ECONOMíA
› LA GLOBALIZACION FINANCIERA BARRIO CON EL VIEJO CREDO
Modelos económicos pasados de moda
Robert Blecker, un economista de la American University de Massachusetts, dice que el Consenso de Washington sólo puede causar daño y que sus colegas se manejan con un aparato conceptual perimido.
› Por Julio Nudler
Grandes porciones de la teoría económica internacional convencional, tanto en lo referido al comercio como a las finanzas, son inconsistentes con las realidades de la globalización financiera actual y deben ser abandonadas. Esto sostiene Robert A. Blecker, profesor e investigador en el Departamento de Economía de la American University, Massachusetts. Su minucioso análisis tala el sustento teórico de los economistas liberales argentinos, que siguen aferrándose a postulados que han dejado de funcionar incluso para las economías centrales. Blecker publicó su trabajo a fines de 2001 en un seminario sobre la “financialización de la economía global”, desarrollado en el PERI (Instituto de Investigaciones en Economía Política), de la Universidad de Massachusetts, y acaba de presentar una revisión de su estudio.
Este economista admite que sus conclusiones plantean difíciles cuestiones para la formulación de políticas económicas en el marco de la globalización. Los habituales argumentos en pro de la liberalización tanto en el comercio de mercancías como en los mercados de capitales descansan en teorías hoy insostenibles. “Los países que sigan las políticas recomendadas por el Consenso de Washington (un decálogo de prescripciones de liberalización comercial y financiera, desregulación y privatizaciones, que la Argentina de Carlos Menem y Domingo Cavallo aplicó, como también la de Roque Fernández y José Luis Machinea) se exponen a significativos riesgos de inestabilidad económica, agravada desigualdad y mayores tensiones comerciales, sin asegurarse los supuestos avances en eficiencia que procurarían esas políticas”, advierte Blecker.
El apunta, sin embargo, que su crítica no implica una llana justificación del proteccionismo o de los mercados cerrados de capitales. Lo que sí sugiere es que el análisis de las políticas debería focalizarse en las consecuencias específicas de variantes concretas de apertura o particulares formas de regulación, en lugar de usar argumentos a todo o nada que opongan librecomercio a proteccionismo o liberalización financiera a represión de todo movimiento de capitales.
Blecker indica, asimismo, que el surtido óptimo de políticas probablemente varíe según el país en cuestión, en lugar de importarse de Washington como un paquete cerrado. “Irónicamente –apunta–, la manipulación deliberada de los tipos de cambio, que es una forma de intervención en el mercado expresamente desaconsejada, es posiblemente esencial para promover condiciones de equilibrio comercial con pleno empleo que son supuestas en las teorías convencionales del comercio mutuamente beneficioso.
El articulista rememora que
los economistas internacionales afrontaron el nuevo y peliagudo mundo de la globalización financiera y los tipos de cambio flotantes, ya no fijos como antes, con el dispositivo analítico que traían del pasado. Estaban por ende mal equipados para anticipar cómo sería ese nuevo mundo que ellos mismos habían promocionado. “Las principales características de la nueva era –como la alta volatilidad de los tipos de cambio, las persistentes violaciones de las paridades de poder adquisitivo (vale decir, que la relación de cambio entre las monedas se apartan duraderamente de la relación entre el poder de compra de unas y otras en sus respectivas economías), los crónicos desequilibrios comerciales, las repetidas crisis financieras y los ciclos económicos cada vez más correlacionados entre diversos países– no resultaron precisamente como los abogados del nuevo orden habían esperado o prometido”, explica Blecker.
Ataques especulativos que se autoconfirman, como crónicas de una muerte anunciada (Argentina 2001, ¿Brasil 2004?), burbujas y pánicos... Los economistas han buscado explicar la volatilidad de los tipos de cambio, que los modelos usuales no desentrañaban. Pero a pesar de sus avances teóricos, “el marco analítico básico que la mayoría de los economistas internacionales emplea para muchos propósitos sigue ceñido a los hábitos intelectuales del pasado”. Modelos teóricos nodales de economía internacional, tanto sobre comercio como finanzas, continúan basados en supuestos que niegan las nuevas realidades de la globalización financiera, cuestiona Blecker.
Este subraya que “viejas ideas como la ley de las ventajas comparadas, la paridad de poder adquisitivo, el ajuste automático del balance de pagos y la predictibilidad de los tipos de cambio siguen sirviendo como referencias para la investigación, y dominan tanto en la pedagogía como en el asesoramiento sobre políticas.” Y afirma que los progresos en las fronteras del conocimiento no han servido para cambiar los modelos básicos que usan muchos economistas para organizar su pensamiento acerca de la economía internacional, o para educar a los estudiantes.
Pero lo cierto es que la globalización financiera minó el paradigma dominante en la economía política internacional, y también las políticas económicas que suelen derivarse de aquel paradigma. Como resultado, una gran parte de la sabiduría convencional, tanto en relación al comercio como a las políticas financieras, descansa sobre modelos teóricos defectuosos. Mientras que aún está por elaborarse un enfoque político alternativo que resulte más eficaz, está plenamente justificada la resistencia contra las agendas de liberalización comercial y financiera, preconiza Blecker.