El temor a que se produzcan nuevos atentados terroristas provocó una ola bajista en las principales bolsas del mundo. La tendencia incluyó a la de Buenos Aires, en donde el índice de acciones líderes MerVal retrocedió 2 por ciento. Las caídas se dieron en Wall Street, Europa y en Asia, y los analistas advirtieron que podrían extenderse en las próximas jornadas.
En Nueva York, el índice Dow Jones perdió 0,6 por ciento y las tecnológicas del Nasdaq, el 1,1 por ciento en promedio. Antes, los cierres de Europa también habían sido negativos. Las principales bajas fueron el 3,2 por ciento en Alemania; el 2,6 por ciento de Francia; el 2,2 de España y el 1,3 por ciento de Inglaterra. En Asia, la caída más importante se dio en Japón (-3,8%) y en Corea (-3%). Las principales mermas en América latina fueron: Brasil (-1,7%); Chile (-1,5%) y México (-1,4%).
Otro dato que llamó la atención fue el fortalecimiento del oro, un activo que es utilizado como reserva de valor por los inversores en épocas de crisis o de incertidumbre. La onza, que a media rueda trepó hasta los 400 dólares por la gran demanda de los más conservadores, cerró finalmente en 391 dólares.
Los retrocesos en cadena de los mercados fueron una reacción directa de los ataques terroristas contra dos sinagogas en Turquía, el último sábado. Las posteriores amenazas de Al-Qaida acerca de próximos atentados provocó la histeria de los operadores.
Peter Gottlieb, titular de una firma bursátil de Wall Street, hizo una buena síntesis del ánimo que guía la conducta de los financistas: “Los ataques terroristas fuera de Irak nos hacen dar cuenta de que ése no será el único lugar del cual sabremos de nuevos ataques en el futuro. Podrían ser en cualquier momento, en cualquier sitio”, dijo. En sus advertencias, a través de un mensaje enviado a un periódico árabe editado en Londres, Al-Qaida mencionó a diversos aliados de los Estados Unidos, como Gran Bretaña, Italia, Australia y Japón.
Consultado por Página/12, el analista de mercados financieros José Siaba Serrate también dio su impresión. Apuntó que, tras los atentados en Turquía, el conflicto armado internacional volvió al primer plano en la consideración de los inversores bursátiles. Recordó que ello fue así a principios de año, antes del ataque estadounidense a Irak, y que luego dejó de ser un tema prioritario.
Según Siaba Serrate, existen dos temas que preocupan a los inversores: la posibilidad de que se produzcan atentados en los Estados Unidos o en los países aliados y la sensación cada vez más generalizada de que George Bush está fracasando en su estrategia en Irak. “Si las bajas se suceden, algo que podría ocurrir sin dudas, habrá mucha gente nerviosa. Pero por ahora estamos lejos de poder predecir que nos encontramos a las puertas de una nueva crisis financiera global”, añadió Siaba Serrate.
Para el experto, existe otra razón central que influenció en la caída de Wall Street: el hecho de que ese mercado haya mostrado ganancias importantes en los últimos meses. Desde que se inició el ataque a Irak, el índice Dow Jones aumentó cerca del 30 por ciento. “Muchos inversores tuvieron la excusa para vender sus papeles y contabilizar las utilidades”, concluyó Siaba Serrate.
Mientras tanto, en el salón de 25 de Mayo y Sarmiento, se hizo notable la cautela de los operadores. Contra los 40 millones de pesos diarios que, en promedio, se negociaron la semana pasada, el volumen de ayer sólo alcanzó a 22 millones. En este marco, el dólar registró una leve suba de un centavo, por lo que finalizó en 2,89 pesos para la venta en las casas de cambio de la city. Aunque en la plaza cambiaria no hubo lugar para tensiones: el Banco Central adquirió, tal como lo hizo diariamente en el último mes, otros 30 millones de dólares en el mercado.