuales y así lo dijo, al cierre del evento, el ministro de Planificación, Julio De Vido. Esa manifestación, una vez más, se ganó el aplauso de los industriales.
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