ECONOMíA › JOSEPH STIGLITZ PRESENTó EN LA UBA LAS CONCLUSIONES DE SU úLTIMO LIBRO
El premio Nobel de Economía analizó el protagonismo de la innovación en el proceso de creación de riqueza. Defendió la necesidad de que los países cuenten con un Estado activo para impulsar el salto cualitativo de la industria.
› Por Federico Kucher
La apertura comercial indiscriminada, la desregulación financiera y de los flujos de capital fueron algunos puntos que el premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, destacó entre los elementos nocivos para promocionar el crecimiento de la economía con mayor nivel de igualdad. Las recomendaciones del investigador van a contramano de las medidas anunciadas por Mauricio Macri en los últimos días, en donde se abrieron los controles cambiarios y se adelantó que en enero finalizará el sistema de Declaraciones Juradas de Importación que se utilizó en los últimos años para administrar las importaciones. El economista expuso el viernes en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, en donde presentó las conclusiones de su último libro La creación de una sociedad del aprendizaje, en el cual discute el protagonismo de la innovación en el proceso de creación de riqueza de las economías. Defendió la necesidad de que los países, en particular los no desarrollados, cuenten con un Estado activo para impulsar el salto cualitativo de la industria y la generación de puestos de trabajo a partir del gasto público, el uso de subsidios y la inversión en investigación científica.
“Los mercados por sí solos no resuelven los problemas de falta de innovación que tienen algunas economías y que implican una brecha tecnológica relevante entre países avanzados y en vías de desarrollo”, aseguró Stiglitz. Indicó que es necesario entender el conocimiento como un bien público, que es patrimonio de toda la sociedad y no de un grupo de empresas, y que el Estado es el que debe encarar las inversiones necesarias para impulsar el desarrollo de nuevas tecnologías. “No existe la mano invisible de Smith y las personas de manera individual no conducen a una situación de asignación eficiente de los recursos ni promocionan la creación de una sociedad de aprendizaje. El sector público tiene que intervenir para apuntalar la innovación. El ejemplo es que el telégrafo pero también Internet o los desarrollos en el ámbito de la agricultura fueron liderados por los gobiernos y no por los privados”.
Las políticas de educación, industriales, de comercio y los instrumentos que apunten a la estabilidad macroeconómica fueron los elementos centrales que, según Stiglitz, deben concentrar la atención de un Estado promotor del desarrollo. Explicó que muchas veces no se tiene en cuenta los efectos de la incertidumbre e inestabilidad de las economías en materia de destrucción de capacidades productivas. “Cuando una empresa quiebra, sus trabajadores pierden incontables horas de aprendizaje. Es una pérdida enorme que lleva también un enorme esfuerzo de reconstrucción. Con la recesión pasa lo mismo, debido a que hace disminuir la formación de los trabajadores con empresas que no piensan en preparar mejor al personal sino en sobrevivir”, señaló. El premio Nobel puso como uno de los ejemplos el caso del Viejo Continente. “Europa crecía hasta 2008 y desde ese momento se estancó y no existen evidencias de que haya vuelto a recuperarse. La magnitud de las pérdidas es realmente difícil de calcular. Generó un efecto negativo en el aprendizaje y, por tanto, un retroceso en sus capacidades para crecer en el futuro. Esto es una disminución del crecimiento potencial.”
Stiglitz explicó que la desregulación de la economía, en particular del sector financiero, generó consecuencias nocivas en materia de expansión y bienestar social a nivel global. Remarcó el caso de los Estados Unidos, en donde los negocios de la banca pasaron de representar de 2,5 a 8 puntos del Producto Interno Bruto. E indicó que esa expansión no trajo aumento de productividad pero sí provocó una mayor volatilidad de la economía. “En Norteamérica se permitió que los bancos decidan la política industrial. Porque la desregulación de las finanzas es una forma de hacer política industrial. El resultado fue una menor eficiencia con incremento de la desigualdad”, aseguró. Planteó que es clave recuperar el protagonismo de un Estado activo en la economía, en donde se apunte a un nuevo paradigma de innovación. Aseguró que el desarrollo ya no debe concentrarse en inventos que permitan ahorrar mano de obra, sino que la nueva tecnología se deberá enfocar en resolver problemas centrales para la población global como ocurre con los desafíos que plantean las tensiones medioambientales.
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