ECONOMíA
› POR HABLAR DE FRACTURA EN LA CGT
Palos contra Rueda
› Por Diego Schurman
La amenaza de Susana Rueda de fracturar la CGT ante una supuesta “discriminación” de algunos de sus colegas y del propio gobierno no encontró ninguna solidaridad pública pero sí feroces críticas. Entre ellas la del sector que lidera el otro cosecretario cegetista, Hugo Moyano, enojado con lo que consideró una “puesta en escena de quien se cree la dueña de la CGT”, pese a que se trata de una “cómplice” de la flexibilización laboral de los años ‘90.
“Parece que hoy, aquellos que se mantuvieron pasivos durante más de diez años se presentan como los revolucionarios del momento subestimando a las organizaciones que componen el consejo directivo de la CGT”, atacó a Rueda el moyanista Juan Manuel Palacios, titular del gremio de los colectiveros.
La mujer, tal como adelantó Página/12 el último domingo, manifestó su decisión de abandonar la conducción de la central obrera si su propios compañeros y el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, no revén el listado de representantes sindicales en el Consejo del Salario, de donde quedó afuera.
Ese listado llegó a manos de Tomada con el aval de Moyano y José Luis Lingeri, dos de los cosecretarios cegetistas, pero sin el de Rueda, que completa el triunvirato de conducción. Según la mujer, el estatuto reformado en el Congreso unificador de la CGT establecía que todas las resoluciones debían realizarse por consenso y no por simple mayoría. Es decir, que ningún documento de la central sindical tenía validez sin la firma de los tres conductores.
En el Ministerio de Trabajo informaron a este diario que no tienen ningún estatuto en su poder que dijera eso. Y muy cerca de Rueda admitieron recién ayer como probable esa posibilidad. Pero señalaron que los abogados sindicales le entregarán uno a Tomada para que actúe en consecuencia en esta misma semana.
El plazo, más que conminar al ministro, aparece como una necesidad propia de Rueda para resolver internamente un conflicto que no le deparó ninguna solidaridad pública del sector de los “gordos” que representa y sí, en cambio, durísimas críticas de los partidarios de Moyano.
“Muchos gremios estuvimos durante 10 años en lucha y muchas veces fuimos reprimidos, por rechazar frente al Congreso la flexibilidad laboral, que ella aprobó. En ese entonces nunca escuché hablar a los que hoy quieren levantar estas banderas y que desde luego no lo hicieron cuando tuvieron la oportunidad de dirigir los destinos de la CGT”, le pegó Palacios. Aludió así a dos leyes que el gremio de Sanidad –el de Rueda– respaldó: el “acuerdo marco” del ‘94, que hizo perder conquistas laborales, y la flexibilización laboral del gobierno delarruista.
El judicial Julio Piumato, también de las filas de Moyano, cuestionó a Rueda por no lavar los trapitos sucios en casa. “La compañera se equivoca en hablar tanto con los medios lo que no habla en la reunión del consejo directivo. La unidad ha costado mucho hacerla, y se fortalece con seriedad y responsabilidad”.
La cosecretaria siente que la alianza estratégica establecida entre Moyano y Luis Barrionuevo le está licuando poder en la CGT. Y aunque ésta sea una de las razones centrales de su enojo –el gastronómico logró poner su gente en el Consejo del Salario pese a la oposición de Rueda– prefiere poner el acento en aspectos técnicos, como un supuesto no respeto a la ley de cupo femenino en ese ámbito de discusión salarial que se puso en marcha el jueves pasado.
Evidentemente la jugada no le está saliendo como quería. Amén de algún llamado privado, ningún integrante de los “gordos”, los gremios más poderosos de la CGT, salió a expresar públicamente su apoyo. Más aún, uno de ellos, como el mercantil Armando Cavalieri, participó ayer de un encuentro de la “mesa chica” de la CGT para congeniar la propuesta quellevarán al Consejo del Salario, otra muestra de desautorización a las palabras de Rueda, quien, por cierto, faltó a la cita.
Esa reunión, de la que también participaron Moyano, Lingeri y Barrionuevo, se hizo en dos tiempos: arrancó en el edificio histórico de la CGT de la calle Azopardo y siguió en el gremio de los gastronómicos. Allí, como en la Embajada de Francia, donde ayer algunos sindicalistas se toparon con Tomada y su viceministra Noemí Rial, estaban convencidos de que después de lo que consideraban fuegos de artificio todo volverá a su cauce normal.