ECONOMíA
› ENTREVISTA A OSCAR VICENTE, DIRECTOR DE LA PETROLERA PETROBRAS
“En algún momento las naftas subirán”
› Por Cledis Candelaresi
Oscar Vicente, ex directivo de Pérez Companc y actual director de Petrobras, bien puede identificarse como uno de los ejecutivos del sector hidrocarburífero con más llegada a Néstor Kirchner, con quien cultivó un buen vínculo desde que el Presidente gobernaba Santa Cruz. En esa provincia, PC desarrolló importantes negocios antes de vender su división Energía a la firma brasileña. Quizás ese conocimiento previo explique la coincidente visión del petrolero y el Gobierno respecto de cómo debe solucionarse el problema de la escasez del gas que, según subrayó el empresario en diálogo con Página/12, no se soluciona por el solo hecho de una recomposición tarifaria para el sector.
Desde la devaluación, Vicente ofició de hecho como uno de los principales lobbistas a favor de una recomposición en el precio del gas boca de pozo, admitiendo con absoluta franqueza que los productores no estaban realizando tarea alguna de exploración y que esto conduciría en el corto plazo a una crisis de disponibilidad de ese carburante. Con idéntica contundencia, ahora destaca que desde la privatización la capacidad de transporte “se multiplicó dos veces y media”, gracias a los caños paralelos que las transportistas extendieron para aliviar la presión de las tuberías en algunas zonas. Una obligación que no le imponían los contratos ahora bajo revisión.
–¿Qué va a pasar con el precio de las naftas?
–Las naftas pueden aguantar un poco más porque hay excedentes. Cuando se destila petróleo, indefectiblemente se produce gasoil y nafta, entre otros subproductos. Pero en algún momento tendrán que subir.
–¿Y con el precio del gasoil?
–Petrobras no tiene previsto aumentarlo y Repsol YPF aún no hizo nada. Pero en la medida que Shell y Esso lo reajustaron en algún momento tendrán que subirlo las otras empresas. De lo contrario, hay una reorientación de la demanda que hace que quienes lo tienen más barato terminen quedándose sin el producto.
–¿Cuál es el margen para sostener los actuales precios, teniendo en cuenta que el barril superó los 41 dólares?
–Si sobre ese precio aplicamos las actuales retenciones del 25 por ciento, sobre aquel precio record nos da un valor del barril de crudo cercano a los 32 dólares para la Argentina. Las refinadoras están mal. Muy mal, en la medida que no pueden trasladar esas subas al precio final.
–Pero hay empresas integradas que producen petróleo y lo refinan. Para ellas es totalmente diferente.
–¿Por qué?
–¿Por qué cotizan el petróleo en función de lo que ocurre en el mercado internacional y no en base a sus costos de producción, que le darían un valor muy por debajo de aquél?
–¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? Si usted produce un commodity lo tiene que comercializar al precio internacional. De lo contrario, por qué lo va a vender en el país si lo puede exportar a un precio superior. Pregúntele a (Gustavo) Grobocopatel (prominente empresario agropecuario) por qué no vende la soja en función de los costos internos de producción, que en su mayoría están pesificados. Sería absurdo que lo hiciera así. ¿Entonces por qué todo el mundo piensa que en el caso del petróleo las cosas son diferentes?
–¿La recomposición de precios del gas que está instrumentando el Gobierno satisface las aspiraciones de los productores?
–Digamos que es un principio de solución al problema. Pero nadie puede pensar que sólo con un ajuste de tarifa las cosas se pueden solucionar y de forma inmediata. Yo lo venía advirtiendo desde hace tiempo: nos vamos a quedar sin gas. Y una mejora de precios no sirve para solucionar de inmediato el problema.
–¿Pero con gas más caro las empresas están dispuestas a explorar como no lo hicieron en los últimos años?
–Por supuesto que con mejores precios habrá más exploración, porque el estímulo para encontrar el producto es mayor. Es una regla elemental del mercado que se cumple también para el sector. Pero la suba también sirve para reorientar la demanda: con un gas demasiado barato, hay más presión sobre la demanda. El problema de la escasez del gas se soluciona por vías diferentes: utilizando combustible líquido para las usinas (fueloil, que es mucho más caro), limitando la exportación, induciendo a la gente a consumir menos y limitando el consumo del GNC. El Gobierno hizo todo, salvo esto último, que es políticamente complicado.
–¿Cómo juegan en ese esquema las retenciones sobre las exportaciones del gas?
–La verdad es que no sé. Posiblemente sirven para recaudar. Pero en este caso no tiene sentido como recurso para moderar el precio interno del producto.
–Hay quienes plantean que la demanda de energía todavía es inferior a la que existía en el país antes de la última crisis. ¿Cómo se explica entonces la falta de gas?
–No es así. Todo depende de qué energía estemos hablando. Pero yo le aseguro que, en lo que respecta a electricidad, se consume cada vez más. Aún en los peores momentos del colapso económico, la demanda siguió creciendo a razón del 4 por ciento anual.