ECONOMíA
› JUICIOS SOBRE EL CANDIDATO ESPAÑOL AL FMI
Un mal Rato cualquiera tiene
› Por Julio Nudler
“Economista mediocre y burócrata gris” es la caracterización que de Horst Köhler, renunciado director ejecutivo del Fondo Monetario, hace el chileno Sebastián Edwards, ex economista jefe del Banco Mundial para América Latina, en las páginas del Financial Times. No mejor opinión le merece el candidato español al puesto, Rodrigo Rato, “un abogado que a principios de los ‘70 logró un MBA (master in business administration) en Estados Unidos, sin experiencia en manejo ni prevención de crisis, y tampoco en grandes reformas económicas”. Cabría agregar que el año pasado se doctoró en economía con matrícula de honor (¿qué menos para el ministro de Economía de José María Aznar?), leyendo una tesis escrita por uno de sus colaboradores. Mientras la postulación de Rato ha logrado el respaldo del triunfante José Luis Rodríguez Zapatero (que se refirió erróneamente a la “presidencia” del FMI) y de la Argentina, Edwards lo descalifica, promoviendo al chileno Alejandro Foxley, doctorado en Wisconsin.
El gran defecto genético de Foxley es no ser europeo, así como el de Rato es no provenir de Alemania ni de Francia, dado que la gerencia del Fondo es un coto de caza del Viejo Mundo en general y de sus pesos pesado en particular. De manera que la candidatura será definida el 2 de abril por el Ecofín, como se conoce al consejo de ministros de Hacienda de la Unión Europea. Rato, al que educaron los jesuitas, cuenta con la inquina de Jacques Chirac, que no le perdona su inflexibilidad ante la transgresión francesa al pacto de Maastricht en lo atinente al déficit fiscal.
Don Rodrigo se fijó como objetivo la conducción del Fondo cuando su íntimo amigo Aznar eligió como sucesor no a él sino a Mariano Rajoy. Ahora que éste cayó derrotado en las elecciones, Rato podría liderar el Partido Popular, pero los analistas no consideran probable que el jefe de gobierno saliente releve prontamente a Rajoy porque ello implicaría admitir sus errores. Por tanto, Rato no abandonará sus aspiraciones a la poltrona hoy interinamente ocupada por Anne Krüger.
Si es verdad que Rodríguez Zapatero le prometió al presidente Kirchner que el nuevo gobierno español le recomendaría a Rato apoyar a la Argentina, semejante promesa conspiraría contra sus chances porque choca con la dura actitud que respecto de este país asumen los principales socios europeos del Fondo.
Cuando en agosto de 2003 se creía aún que Aznar designaría como heredero suyo a Rato, el escritor Manuel Vicent se preguntó desde las páginas de El País si España estaba preparada para elegir como presidente del gobierno a un multimillonario. En uno de sus retratos de la derecha española, publicados como daguerrotipos veraniegos, Vicent escribía que “a Rodrigo Rato se le nota el dinero en el brillo violáceo de la mandíbula” y le otorgaba la ventaja de “conocer de cerca el vientre de cada tiburón financiero”.