Lun 15.02.2016

ECONOMíA  › TEMAS DE DEBATE: QUé ES LO QUE ESTá EN JUEGO EN LA NEGOCIACIóN CON LOS BUITRES

A la espera de un guiño de Griesa

Luego de haberles presentado una oferta a los holdouts, el Gobierno busca que el juez levante la medida cautelar para poder volver a endeudarse en el mercado internacional. Por qué todavía resisten algunos fondos y qué consecuencias puede tener.

Producción: Tomás Lukin

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No se juega la vida

Por Ramiro Castiñeira *

Argentina no se juega la vida en la negociación con los holdouts. Eso pasó en el 2005, cuando negoció con el 100 por ciento de los acreedores por una deuda en default que rondaba los 87 mil millones de dólares. Por astucia de Néstor Kirchner y su equipo, la negociación fue un éxito para Argentina. Los resultados son contundentes y hablan por sí sólos: se logró una importante quita del capital, se bajó la tasa de interés y se alargaron los plazos de pago que culminan después del 2030.

En números, en 2001 Argentina necesitaba 8 por ciento del PIB para afrontar los servicios de la deuda pública, mitad por pago de intereses y la otra mitad por vencimientos de capital. Este año, los intereses de la deuda renegociada en 2005 y 2010 no llegan a 1 por ciento del producto, además que no hay vencimientos de capital. Es decir, la deuda que se llevaba 8 por ciento del producto hace quince años exige hoy menos del 1 por ciento.

Entraron al canje voluntariamente el 92,4 por ciento de los acreedores. Solo resta el 7,6 por ciento que quedó afuera. Lamentablemente Argentina perdió el juicio que peleó hasta la última instancia, tal como era su derecho. Pero en el pago de la sentencia, no se juega la vida ni rifa su futuro. Nuevamente, eso sucedió en 2005 y salió bien. El canje fue un éxito. En términos futboleros, este es un partido que Argentina aseguró el resultado en el primer tiempo, pero que el adversario logró meterle un gol a último minuto del segundo. No cambia el resultado cuando se cuenta la historia de toda la negociación de la deuda.

Más aún, el reciente acuerdo que logró el Gobierno de Mauricio Macri con los bonistas italianos, logró mejores resultados que los que alcanzó su antecesora Cristina Fernández con el Club de París en 2014. Nuevamente, los números hablan por si sólos. Al Club de parís se le reconoció 2 dólares por cada dólar en default, mientras que el reciente acuerdo con los italianos se le reconoce sólo 1,5 dólares por cada dólar en default. Increíble que la negociación con privados se logró mejores resultados que en la negociación con el Club de París, donde supuestamente los países acreedores no buscan lucrar. En definitiva, el acuerdo que logró Macri con los italianos le costó menos al Estado, que aquel que selló el gobierno saliente con el Club de París donde los intereses por punitorios elevaron sustancialmente el monto a pagar.

Respecto, a los bonistas que lograron la sentencia a su favor en Estados Unidos, sin duda se llevan una buena tajada. Nos metieron “el gol”. Pero la actitud de Argentina era la de no reconocer el gol, agarrar la pelota, pincharla y salir corriendo a la casa. Cuando se piensa en frío, sólo si se queda en la cancha, gana el partido. Con un gol en su portería, es verdad. Perdió esa batalla, pero ganó la guerra.

El fallo les reconoce 3,35 dólares por cada dólar en default. Argentina les hizo una oferta de 2,65 por cada dólar en default. Es decir, reconoce el fallo y le hace una quita del 21 por ciento. Oferta que no sólo algunos acreedores ya aceptaron, sino que la Justicia estadounidense dio el guiño suficiente advirtiendo que la propuesta es seria y responsable. Este gol de los buitres no cambia la historia. Argentina igualmente quedará desendeudada por los goles del 2005. Hace ya una década atrás.

En definitiva, está terminando un partido que Argentina ganó en el primer tiempo y jugando de visitante. Nadie obligó al país a emitir deuda en dólares con legislación estadounidense en cantidades industriales para financiar el experimento llamado convertibilidad. Experimento que salió mal, y todavía hoy estamos pagando los platos rotos.

Argentina se recuperó con creces de la crisis de 2001, pero lamentablemente en los últimos años incubó otra crisis económica. Pululan los déficits en la economía por todos lados. Ya sin ningún superávit, ni reservas en el BCRA y en un contexto externo que no deja de traer malas noticias, el nuevo gobierno necesita del crédito externo para encarrilar la economía, producto del desmanejo macroeconómico los últimos seis años, por lo menos.

El nuevo Gobierno tendrá que demostrar que el crédito externo será la llave para garantizar una transición ordenada para retornar a una economía de mercado y no transformar la deuda pública en el nuevo motor de crecimiento, con la excusa de que todavía se está cruzando el río. Aprender de los errores de Venezuela al borde del colapso por la intervención desmedida de su economía. También de los errores de Brasil, que actualmente está transitando una crisis de magnitud al intentar vivir del crédito externo sin invertirlo, tal como nosotros no hace mucho. Pero principalmente, aprender de nuestros propios errores, que salimos de la crisis de la convertibilidad, para ponernos en la puerta de otra crisis y que el nuevo Gobierno tiene poco tiempo para desactivar y solo la carta de crédito externo puede garantizar el menor costo social posible. Bienvenido el fin del default.

* Economista - Econométrica.


La deuda, ida y vuelta

Por Ricardo Aronskind *

Siempre conviene recordarlo: no habría buitres, ni habría Griesa, si no hubiera habido gobiernos que se ocuparon explícitamente de endeudar al país. La última dictadura cívico militar engendró el problema, que después contribuyó al desmoronamiento del primer gobierno democrático. Los endeudadores neoliberales volvieron al poder de la mano del menemismo, que llevó al endeudamiento al borde de la incapacidad de pagar. El proceso fue completado por el gobierno de la Alianza. Al kirchnerismo le tocó manejar el desastre de endeudamiento, default, juicios internacionales, presiones del FMI, etc. Alivió considerablemente el problema, y redujo el nivel de dependencia financiera del país, pero persistieron varios flancos abiertos. Uno de ellos eran los tribunales de Nueva York, y por allí embistieron los ultra especuladores, con notable éxito.

Se logró sensatamente neutralizar la cláusula RUFO, que hubiera llevado la deuda argentina a niveles abrumadores, y se enfrentó a la ofensiva de los buitres con dignidad, pero sin poder evitar que el juez Thomas Griesa lograra trabar el normal desenvolvimiento financiero de la Argentina.

El cambio de gobierno en Argentina ha modificado notablemente el comportamiento de –casi– todos los actores. La alianza gobernante se ha mostrado sumamente amigable con “los mercados” haciendo una propuesta que prácticamente duplica lo ofertado por el gobierno anterior. Algunos súper especuladores ya han aceptado el ofrecimiento, lo que muestra también un cambio de ese lado del mostrador. El “mediador” designado por el juez ha visto positivamente la oferta argentina. El gobierno norteamericano ha manifestado también su beneplácito por la actitud argentina, lo que puede constituir un dato político que incida en próximas decisiones judiciales.

En ese clima de alegría (a costa del bolsillo de los argentinos), el gobierno ha solicitado al juez que levante las restricciones para que el país pueda acceder nuevamente a los mercados financieros internacionales para poder endeudarse libremente. Griesa decidirá próximamente. Sin embargo, dos de los principales fondos buitres, a pesar de la ventajosísima propuesta argentina, no la han aceptado. ¿Por qué esa obstinación?

Una posibilidad de respuesta a estos interrogantes se encuentra en la lectura que estarán haciendo los buitres del “estado de necesidad” del gobierno argentino.

A diferencia del gobierno anterior, cuya política macroeconómica no reposaba centralmente en el endeudamiento externo, pareciera que la alianza PRO-UCR apuesta a esa vía financiera para activar la economía argentina, y así poder llegar en condiciones tolerables a las próximas elecciones legislativas.

En vez de apoyarse en el ahorro local para impulsar la actividad económica, la actual administración ha comenzado la gestión atacando severamente el mercado interno, vía caída del salario y del consumo, logrando así una redistribución del ingreso hacia diversos sectores propietarios. Si bien esto puede ser aplaudido por el gigantesco aparato mediático que responde al establishment, con recesión y crisis no se ganan elecciones.

Probablemente el actual gobierno apueste en el mediano plazo a realizar obras públicas, financiar viviendas para la clase media y sostener presupuestos provinciales deficitarios, todo con nuevo endeudamiento externo.

Los buitres recalcitrantes saben que tienen en su mano la llave para que el gobierno macrista pueda reendeudar al país para financiar políticas expansivas. Con ello mejorará sus chances electorales, cimentará nuevas alianzas políticas, y de paso atará nuevamente a la Argentina al mecanismo infernal de las finanzas internacionales.

¿Qué precio estará dispuesta a pagar una administración que ve en el endeudamiento externo un pilar fundamental de su política económica? Singer y sus amigos miran las jugosas ofertas que ya se han hecho, e intuyen que hay mucho más para extraer del amigo Macri. La implacable lógica buitre, y la lógica endeudadora local pueden crear un escenario en el que a la actual gestión no le quede el menor espacio para fingir que “se negoció con dureza”, lo que complicará también la convalidación parlamentaria de la capitulación previsible.

Los montos son aún imprecisos, pero todo el chiste puede llegar a costarle al país entre 12.000 y 15.000 millones de dólares, independientemente de nuevos juicios que puedan ocasionarse en los “imparciales” tribunales norteamericanos. Una negociación lesiva de los intereses nacionales, sin embargo, no es el problema principal. Lo que debería preocupar más a la opinión pública es el objetivo estratégico, que es volver a los festivales de endeudamiento improductivo, que tanto éxito de corto plazo tienen, para luego desembocar en violentas convulsiones económicas y sociales, como nos enseña nuestra historia reciente. El camino al endeudamiento nunca está plagado de buenas intenciones.

* Economista, investigador y docente de la Universidad Nacional de General Sarmiento.

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