ECONOMíA › EL IMPACTO DE LA DEVALUACIóN Y LA QUITA DE RETENCIONES A LA EXPORTACIóN. EL DESIGUAL REPARTO ENTRE CEREALERAS Y PRODUCTORES
La inusual acumulación de transferencia, de una megadevaluación más la quita de retenciones a la exportación, no tendría el impacto esperado en la producción. Una medida que favorecerá principalmente a quienes especularon con la retención de granos.
› Por Raúl Dellatorre
La eliminación de las retenciones a las exportaciones agrícola ganaderas fue presentada, tanto en el discurso oficial como en los considerandos del decreto que le dio forma, como una “acción de gobierno” que provocaría “un aumento inmediato de la producción”, al “eliminar las trabas y restricciones que hoy limitan la capacidad del sector” (decreto 133/2015). Sin embargo, diversos análisis dan cuenta de que la desaparición de las retenciones, al mismo tiempo que se ejecutaba una devaluación que podría elevar la cotización del dólar en un 40 por ciento al momento de la liquidación, no sólo no provocará el efecto deseado en la producción por el momento de la campaña elegido, sino que además su principal impacto económico se dará sobre el stock guardado por grandes firmas exportadoras y los consorcios productores más concentrados. “El pequeño productor ya vendió, porque no tiene espalda financiera para soportar tanto tiempo, y ahora el exportador venderá ese mismo grano al doble en pesos, es decir con una ganancia del ciento por ciento”, afirman dirigentes de los productores más chicos. En las economías regionales el resultado no sería mucho más alentador, pese a que la eliminación de las retenciones era un reclamo hace largo rato planteado.
El doble impacto de la devaluación más la quita de retenciones tendrá un impacto inmediato, ya acordado con el gobierno con el actor principal de los agronegocios: las exportadoras cerealeras se comprometieron a liquidar, en las próximas semanas, a razón de 350 a 400 millones de dólares de ventas al exterior por día. Es decir que el primer beneficiario directo de las medidas de esta semana serán los dueños del grano que permanecía almacenado a la espera de su valorización. No hay mucha distancia entre las apreciaciones de distintos actores privados (dirigentes de la producción y consultores) o ex funcionarios: más de la mitad de ese grano está en manos de las propias compañías exportadoras, aunque sí existen diferencias en la apreciación de cuál sería el volumen en cuestión. El ejercicio práctico sobre qué tasa de beneficio extra obtendría el exportador en cada producto, por impacto de la quita de retenciones y devaluación, sería el siguiente:
- Por la soja, tomando la cotización del dólar al 30 de noviembre (9,70 pesos), suponiendo que las compras del grano las hubiera hecho con esa paridad, liquidando sus ventas en las próximas semanas a un dólar de 14 pesos y con cinco puntos menos de retenciones, estaría obteniendo una ganancia de 49,9 por ciento.
- Por el maíz y el trigo, el exportador no sólo le descontaba al productor la incidencia de las retenciones, sino también un “factor de riesgo” de no poder exportar, ya que regían los ROE (Registro de Operaciones de Exportación), sin los cuales no se obtenía el permiso de vender al exterior. En el maíz, el descuento rondaba el 20 por ciento, en el trigo llegó a descontarse el 50 por ciento (sobre el valor neto ya descontada la retención). Esto es, de un dólar a 9,70 pesos, por el maíz podía llegar a obtener 6,47 pesos, y por el trigo (tomando un descuento de “riesgo” del 30 por ciento), un dólar de aproximadamente 5,50 pesos. Al liquidarlo en un mercado cambiario unificado que cotice a 14 pesos, el exportador obtendría una ganancia del 116 por ciento en el maíz y más del 150 por ciento en el trigo, sólo por haberlo retenido y esperar la devaluación y quita de retenciones.
- Por el girasol, con la quita de retención del 32 por ciento, la diferencia que se obtiene no es inferior al 90 por ciento.
Si ésa es la situación con más de la mitad de los granos que se estima retenidos por no más de siete firmas exportadoras, se calcula que del resto una muy alta proporción (más del 90 por ciento, en algunos cultivos como el trigo se calcula que la totalidad) quedó en poder de las explotaciones agropecuarias más concentradas y grandes productores: no más de 1500 unidades de negocio en total. Es decir, el productor pequeño o mediano, en su amplia mayoría, se verá poco o nada beneficiado de este salto en la rentabilidad aplicado al stock en silobolsas o las torres de almacenaje.
“Se da el caso de muchos productores que todavía tienen el grano en silobolsas de su propio campo, pero las grandes exportadoras, por sí mismas o a través de las acopiadoras, ya se lo compraron y son las dueñas del grano que retirarán cuando decidan liquidarlo”, relatan dirigentes de Federación Agraria. “El pequeño productor viene de dos años muy malos, quedó muy endeudado, ninguno tiene la espalda financiera suficiente para darse el lujo de quedarse sin cobrar hasta la próxima cosecha esperando que el precio suba”, comentó otro dirigente regional respecto del mismo fenómeno.
Otro de los argumentos con el cual se justificó la necesidad o conveniencia de hacer coincidir la quita de las retenciones con la devaluación fue que, fiscalmente, no tendría un costo excesivo ya que “la merma en la recaudación se verá compensada por el crecimiento en el pago de impuestos por el aumento inmediato de la producción”. Varios expertos consultados, que pidieron reserva de su nombre, coincidieron en que no hay un solo cálculo o estimación en el sector que corrobore “un efecto elasticidad” tal. Es decir, que el impacto del beneficio vaya a tener un correlato inmediato en el aumento de la producción, con un resultado fiscal neto positivo o neutro. “Además, ¿vos sabés cómo se liquida el Impuesto a las Ganancias en el sector?”, preguntó con una sonrisa uno de los especialistas al ser consultado. Como toda pregunta retórica, no esperaba respuesta.
Desde la dirigencia de Federación Agraria hacen referencia al mismo tema con un sentido práctico. “Esta debe ser la primera vez que se anuncia un beneficio para el sector agropecuario con efecto retroactivo, en vez de hacerlo para adelante. Yo terminé de sembrar la soja hace una semana, es decir que no voy a sembrar más por el cambio de precio. Quizás algo de segunda (cosecha), pero marginal. En cambio, los que se quedaron con el stock de la cosecha anterior son los grandes beneficiarios de estas medidas”.
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