ECONOMíA › REPORTAJE AL ECONOMISTA FRANCES JEAN PAUL FITOUSSI, SOBRE LA CRISIS MUNDIAL Y LA DISPUTA CON LOS FONDOS BUITRE
Especialista en temas internacionales y un estudioso de los procesos latinoamericanos de las últimas décadas, Fitoussi elogió la postura argentina ante los fondos buitre y rechazó las recetas de consolidación fiscal y devaluación.
› Por Federico Kucher
”La Argentina hizo muy bien en no acatar el fallo del juez Griesa. La decisión de la justicia norteamericana fue escandalosa”, dijo en diálogo con Página/12 el economista francés Jean Paul Fitoussi. El profesor de la Universidad de Sciences Po de París, de visita en Buenos Aires por invitación de la Universidad de Tres de Febrero (Untref), aseguró que el mundo desarrollado atraviesa por un estancamiento crónico debido a la incapacidad para incrementar la productividad de su economía, al tiempo que indicó que los países emergentes, más allá de las tensiones que se observan en la actualidad, tienen importante margen para continuar expandiendo sus mercados internos al ritmo en que lo hicieron en los últimos años. Afirmó además que las políticas de austeridad que proponen entidades como el Fondo Monetario Internacional, resultan nocivas para el empleo y el crecimiento a nivel mundial.
–¿Cuál es el panorama de la economía global?
–El mundo está en una situación de estancamiento. Uno de los elementos que está impactando desde hace algunos años es el decrecimiento del comercio internacional. Se pasó de una tasa de aumento del 12 por ciento a una inferior al 4 por ciento. Esto significa que los países están en crisis. La mayor parte de los países están en crisis. Y también significa que hay una renacionalización de las actividades productivas. Por ejemplo, en China la sustitución de importaciones le permite a la industria crecer por las necesidades del propio mercado interno. Se observa que Europa está mal, lo mismo que Japón y otras economías asiáticas. Estados Unidos anda mejor pero preocupa que el empleo no esté creciendo lo suficiente. Hay una particularidad en el crecimiento de Estados Unidos, que se asocia con que la economía avanza al tiempo que cae la tasa de participación de la población en el mercado de trabajo. El único elemento que parece favorable en el escenario mundial es el menor precio de los combustibles, aunque es un elemento frágil porque no se sabe hasta cuándo puede durar.
–¿Las tensiones en países desarrollados son las mismas que en los emergentes?
–Es conveniente diferenciar entre mundo avanzado y las economías en vías de desarrollo. Las dificultades en el crecimiento que se observa en los países emergentes se explican porque en los últimos diez años hubo un crecimiento formidable y ahora es lógico ver cierta desaceleración. Esto quiere decir que la crisis en los países del tercer mundo no debería prolongarse mucho. Tienen capacidad para recuperarse. El nivel de vida de países como la Argentina es la mitad del nivel de vida de Estados Unidos. Por tanto, hay una posibilidad para que estas economías se sigan expandiendo para converger hacia los niveles de los países ricos. Es el mismo principio que permitió a Europa, tras la segunda guerra mundial, converger al nivel de vida de Estados Unidos.
–¿Y qué pasa en el mundo avanzado?
–El crecimiento de los países desarrollados, a diferencia de los emergentes, fue mediocre en los últimos diez años. La crisis de estas economías se debe a la lentificación general de la productividad. Es un elemento estructural, que genera preocupación por su efecto en el mercado de trabajo. La recesión significa que no se crea empleo. Y que se destruye empleo. La recesión en Europa hace aumentar el desempleo. El problema es que en los países ricos no se sabe cuáles son las actividades que podrían permitir crear nuevos puestos de trabajo. En los países emergentes, estas actividades que permitirán recuperar el nivel de vida son la construcción, el equipamiento doméstico, la industria automotriz y también las nuevas tecnologías de información y comunicación. Pero en el mundo desarrollado estas ramas ya se encuentran en la frontera del saber y no tienen margen para seguir absorbiendo ocupación. Para avanzar en materia de puestos de trabajo se necesitaría un incremento de la productividad, pero es algo que no parece que vaya a suceder. Para los países ricos surge entonces una nueva tesis, que es la del estancamiento secular por incapacidad para incrementar la productividad.
–¿Las propuestas de ajuste del FMI son la salida al estancamiento global?
–El Fondo Monetario Internacional preconiza un presupuesto público más equilibrado con aumentos de impuestos y una reducción de gastos. Hace cincuenta años que el Fondo propone programas de esta índole. La consolidación fiscal y el incremento de la competitividad a través de la devaluación de las monedas son sus caballitos de batalla. ¿Esta es la solución para un mundo que anda mal? Mi respuesta es que no. Porque estos tipos de política pueden funcionar si un país se encuentra en una situación de dificultad económica mientras que el resto del mundo funciona bien. Pero si varios países andan mal y se implementan estas medidas, el primer resultado va a ser un descenso de la actividad. Por caso, un incremento de la competitividad cambiaria en Brasil quiere decir que los productos brasileños pasan a ser más competitivos que los argentinos. O sea que Argentina tendrá más dificultad para vender su producción. ¿Para qué sirve esto? Bueno, la idea que hay detrás de las recomendaciones del FMI es que los países exporten al país vecino el desempleo generado por las políticas de austeridad fiscal. Como se sabe, en un contexto de recesión generalizada, el incremento de los impuestos y la caída del gasto público crean más desocupación. En Europa la situación de crisis y estancamiento que no se logra superar muestra el efecto de las políticas conservadoras. En la Zona Euro se aplicaron medidas idénticas a las que plantea el Fondo, es decir la consolidación fiscal y la búsqueda de incrementar la competitividad cambiaria.
–¿El sobreendeudamiento de algunos países europeos agrava las tensiones?
–En temas de deuda, el ejemplo de Grecia es concreto. Los griegos no se endeudaron en una moneda nacional, sino que se endeudaron en euros y el euro es una moneda sobre la que los gobiernos europeos no tienen ningún tipo de control. Para los griegos, entonces, es como si fuera una divisa extranjera. Esto hace muy difícil la situación. El episodio de crisis en 2002 en la Argentina fue bastante similar, puesto que el país se había endeudado en dólares y no en pesos. Previo a ese momento, recuerdo que les advertí a los funcionarios argentinos que la situación era explosiva, no me hicieron caso pero a los pocos meses se dio el colapso de la convertibilidad. De todas formas, la salida argentina fue más sencilla respecto de lo que puede observarse en Grecia, porque el país cuenta con su propia moneda, su propio Banco Central y, por tanto, los argentinos tienen la capacidad para financiar gasto público con creación de moneda. Los países de la Zona Euro no tienen esta alternativa. La Argentina, por supuesto, tiene otro problema como es la disputa judicial contra los fondos buitres. Es algo que no llego a entender. No hay razones para explicar el fallo del juez Griesa, porque en la medida que los acreedores se muestran dispuestos a especular, tienen que afrontar el riesgo de su conducta especulativa. Si pierden dinero, es una pena. Pero no pueden decir perdí y entonces me lo tienen que devolver. La posición del Gobierno argentino de no acatar el fallo fue más que positiva. El país hizo muy bien. Es un fallo escandaloso.
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