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Los tiempos de la relación tormentosa entre Néstor Kirchner y los empresarios parecen haber quedado atrás. La Bolsa de Comercio de Buenos Aires lo recibió ayer en la celebración de su 150º aniversario como a un hombre de la casa. Y el Presidente respondió con un discurso elogioso y de apoyo a la entidad. El año pasado, Kirchner necesitaba marcar diferencias con la década menemista y aprovechó ese ámbito tan identificado con los ‘90 para arremeter contra el establishment financiero. “No habrá poder de lobby que pueda imponer a la sociedad su propia agenda. No dejaremos que sean los sectores de interés los que definan el plan económico”, decía, entre otras cosas. Ayer, su interés estaba centrado en defender el plan del Gobierno para salir del default y en pedir “el pleno apoyo” de los inversores locales a esa propuesta.
“El canje propuesto equilibra los intereses de los acreedores con la efectiva capacidad de pago del país, en el marco de una política de crecimiento, creación de empleo y reducción de la pobreza”, afirmó Kirchner ante los 300 empresarios que asistieron al acto. En ese momento, se escuchó uno de los tres aplausos que interrumpieron su discurso. El Presidente hizo una pausa y siguió: “Por ser un canje realista, sustentable y serio esperamos que los operadores del mercado, fundamentalmente los del mercado interno, le den su pleno apoyo”.
Era previsible que el mensaje hiciera eje en ese tema, en momentos en que se aprecia una ofensiva de los acreedores –encabezados por el Comité Global de Nicola Stock, que prepara una gira por distintos países para sugerir que se rechace la propuesta argentina– y del FMI para que el Gobierno acceda a aumentar todavía más los pagos a los bonistas. Roberto Lavagna les advirtió más de una vez a los empresarios locales que si el Poder Ejecutivo no consigue imponer su plan a los acreedores, los que deberán pagar más impuestos para generar recursos con qué pagar la deuda serán ellos. De allí el apoyo que manifiestan permanentemente las cámaras empresarias a la propuesta oficial.
Además de Kirchner, concurrieron al acto de la Bolsa varios ministros: Alberto Fernández, Roberto Lavagna, Julio De Vido y Aníbal Fernández. También estuvieron el jefe de Gobierno porteño, Aníbal Ibarra, y el ministro de la Corte Suprema Juan Carlos Maqueda, entre otros varios funcionarios. El anfitrión, Julio Werthein, presidente de la Bolsa, agradeció enfáticamente el apoyo de Kirchner a la entidad. “La Bolsa recibe a un presidente de la Nación que ha demostrado, no con el discurso, sino con los hechos que son los que realmente valen, que cree en el mercado de capitales y en la Bolsa de Comercio como parte esencial del mismo”. Werthein también supo adaptar su discurso, incorporando conceptos descartados la década pasada. Destacó, por ejemplo, la necesidad de recrear la “inversión productiva” y de fortalecer el crecimiento y la creación de puestos de trabajo. No hubo ni un reproche ni una sola palabra que pudiera sonar crítica.
Kirchner también evitó la confrontación, pero ratificó la línea habitual. “Estamos construyendo un nuevo camino. No debemos ser nostálgicos ni contestatarios”, afirmó el mandatario y agregó que “los argentinos queremos construir un país en serio y para ello los mercados deben ser abiertos y transparentes”. Luego enumeró los indicadores macroeconómicos que muestran que “se ha iniciado un círculo virtuoso”. Y como si quisiera saldar alguna polémica, expresó que “el proyecto económico es sostenido y sustentable. Los datos de la economía inspiran confianza, más allá de cualquier ruido mediático”.