Lun 01.11.2004

ECONOMíA  › LA PROPUESTA DE WARREN MOSLER

Plan bizarro para la deuda

Es el titular del Illinois Income Investors, un fondo de inversión que maneja 3500 millones de dólares. Y propone que la deuda argentina se pague no en dólares sino en horas-hombre.

› Por Maximiliano Montenegro

Warren Mosler (55 años) es caso extraño en el mundo de las finanzas. Maneja un fondo de inversión (Illinois Income Investors) de 3500 millones de dólares, que se desprendió a tiempo de bonos de la deuda argentina y hoy concentra títulos del Tesoro norteamericano e hipotecas. Construyó un auto deportivo, muy parecido a una Ferrari, para un público selecto, pero menos ambicioso que los clientes de la marca italiana: se puede conseguir por unos 200.000 dólares.
Sin embargo, lo que lo distingue no son sus decisiones como inversor sino su enfoque económico, que él mismo define como “post-keynesiano”. A partir de esa lógica de pensamiento elabora su interpretación de la economía, sugiere negocios a sus clientes y mueve sus propias fichas. Su título académico es un B.A. (Bachillerato en Economía) en una universidad no muy prestigiosa, pero junto con el desarrollo de sus negocios se dedicó a apoyar a grupos de investigadores post-keynesianos en EE.UU. y en Inglaterra. Financia al Cfeps (Centro para el Pleno Empleo y la Estabilidad de Precios) en Kansas City, y al “Cambridge Center for Economic and Public Policy”. Asimismo apoya investigaciones en la Universidad de New Castle de Australia.
En los círculos de negocios se le reconoce su gran manejo y capacidad de anticipación, esquivando los comportamientos de “manada” que caracterizan al sector. Defiende el rol del Estado como empleador de última instancia, y se ha interesado por la experiencia del Plan Jefas y Jefes de Hogar Desocupados, al que rescata como un pieza imprescindible para asegurar la estabilidad social en la Argentina poscrisis. Hoy se candidatea a representante –con voz, sin voto– de las Islas Vírgenes norteamericanas, donde vive, al Capitolio. En esta entrevista telefónica con Página/12 defiende la propuesta más original y desopilante que este periodista haya escuchado para renegociar la deuda argentina.
–Usted propone que los bonos de la deuda argentina sean utilizados para crear puestos de trabajo. ¿Cómo funcionaría ese plan?
–Mi propuesta es renominar los bonos en términos del valor de horas de trabajo. No sé exactamente cuál es el costo salarial de 1 hora de trabajo hoy en la Argentina. Pero supongamos que es 1 dólar. Si usted tiene una deuda a renegociar por un valor de 100.000 millones de dólares, podría canjearla por certificados equivalentes a 100.000 millones de horas de trabajo. El procedimiento sería el siguiente. Usted maneja una multinacional, digamos Microsoft, que tiene que pagar una cantidad determinada de horas trabajadas por mes, entonces al final de mes va al Banco Central con los certificados de deuda, y canjea el cupón del bono para pagar parte o la totalidad de nómina salarial, dependiendo de cuántos bonos tengan en su poder.
–Dejemos para más adelante las dificultades prácticas de la propuesta. ¿Por qué un acreedor del Estado argentino debería aceptarla?
–Porque un acreedor privado podría encontrar un muy buen mercado para sus bonos vendiéndolos a una corporación multinacional. Una multinacional radicada en la Argentina o que planea invertir en el país debe pagar salarios en pesos, necesita comprar trabajo. Segundo, dentro de sus planes de inversión y producción, saben cuántas horas de trabajo necesitarán por los próximos 10 años. Tercero, no deberían preocuparse por la marcha de la inflación o si el peso se aprecia. Esa sería una preocupación del Banco Central, pero no de las compañías privadas, que compraron horas de trabajo.
–¿Cómo se actualizaría el valor de la hora de trabajo?
–El Banco Central debería publicar un índice semanal, o diario, para actualizar el valor en pesos de la hora de trabajo y en base a ese índice debería reembolsar el dinero a las empresas. Obviamente, también debería controlar que el monto de la nómina salarial de los nuevos puestos de trabajo creados por la empresa coincida con el dinero que se canjea por bonos.
–Dentro de este esquema, ¿cómo evitar el descontrol en la emisión monetaria? De hecho, la Argentina debe cumplir estrictas pautas de emisión fijadas en el acuerdo con el Fondo Monetario...
–Primero, más allá de esta propuesta, ustedes no necesitan más del FMI. Segundo, no estamos hablando de monetizar (convertir en pesos) los 100.000 millones de dólares en dos o tres años, estamos hablando de deuda a 20 o 30 años. Tercero, sólo se reembolsarían los pesos a las empresas a cambio de la creación de empleos, lo que se supone se haría para aumentar la producción, es decir que habría también un impacto por el lado de la oferta. No se le está dando dinero a gente que no produce nada, y que va a presionar sobre un mercado de bienes que se mantiene en los mismos niveles de producción. Cuarto, puede haber algún efecto inflacionario, pero a cambio habrá una gran cantidad de nuevos puestos de trabajo, tal vez 1 o 2 millones, motorizando una economía en expansión. No puedo prometerle inflación cero con este plan. Pero no puede decirse que se estará imprimiendo dinero para pagar salarios sin contrapartida. No estamos hablando de subsidios. Serán salarios de puestos de trabajo reales, contratados para aumentar la producción de las empresas. La idea es alentar de una manera agresiva la inversión extranjera directa para crear empleos. Se supone que la principal preocupación del gobierno argentino debería ser cómo reducir los elevados niveles de desempleo, ¿no es así?
–Se supone. Igualmente su plan suena demasiado complicado de llevar a la práctica...
–Pero no lo es. Si la intención del Gobierno es pagar la deuda ésta es la mejor opción.
–¿Comentó su propuesta en círculos financieros de Estados Unidos?
–Lo he presentado en algunos bancos de inversión. Me dijeron que si éste fuera el programa del gobierno tendrían clientes comerciales a quienes venderles los bonos. Pero también me dijeron que el proceso para introducir una propuesta así parece cerrado. Se mostraron dispuestos a discutirlo, pero no ven un canal abierto para discutirlo con el Gobierno.
–Del otro lado del mostrador también está el Fondo Monetario presionando al gobierno argentino para que el tema de la deuda se resuelva de manera rápida y ventajosa para los acreedores.
–Esta es una solución para que la Argentina salga del default. El tema es que tampoco necesitarían más al Fondo. El Estado argentino no necesita tomar prestados más dólares. Con el actual tipo de cambio, podría manejarse perfectamente con pesos. El sector privado es otra cosa. Cuando el sector privado pide prestados dólares y quiebra, la vida continúa, accionistas y tenedores de bonos encuentran la manera para arreglárselas. Cuando un Estado pide prestado en moneda extranjera es muy distinto. El Estado no puede quebrar realmente, y entonces depende de la ayuda de Estados Unidos o del FMI. Tiene que salir de ese círculo.
–El gobierno de Kirchner ha propuesto una importante quita en el capital de la deuda (más del 60 por ciento) y el alargamiento de plazos a más de 30 años. ¿Cómo evalúa esa estrategia oficial de reestructuración de la deuda?
–No creo que haya una adhesión masiva por parte de los bonistas. No estoy seguro de si al Gobierno le preocupa que los acreedores acepten o no la propuesta. Si le interesa me parece más atractiva mi propuesta. En esta propuesta también podría haber una quita. En lugar de 100.000 millones de horas de trabajo, los bonos podrían nominarse por 50.000 millones. Esto puede formar parte de la negociación. Pero más importante que la quita es el concepto: dejar en claro que la única manera en que el Gobierno estaría dispuesto a pagar sería canjeando deuda por horas de trabajo y empleo. El mensaje sería que la prioridad oficial es el crecimiento económico y la creación de puestos de trabajo, una fórmula de la que también se beneficiarían los acreedores.

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