“(...) Yo defendí el programa central de reformas estructurales de primera generación de los noventa, pero fui un crítico de la expansión del gasto público, de la implementación ineficiente e insuficiente de algunas de esas reformas, así como también de la falta de preocupación por avanzar en las reformas de segunda generación. Igualmente, hoy considero adecuadas y aun positivas muchas de las políticas de coyuntura que implementa el ministro Lavagna, pero sostengo la necesidad de encarar estratégicamente la economía de largo plazo a través de un enfoque de reformas estructurales. No debemos pasarnos de un extremo al otro. Defiendo el camino intermedio, ni el de los 60/80, ni el de los 90, ya que ambos (sic) no sirvieron, ni aquí ni en ninguna otra parte, para crecer sostenidamente.
“(...) La historia no comienza con cada nuevo gobierno. Excluir a los mejores técnicos del país de la resolución de temas clave es una elección desafortunada. Y culpar por los errores cometidos a individuos y profesionales independientes que ni siquiera hemos ocupado cargos públicos en los noventa –en mi caso, nunca ocupé cargo público alguno– parece más bien un atajo que toman determinados dirigentes políticos para exculpar culpas y responsabilidades ante el colapso económico (...)”.