“Estos últimos meses han sido duros para mucha gente, hemos tenido que tomar algunas decisiones no muy simpáticas”, reconoció ayer el presidente Mauricio Macri. En una línea discursiva que se viene repitiendo en distintos miembros del gobierno nacional, Macri sugirió que es necesario que el pueblo soporte el mal trago hasta que lleguen tiempos mejores. Participó de un acto en el que anunció una inversión de 2800 millones de pesos por parte de la firma de neumáticos Bridgestone, aunque el de- sembolso comenzó en 2013 y la empresa ya lleva más de la mitad del dinero invertido (ver aparte). En tanto, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, consideró que el Gobierno está “para cuidar a los que más necesitan, para que la clase media tenga más aire y pueda estar tranquila”, aunque no especificó a través de qué medidas concretas, y anticipó que el “segundo semestre será mejor, con baja de inflación y mayor reactivación de la economía”. Por su parte, el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay, se mostró contento por las propuestas que supuestamente le llegan de parte de bancos e inversores para adquirir deuda argentina (ver aparte).

El Gobierno replica la teoría del derrame económico que se hizo religión en los 90. Por detrás está la idea de que si se mejora la rentabilidad para los sectores económicos más concentrados, en donde tienen representación las personas de mayor poder adquisitivo, habrá repercusión positiva en la inversión empresaria y luego mejoraría el empleo y las condiciones sociales de los sectores más vulnerables. Bajo ese esquema, la fuerte suba de la inflación no es un problema inesperado para el Gobierno sino un “mal necesario”, es decir, algo buscado para que los empresarios se enriquezcan y luego derramen parte de esa mejora de sus ingresos en inversión productiva. De ese modo, la devaluación del peso mejoró la rentabilidad de las empresas exportadoras, que principalmente se vinculan al sector alimenticio y al minero. El otro componente que explica la alta inflación estos meses es el tarifazo en los servicios públicos, que también mejora las cuentas de las empresas del sector.

“Hemos tenido que tomar muchas decisiones y algunas no han sido simpáticas. Lo hago convencido de que es el camino. Vamos en la dirección correcta, somos un país creíble, confiable y con reglas de juego claras. Eso va a llenar de inversión la Argentina. La inversión supone fábricas y las fábricas son trabajo”, dijo Macri durante el anuncio de la inversión de 2800 millones de pesos de Bridgestone, aunque en realidad se trata de la cuarta y quinta etapa de una inversión que empezó en 2013.

Una de las llaves que considera tener el Gobierno para abrir el camino del crecimiento es el endeudamiento externo. Según Macri, “hoy la Argentina va a poder exportar más porque no está en default o en incumplimiento”, en relación al acuerdo con fondos buitre y el pago a esos litigantes la semana que viene. Sin embargo, Macri no describió cuál es el vínculo entre la toma de deuda y la venta de productos al exterior, que suele en cambio estar determinada por la capacidad de compra de los socios comerciales, en este momento jaqueada por la situación de Brasil.

Por su parte, Peña aseguró que “estamos para cuidar a los que más lo necesitan, para que la clase media tenga más aire y pueda estar tranquila”. El funcionario no detalló a través de qué medidas el Gobierno benefició a los sectores medios, que en cambio se perjudicaron por la devaluación y el tarifazo en los servicios públicos. Peña agregó que “en el segundo semestre se notará un cambio por la baja de la inflación, habrá una reactivación de la economía. Las medidas tomadas hasta el momento buscaron ordenar la economía y ahora estamos en una transición”. Ante la consulta sobre el sesgo económico del Gobierno en favor de los sectores de más altos ingresos, Peña se preguntó “¿cuál sería para nosotros el interés de beneficiar a los ricos?