ECONOMíA
› LA DEBACLE DE LOS ALTOS SUELDOS EN PESOS Y DOLARES DESDE LA DEVALUACION
Más pobre que ejecutivo argentino
Los altos ejecutivos de las principales compañías no quedaron al margen del deterioro salarial. Un estudio revela que cayó su poder adquisitivo medido en pesos y que, en dólares, ganan la mitad que los brasileños y un tercio que los mexicanos.
› Por Marcelo Zlotogwiazda
Al igual que casi todos los argentinos, los altos ejecutivos de las grandes compañías que operan en el país sufrieron desde la devaluación un importante deterioro de su poder adquisitivo en pesos y, obviamente, una dramática pérdida de su remuneración medida en dólares. Esto último provocó que en la actualidad los principales directivos de las firmas líderes locales cobren en moneda fuerte apenas algo más que la mitad que sus pares brasileños y cerca de un tercio que sus colegas mexicanos.
Los resultados de un relevamiento que la consultora Marcú & Asociados realizó en febrero pasado en las tres principales economías latinoamericanas, que abarca puestos jerárquicos de firmas que facturan entre 100 y 300 millones de dólares, muestran que el cargo más alto (presidente o country manager) en la Argentina recibe en promedio un total de 188.000 dólares: aproximadamente 130.000 dólares de remuneración fija y el resto por pagos variables en concepto de, básicamente, bonos o premios. Al tipo de cambio vigente, eso representa un ingreso anual de 550.000 pesos, o el equivalente a algo más de 46.000 pesos por mes.
Para los cargos de gerentes y analista financiero, los ingresos totales en dólares se ubican en 81.000 y 13.500 dólares anuales respectivamente, lo que representa el equivalente mensual de casi 20.000 pesos en el primer caso y de alrededor de 3300 pesos para el analista.
Marcela Angeli, directora de Recursos Humanos de Marcú & Asociados –consultora que a nivel internacional es afiliada de la reconocida consultora Towers Perrin– señaló a Página/12 que “para el ámbito local los valores encontrados confirman el fuerte deterioro en el ingreso real de los ejecutivos que se produjo desde el estallido de la crisis”. Según el seguimiento de remuneraciones que realizan, a partir de la devaluación de principios de 2002 los puestos más altos de las empresas líderes tuvieron reajustes en pesos de entre un 35 y un 40 por ciento, bastante menos que el 55 por ciento de inflación acumulada. La especialista agrega que “en realidad el deterioro es bastante mayor, ya que la canasta de consumo de la clase alta se encareció casi el doble que la canasta general que mide el Indec”.
Si los ingresos de presidentes, gerentes y empleados jerárquicos se rezagaron respecto de la evolución del costo de vida, mucho más aún se retrasaron respecto del dólar. Es así que actualmente resultan mucho más baratos que sus pares que trabajan en los otros dos países donde se realizó la encuesta. La diferencia para los tres cargos es notable en la comparación con Brasil, donde cobran casi el doble, y ni hablar en cuanto a México, donde ganan cerca del triple (ver cuadro).
Si bien es cierto que para tener una idea apropiada de las diferencias de poder adquisitivo, habría que tomar en cuenta no sólo los ingresos en dólares sino también el costo de vida en moneda fuerte en cada uno de los tres países, la brecha de ingresos entre los argentinos por un lado y los brasileños y mexicanos por el otro, es tan abismal, que permite afirmar sin riesgo a equivocación, que aunque las canastas de consumo en dólares fueran más altas en Brasil y México nunca compensarían la desventaja remunerativa de los argentinos.
Además, esta distorsión pudo verificarse empíricamente con los siguientes ejemplos que cuenta Angeli. “Se dieron casos en empresas multinacionales de responsables regionales que tenían base en Buenos Aires y que cobraban en dólares mucho menos que personal a su cargo de filiales en Chile o en Uruguay.” La entrevistada recuerda también que hubo muchos altos ejecutivos que se fueron a trabajar al extranjero dentro de la misma corporación o incluso cambiando de empresa porque ganaban tan poco en dólares que era muy fácil llevárselos. “Eso se dio fundamentalmente en el 2002 y 2003, cuando encima de los bajos sueldos incidía el miedo por los problemas de inseguridad”, explica Angeli.
Si bien las perspectivas macroeconómicas para el 2005 son propicias para imaginar una recomposición en los sueldos altos tanto en pesos como en dólares (dadas los pronósticos de estabilidad para el tipo de cambio), a lo largo del año entrarán en vigencia modificaciones normativas que encarecerán el costo laboral de los ejecutivos top, y por ende les complicarán el panorama de aumentos remunerativos. Se trata de que a partir de abril pasarán a estar gravados para el pago de aportes patronales los sueldos hasta 10.000 pesos (hoy el tope es 8000 y hace no mucho era 4800); y a partir de octubre se elimina el techo, es decir que todo el sueldo quedará gravado. “Son muy pocos los ejecutivos y las empresas que hoy son conscientes de esas modificaciones que se vienen”, señala Angeli. Es un ejemplo más del cortoplacismo imperante.