ECONOMíA
› ESTALLA OTRO CONFLICTO COMERCIAL DENTRO DEL MERCOSUR
Nuevo pico de tensión con Brasil
El gobierno de Lula habría decidido rechazar los mecanismos de protección del mercado doméstico propuestos por Roberto Lavagna para algunos sectores clave. Reacciones de los empresarios de uno y otro país.
› Por David Cufré
Los diez años del Mercosur, que se celebrarán en veinte días, llegarán envueltos en una nueva pelea entre Argentina y Brasil. La relación entre los socios principales del bloque regional atraviesa –otra vez– un momento de fuerte tensión. Y la novedad que surgió ayer desde San Pablo no hará más que complicar las cosas. El gobierno de Lula da Silva habría decidido rechazar los mecanismos de protección de mercados que había propuesto Roberto Lavagna en septiembre pasado. La Cancillería argentina sería informada oficialmente la próxima semana por una misión técnica que viajará desde Brasilia. En ese clima se realizará el jueves y viernes próximos la cumbre de presidentes del Mercosur en Ouro Preto, el mismo lugar adonde arrancó la experiencia de la integración hace una década.
La estrategia argentina de negociación con Brasil cambió con la llegada del actual gobierno. Néstor Kirchner y Roberto Lavagna pusieron en primer plano la necesidad de cuidar el desarrollo industrial en ambos países, para lo cual propusieron controlar el intercambio de bienes de ese origen y evitar que avalanchas de importaciones arruinen a los productores fabriles. Frente a la resistencia del vecino, el Gobierno terminó por aplicar medidas unilaterales que bloquearon el ingreso de heladeras, cocinas y televisores, entre otros productos. Esa política provocó la reacción de los industriales brasileños, quienes se quejaron por la violación de las reglas del bloque.
La salida que propuso Lavagna a ese estado de confrontación permanente fue acordar una serie de mecanismos automáticos que limiten las importaciones en caso de producirse distorsiones importantes en el intercambio comercial de bienes industriales. En septiembre pasado viajó a Brasilia y allí le explicó en detalle a Lula y a sus principales ministros el plan argentino. En concreto, consiste en aplicar cupos a las importaciones cuando la diferencia de crecimiento del PIB entre ambos países sea igual o superior a 5 puntos o si se producen importantes oscilaciones en el real o el peso. El jefe de Economía tuvo en cuenta que en 2003 la economía argentina creció 8,4 por ciento y la de Brasil, 0,5. Esa diferencia se achicará a menos de tres puntos este año.
El gobierno brasileño se tomó desde entonces para estudiar el tema. Anteayer, en una reunión de gabinete, Lula finalmente habría anunciado que rechazará el esquema de Lavagna. Así lo consignó en su edición de ayer el diario O Estado de Sao Paulo. Y si bien no hubo una confirmación oficial, los empresarios brasileños empezaron a festejar a cuenta. La Asociación Nacional de Fabricantes de Productos Electro-electrónicos (Eletros) le envió una carta a Lula para felicitarlo porque “al tomar esa decisión se posiciona correctamente en defensa de la industria brasileña y contra los ataques proteccionistas de Argentina”.
La negativa causó malestar entre empresarios argentinos, quienes señalaron que confían en que el Gobierno mantendrá firme la política de protección de la industria local. “No me preocupa que las posiciones se tensen, porque es la única forma de empezar a encontrar las soluciones”, indicó a Página/12 un ejecutivo de una gran compañía nacional. “El Gobierno seguirá con las medidas unilaterales”, pronosticó.
El problema que identifican tanto industriales como funcionarios de Economía y la Cancillería es que las diferencias de mercado y de promoción de la industria que existen entre Argentina y Brasil determinan que el grueso de las inversiones del sector se orienten hacia el país vecino. La propia Arcor, que reclama por un desarrollo industrial equilibrado, está levantando plantas fabriles en el norte de Brasil aprovechando las ventajas impositivas y financieras que le otorgan allí.
“Mientras crecimos con la capacidad instalada ociosa estuvo todo bien. Pero ahora llegó el momento de tomar una decisión crucial: poner la plata para aumentar la capacidad de producción. Pero si no se arregla el problema con Brasil, no hay motivos para invertir en Argentina. Es mejor importar desde allá o directamente trasladar la fábrica”, confesó otro industrial en diálogo con este diario. También se quejó porque el gobierno argentino no termina de desarrollar una política industrial consistente. “Hay que admitir que no es culpa de los brasileños que ellos tengan política industrial y un banco de desarrollo y nosotros demos tantas vueltas para hacer cualquier cosa”, agregó.
En Brasil hay empresarios que están planteando que el país debería degradar la jerarquía de integración del Mercosur, para reducirlo a una zona de libre comercio, y que el gobierno de Lula suscriba acuerdos bilaterales con otras naciones, como Rusia e India.
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