Lun 28.02.2005

ECONOMíA  › LAS CLAVES DE LA NUEVA RELACION CON EL FONDO DESPUES DEL DEFAULT

Si hay 80 por ciento el round será otro

› Por Claudio Scaletta

El número final de adhesión a la reestructuración de la deuda se conocerá esta semana. Los operadores creen que el dato final será incluso mejor que los trascendidos y estimaciones del viernes, lo que permitirá al Gobierno dar una nueva buena noticia. Pero haber dejado atrás el default parcial, más allá del éxito conseguido, no borrará de la agenda el problema de la deuda. Argentina seguirá teniendo pasivos en dólares similares a los de antes de la crisis y en torno al 80 por ciento del Producto. Para el Gobierno el primer paso será recomponer el programa con el FMI. Los vencimientos para este año vuelven aconsejable una refinanciación de las obligaciones. Los cambios políticos en Estados Unidos, en el propio FMI y en la relación con España y el resto del G-7 permiten prever buenos resultados. El segundo paso es de largo aliento: consistirá en consolidar una situación fiscal muy sólida.
Cuando esta semana se conozcan los números finales de la reestructuración podrán proyectarse los próximos pasos en la relación con el FMI. También las condiciones en que se reabrirá el canje para los que quedaron afuera. No es lo mismo que la adhesión esté apenas por encima del 70 por ciento a que, como señalan algunos trascendidos, supere holgadamente el 80 por ciento. La diferencia, en realidad, no es menor. Con una adhesión por encima del 80, la actitud con la que Argentina, presionada por el establishment financiero internacional, reabrirá la operatoria sin mejorar condiciones será de fuerza. Algo así como darles durante, por ejemplo, una semana, una chance a quienes tuvieron mala información o fueron erróneamente asesorados. En este caso, el economista Miguel Bein, quien el último año se ubicó a la cabeza de los pronosticadores que consulta el Banco Central, cree que el FMI “no se animará a desafiar la ley de gravedad poniéndose en ridículo”. Si la adhesión es, en cambio, de algo más del 70 por ciento, significará que quedará deuda en default por más de 25 mil millones de dólares. Una cifra similar al default ruso, o de cerca del 15 por ciento del PIB de 2005. En ese caso, la posición será más débil y susceptible a reclamos.
Bein destaca también que ante un canje exitoso existen algunas señales que permiten prever un seguro acuerdo de refinanciación con el FMI. A su juicio, las declaraciones en Davos de Anne Krueger, la número 2 del organismo, adelantaron que en el corto plazo, el Fondo ya no parece obsesionado por las llamadas “metas cualitativas”. Por ejemplo, la reforma de la coparticipación federal. “Hoy Rodrigo Rato es un cobrador”, grafica el economista. Cobra en Rusia, en India, en Brasil, “donde es evidente que pagarle al FMI no es una posición nacional de Lula sino la estrategia del Fondo” y cobró en lo peor de la crisis argentina.
En los últimos seis meses, Argentina le pagó al FMI 2000 millones de dólares. En marzo hay un vencimiento por más de 500 millones, lo que lleva a intuir que cualquier acuerdo no llegará el próximo mes. Hoy, el rol de banquero del Fondo predomina por sobre el de auditor de las cuentas públicas. Se trata de una realidad matemática simple. El organismo se quedó sin capital para afrontar una crisis financiera internacional. Gastó los recursos que le concedió la administración de Bill Clinton en Asia en 1997, en Rusia en el ’98, en Brasil en el ’99 y en Argentina en 2000 y 2001. Y, se sabe, la administración de George W. Bush llegó con otras ideas y poco decidida a financiar a los organismos. La máxima es que cualquier crisis debe ser compartida por los bonistas, en su defecto se cae en situaciones de “riesgo moral”. El nuevo imperativo del Fondo, entonces, es bajar su exposición, cobrarle a sus deudores y recomponer su balance.
–¿En este contexto por qué el FMI aceptaría refinanciar los vencimientos de Argentina? –preguntó este diario a Bein.
–Porque en los últimos dos años Argentina le pagó el 14 por ciento de la deuda, lo que el Fondo pensaba cobrarle hasta fines del 2006, por eso está en condiciones de refinanciar por dos años –fue la respuesta.
Existe además un cambio político. La llegada al gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero significó una mejor relación con España, relación que se vio favorecida por las ganancias de las empresas españolas en Argentina. En 2004 Repsol ganó más de 1500 millones de dólares en el país. El banco Santander ganó a nivel global más de 3000 millones de euros. El BBVA dejó de perder plata. Las telefónicas no tuvieron ajustes de tarifas, pero ganan en un mercado desregulado como el de celulares. Argentina dejó de ser un problema para las empresas españolas, que vuelven a ver en el país una tierra de oportunidades y, se sabe, Rato, el titular del FMI, es también un cuadro del capitalismo español. En algunos países del G-7, además, comenzó a disminuir la animadversión hacia la Argentina. Probablemente continúe siendo un problema Italia, mientras que en otra plaza hostil, Japón, el problema de los bonistas se habría vuelto marginal tras el canje. Empieza a quedar claro que un acuerdo es posible, aunque no automático.
Una segunda cuestión es que haber salido del default supone lograr una situación fiscal muy sólida para evitar caer en nuevos problemas de pago. Los dólares necesarios para afrontar las obligaciones deberán ser comprados con superávit fiscal. A su vez, esto permitirá mantener el dólar en niveles “competitivos”, en torno a los 2,85 pesos en el segundo trimestre. En la situación actual, sin reforma impositiva a la vista, se trata de un esquema que demanda concentrarse en evitar aumentos del gasto.

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