Mar 02.11.2004

ECONOMíA

Un escenario a largo plazo con demasiados supuestos optimistas

El Gobierno se compromete a un superávit fiscal por las próximas tres décadas que la Argentina sólo pudo sostener tres años en toda la historia.

› Por David Cufré

El plan del Gobierno para salir del default se apoya sobre un supuesto básico: durante los próximos treinta años deberá lograrse un superávit fiscal que la Argentina no pudo sostener por más de tres en toda su historia. De 2005 a 2011, el excedente para cumplir con los acreedores será equivalente a 2,7 puntos del Producto Interno Bruto, mientras que de allí a 2017 descenderá una décima por año hasta estabilizarse en 2 puntos. Durante la década del ‘90, el superávit promedio fue de 0,5 de punto del PIB. Para Roberto Lavagna, de todos modos, “esta propuesta no es un parche para tapar el problema de la deuda por uno o dos años, sino que se hizo para ser cumplida”. En el corto plazo, los números le dan la razón con mucho margen. El fuerte aumento de la recaudación impositiva, que en octubre fue del 28,2 por ciento, lo explica en parte.
La AFIP informó ayer que el mes pasado ingresaron 8052,1 millones de pesos, 1770 millones más que hace un año. El IVA volvió a ser el impuesto estrella, con un aporte equivalente a un tercio de la recaudación: 2569,7 millones. Entre enero y octubre, el fisco recolectó 82.197,4 millones, nada menos que un 39,1 por ciento más que en igual lapso de 2003 (ver detalle aparte).
La contracara de la estampida de los ingresos es una política sobria por el lado del gasto. Eso llevó el ahorro fiscal a un nivel record, que tendrá un piso de 7 puntos del PIB este año, considerando el de la Nación y las provincias. El consultor Miguel Bein, ex secretario de Programación Económica del gobierno de la Alianza, se detuvo en este dato para empezar a analizar si la propuesta de reestructuración de la deuda es sustentable. “El Gobierno arranca con un colchón de dinero muy importante, de más de 2 puntos del PIB. Mi estimación es que en 2005 la economía crecerá 5,9 por ciento, por lo que el superávit estará por arriba de la proyección de 2,7 por ciento”, señaló el economista a Página/12. Su conclusión es que, “si se hacen las cosas medianamente bien”, Lavagna podrá cumplir sin sobresaltos los objetivos fiscales del próximo lustro.
A más largo plazo, su respuesta es que “depende del crecimiento de la economía”. “Si uno juzga por lo que ocurrió este año, claramente hay que decir que el plan es sostenible. Si uno juzga por la historia, los compromisos no son nada sencillos”, explicó. La versión del equipo económico, que hace suya todo el Gobierno, es que desde el punto de vista técnico la propuesta es sólida. Pero a esto añaden un aspecto central: la oferta tuvo que combinar dureza con realismo, para conseguir que fuera aceptada por una mayoría de acreedores. El FMI y el Grupo de los Siete países más poderosos ejercieron una muy fuerte presión para que la promesa de pago fuera todavía mayor. “Rompimos temporariamente con el Fondo porque nos negamos a sus demandas”, resaltan en el Palacio de Hacienda.
“El compromiso de superávit es cumplible, pero implica un sacrificio importante”, interpretó Héctor Valle, titular de la consultora FIDE (Fundación de Investigaciones para el Desarrollo). “Supone mantener la tendencia de ajuste del gasto que se manifestó los últimos dos años”, apuntó. El ex director del Indec entre 1990 y 1992 agregó que “la propuesta cierra manteniendo una estructura de remuneraciones del sector público y de jubilaciones, así como del gasto social, bastante magra”. De hecho, ésa es “la plataforma en que se apoya el superávit actual”.
El Gobierno prevé repetir el esquema en 2005. En el proyecto de presupuesto, recuerda Valle, figura “una caída del gasto social en términos reales”. La consultora Cippec lo constató en un análisis detallado de la iniciativa que discutirá el Congreso esta semana. La participación del gasto social, dice en un informe, cae el año que viene 2,2 puntos respecto de lo presupuestado para 2004, por más que en términos nominales haya un aumento. En cambio, las partidas para pagar la deuda crecen 3 puntos.
La conclusión de Valle es que “la sustentabilidad de la propuesta a los acreedores depende de una política de erogaciones restrictiva”. Al igualque Bein, el hombre de FIDE aclara que la condición indispensable para poder pagar la deuda es lograr un crecimiento económico sostenido. El objetivo planteado por Lavagna es de una expansión del PIB del 3 por ciento anual.
“Otro elemento clave, que algunos han soslayado, es que debe mantenerse un dólar alto por mucho tiempo”, aseguró Bein. “De ese modo, las retenciones podrán establecerse como un mecanismo de recaudación permanente. Hoy no son una exacción a los sectores productivos porque el dólar está 25 por ciento por arriba del valor de equilibrio si el Banco Central lo dejara flotar libremente”, evaluó. Valle, por su parte, dijo que parece difícil que el Gobierno pueda avanzar con una rebaja de impuestos por muchos años. “Lo importante sería que hubiera una reforma tributaria que hiciera el sistema menos regresivo”, estimó.

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