ECONOMíA
En el Mercosur la política manda sobre los conflictos
Brasil no quiere perder su liderazgo sobre la región. Y lo consolida haciendo concesiones comerciales a sus socios del Mercosur. La Argentina tampoco quiere distanciarse: cubre a sus textiles pero sin buscar el choque.
› Por Cledis Candelaresi
Mientras el Mercosur político tiene contornos cada vez más nítidos, el económico se encamina a una versión light para evitar que se estanquen las negociaciones entre sus socios, a semejanza de lo que ocurrió en la paralizada Organización Mundial del Comercio.
En su afán de ampliar rápidamente su plataforma regional con la firma del acuerdo marco con la Comunidad Andina de Naciones (CAN), y confrontar así más cómodo con los Estados Unidos, Brasil consintió prerrogativas a Uruguay, Paraguay y Argentina. Lo hizo a pesar de los conflictos en el bloque: los empresarios textiles brasileños y argentinos libran hoy una dura batalla. “Si no se autorregulan limitando sus exportaciones, vamos a tirar la bomba atómica denunciando a todo el mundo que ellos subsidian su producción y exportaciones”, advirtió por ejemplo Teddy Karagosian, uno de los dueños de la hilandera local TN Platex.
A mediados de la semana pasada, la extensa discusión de los cancilleres en la capital uruguaya permitió alumbrar el acuerdo para firmar a futuro tratados de librecomercio con cada uno de los miembros de la CAN o Pacto Andino, algo que ya encaminaron Bolivia y Perú. En aquel cónclave quedó claramente demostrado que Brasil era el más interesado en apurar esa rúbrica. Por eso no puso reparos a lo que demandó en el seno del Mercosur cada uno de sus socios.
Argentina consiguió extender por dos años su régimen para importar bienes de capital e informáticos libre de aranceles desde cualquier lugar del mundo, muy a contramano del criterio brasileño, que protege a estos bienes con un gravamen del 14 por ciento y aspira a ser proveedor privilegiado en estos rubros dentro del bloque.
Uruguay consiguió el aval para importar productos agroalimentarios sin aranceles desde afuera del Mercosur, en detrimento de Brasil y la Argentina, naturales abastecedores de esos bienes. Pero quizá la prerrogativa mayor y más controvertida es la que benefició a Paraguay, cuya producción desde ahora podrá estar integrada de la siguiente manera: 40 por ciento nacional (o Mercosur) y 60 por ciento de extrazona.
De este modo, el país podría dedicarse al “armado” de productos cuyo origen real es cualquier otra nación del mundo, incluso alguna de las que proveen a precios muy bajos y extremadamente competitivos.
Paraguay, según recuerda un economista ligado a la Secretaría de Industria, tiene un importante acuerdo de cooperación con Taiwan, desde donde se despachan conteiners de contenido diverso y a valores habitualmente sospechadas como de dumping. Bajo estas condiciones, y en un caso extremo, esa nación del Mercosur podría transformarse en una succionadora de inversiones de otros limítrofes que quisieran aprovechar las bondades de ese régimen.
Pero estos son detalles menores frente al afán brasileño de mostrar al mundo que el bloque sureño se amplía y consolida bajo su liderazgo.
Desde el punto de vista comercial, la prioridad de Brasil ahora es consolidar sus lazos con populosas naciones como China o India, que representan mercados potencialmente muy atractivos. Sólo el 4,5 por ciento de los chinos tiene lavarropas (alrededor de 1000 millones, no) y entre los hindúes la cifra no supera el tres por ciento.
En Montevideo la Argentina decidió acompañar al socio mayor. Reservó para otro momento sus propias propuestas, como la de avanzar en una integración industrial con Paraguay trabajando sobre la idea de “cadenas de valor”, que promueve activamente Techint y el grupo Industriales. Pero en el ámbito bilateral, la gestión kirchnerista intenta respaldar a los empresarios que integran las distintas comisiones de monitoreo para resolver temas conflictivos.
El más activo de esos grupos es el dedicado al candente tema textil. Durante un encuentro que tuvo lugar el pasado 10 de noviembre, los empresarios argentinos habían propuesto a sus pares de Brasil que se autorregulasen, limitando sus ventas a la Argentina. Así se evitaría la dramática instancia de tener que modificar normas del Mercosur, que no contemplan la imposición de salvaguardas como los cupos, el verdadero anhelo de los locales para frenar lo que consideran como una “lesiva invasión”. “Nosotros no queremos que se cierre el mercado, pero tampoco queremos que se cierre una industria”, aclaró Karagosian.
A instancias del Ministerio de Economía argentino se habría exigido a las empresas de Brasil hacer su propia propuesta para dirimir el conflicto en un plazo que se venció el viernes. Pero a última hora del día el secretario de Industria, Alberto Dumón, aún no tenía noticias de que desde Brasilia o San Pablo hubiera llegado una respuesta.
Como recurso de última instancia, los empresarios argentinos especulan con reactivar un expediente que quedó archivado en aquella secretaría desde el final del mandato de Eduardo Duhalde. En él, según aseguran, quedó probado fehacientemente que Brasil subsidia su producción y exportaciones textiles en niveles no tolerables por la legislación de comercio internacional.
Pero denunciar a las textileras brasileñas y abrir un eventual conflicto diplomático es más un sueño de empresarios enardecidos por la competencia externa que una alternativa política cierta. Aunque trata de resolver con el mayor esmero posible los problemas del comercio bilateral, el gobierno de Kirchner parece firme en su idea de permanecer al amparo del Brasil para las discusiones mundiales más complejas.