Primero fueron los frigoríficos, después los productores avícolas y hoy es el turno de los lácteos. El Gobierno tiene previsto firmar esta tarde un acuerdo con el Centro de la Industria Lechera para reducir los precios del sachet de leche, el yogur base y distintos tipos de queso de consumo popular. Las bajas irían del 4 al 8 por ciento y serían aplicadas por 90 días. Como en los casos anteriores, el convenio será suscripto por el secretario de Agricultura, Miguel Campos. La negociación no fue sencilla. Los empresarios afirman que los incrementos dispuestos hasta ahora fueron “indispensables” para cubrir la suba de sus costos, y algunos analizan aumentar los productos de primera calidad para compensar la caída de facturación que registrarán por otro lado.
Los representantes de la cámara láctea estuvieron ayer en Agricultura y volverán hoy temprano. La Casa Rosada aspira a que el anuncio de las rebajas se formule esta tarde, aunque podría haber alguna demora. “Nadie quiere estar en conflicto con el Gobierno, pero lo que nos están pidiendo no es sustentable”, aseguró en diálogo con Página/12 un empresario destacado del sector. Su argumento fue que las compañías no están inflando sus márgenes de rentabilidad, sino respondiendo al aumento de costos. “El precio de la materia prima pasó de 13 centavos el litro antes de la devaluación a 47”, ejemplificó el ejecutivo. También dijo que subió el valor de los envases, entre otros insumos, y se aplicaron mejoras salariales.
En el Ministerio de Economía tienen otra visión. Cerca de Roberto Lavagna sostienen que la industria láctea está aprovechando el aumento del consumo interno y la mejora en el precio internacional de la leche en polvo para multiplicar ganancias. También recuerdan que el 40 por ciento de la inflación de febrero fue responsabilidad de los ajustes en lácteos y carnes. La preocupación oficial se explica en que esos productos son esenciales en la canasta básica de alimentos, que determina la línea de la indigencia. Por más que la economía crezca un 9 por ciento, si esos rubros se encarecen los indicadores sociales mostrarán una recuperación mucho más lenta.
El acuerdo con la industria láctea se hará sobre los productos de consumo popular: el sachet de leche, que bajaría 4 por ciento; un yogur estándar (seguramente el sachet de yogur bebible), que caería 8 por ciento, y los quesos cremoso y barra (para cortar en máquina), que disminuirían entre 5 y 6 por ciento. “Estas rebajas son soluciones de muy corto plazo. Pero entendemos la necesidad del Gobierno”, insistió el empresario del sector, quien admitió que en su compañía, una de las líderes, estudian aumentar los precios de otros productos orientados a consumidores de mayor poder adquisitivo.
La crisis de 2001 había impactado de lleno en la industria láctea. De los 231 litros de leche per cápita que se consumían en 1999 se bajó a 175 en 2003. Pero el año pasado comenzó a notarse la recuperación y se llegó a los 185, mientras que para este año se espera que vuelva a trepar por encima de los 200. La producción, por su parte, reaccionó un poco más rápido por el aumento de las exportaciones. Este año se terminará de recuperar la caída de 23 por ciento que experimentó el sector entre 1999 y 2003. De los 8360 millones de litros de leche producidos en 2004, se pasaría a 10.300 millones. Esa suba elevaría el nivel de exportaciones, que pasarían de 2700 millones de litros a 4600 millones.
Más allá del acuerdo con los productores lácteos, el Gobierno está teniendo problemas para lograr que la caída en el precio de cinco cortes populares de carne se traslade a los consumidores en las carnicerías (ver aparte). Estas dominan el 60 por ciento del mercado. La subsecretaria de Defensa del Consumidor, Patricia Vaca Narvaja, reconoció las dificultades y dijo que se iniciará una negociación con carnicerías y autoservicios para que apliquen las rebajas.