Sáb 27.12.2003

ECONOMíA

Dos visiones contrapuestas de la economía modelo 2004

Mientras Ecolatina, la consultora fundada por Lavagna, ve en el 2004 “un año de oportunidades”, la cavallista Fundación Mediterránea advierte sobre el costo social de mantener un tipo de cambio elevado.

Ecolatina, la consultora fundada por Roberto Lavagna, ve en el 2004 un año de oportunidades. Según sus economistas, sin calendario electoral, “puede ser el año que el gobierno nacional, provincias y municipios pongan en marcha reformas estructurales, como la reforma política o un nueva ley de coparticipación”. En cambio, la Fundación Mediterránea, el think tank del cavallismo, avizora problemas para mantener un tipo de cambio elevado y advierte que “paradójicamente, la mejoría económica le generará un dolor de cabeza al Gobierno”.
Para Ecolatina, el próximo será “un año que económicamente se distingue como aliviado”. “Las proyecciones macroeconómicas muestran un panorama de continuidad del crecimiento de la actividad económica, la consolidación del saneamiento de corto plazo de las cuentas públicas de los distintos niveles de gobierno y un panorama económico internacional que sigue siendo favorable para nuestro país”, explica. Pero la consultora dirigida por Alberto Paz, ex socio de Lavagna, reconoce que “existen temas pendientes de resolución”, como “tarifas, precios y salarios; la nueva coparticipación federal de impuestos y la renegociación de la deuda”.
Sea como fuere, confía en que el 2004 será “el año de poner en marcha reformas estructurales que fortalezcan la institucionalidad tan frágil que pudimos mantener los argentinos ante la crisis”, a lo que contribuirá de manera decisiva el hecho de que el calendario electoral esté despejado. “Por citar un caso, cualquiera que hable de reforma política en un año electoral puede ser tildado de buscar un rédito demagógico que luego quedará en la inacción o bien de promover modificaciones oportunistas ante reglas electorales que no le convienen”, señala el último informe de Ecolatina. Dentro de las transformaciones de fondo que podrían encararse cita, además, la reforma del Poder Judicial y “las reformas del Estado entendidas éstas como la actualización de los modelos de administración de la gestión pública”. De nuevo, los miembros de Ecolatina destacan la oportunidad que se abre para esta clase de reformas sin elecciones a la vista: “Su sola mención en tiempos de campaña implicaría la distribución de rótulos entre estatistas y liberales o entre economicistas y populistas. Estas restricciones no van a estar presentes en el año próximo”, afirma.
El comentario de la Fundación Mediterránea para el 2004 es muy diferente. Según el centro de estudios del cavallismo, al Gobierno se le presentarán una serie de problemas. “Inexorablemente, el tipo de cambio real tenderá a apreciarse. De cómo proceda este ajuste, y cómo interfiera el Gobierno en él, dependerá la evolución de variables claves como la inflación, los salarios reales y la pobreza”, dice el último informe de la entidad.
“Las economías que han atravesado crisis financieras traumáticas, como Indonesia, Rusia y Turquía, luego de una reacción cambiaria inicial exagerada, al cabo de tres años convergen a tipos de cambio reales un 50 o 60 por ciento más altos que los previos a la crisis”, explica Gabriel Sánchez, director del instituto de investigaciones de la Fundación.
“La Argentina no debería ser muy distinta, con lo que convergería hacia el 2005 a un tipo de cambio real de 1,60 por dólar”, agrega Sánchez. Y concluye que “si se sostuviera el tipo de cambio nominal en 3 pesos el ajuste tendría que venir por una inflación acumulada en el IPC de 29 por ciento de aquí hasta alcanzar el equilibrio”.
Luego afirma que “las autoridades económicas están embarcadas hoy en la senda de sostener la paridad cambiaria nominal, y su impacto sobre la inflación ya se está haciendo notar. La gran inyección de liquidez para comprar divisas al impulsar la demanda agregada presiona sobre los precios de sectores que ya están operando cerca del límite de capacidad instalada, como textiles y alimentos y bebidas”, advierte. Y asegura que “un ajuste del tipo de cambio real que combinara cierta apreciación nominal con una menor inflación ciertamente sería preferible desde un punto de vista social”.

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