ECONOMíA
› ACELERAN LOS PLAZOS PARA DEFINIR CON EL FMI
Con el Fondo, en cuenta regresiva
En Economía ya saben que tienen que normalizar la relación con la entidad, ya que simplemente no hay fondos propios para enfrentar los vencimientos. El problema de los bonistas rebeldes y el calendario de encuentros.
› Por Marcelo Zlotogwiazda
En el Palacio de Hacienda están seguros de que la relación con el Fondo Monetario Internacional se va a definir pronto. Para bien o para mal, pero sin duda alguna pronto. El motivo de tanta certeza es que descartan que la negociación pueda prolongarse demasiado manteniendo el flujo de pagos al organismo como lo vienen cumpliendo religiosamente desde hace más de un año, por la sencilla razón de que los números no dan para seguir afrontando con recursos propios los cuantiosos vencimientos que hay en los próximos meses: en lo que resta del año vencen nada menos que 2500 millones de dólares. La definición podría comenzar a negociarse a primer nivel dentro de diez días en Washington, en un encuentro entre el ministro Roberto Lavagna y el director gerente Rodrigo Rato al término de la asamblea anual conjunta de primavera del FMI-Banco Mundial.
El primer escollo para que la definición sea a favor de un acuerdo de refinanciación que alivie el flujo de pagos y mantenga el vínculo en buenos términos es la creciente presión por parte del organismo para que la Argentina ponga en marcha lo que ellos denominan una “estrategia realista” con los acreedores que no adhirieron al canje de deuda (los llamados holdouts). No es casual que en el lapso de los últimos diez días, Rodrigo Rato, su vocero Thomas Dawson el viernes pasado en conferencia de prensa, y antes la secretaria de Estado Condoleezza Rice ante el canciller Rafael Bielsa, hayan empleado el mismo término como condición para un acuerdo. Si bien ninguno profundizó sobre el contenido de una “estrategia realista”, no pretenden otra cosa que exigir alguna solución para los holdouts.
La gente de Roberto Lavagna ha optado por no trenzarse en una batalla de declaraciones públicas, más allá de la repetida negativa a la posibilidad de reabrir la operación de canje. Pero puertas adentro señalan que la “estrategia realista existe, pero es seria y se maneja profesionalmente, lo que significa que de ella no se habla hasta que sea necesario”.
Palabras parecidas a ésas usó hace unos días el secretario de Finanzas Guillermo Nielsen ante sus colegas del Grupo de los 20, que se reunió en Londres.
Si bien de esas palabras se puede interpretar que no hay del lado argentino un rechazo contundente a ofrecer alguna solución a los holdouts, los funcionarios que negocian no dejan pasar oportunidad para recordar que el prospecto del canje advertía que los que no aprovechaban la oportunidad corrían el riesgo de quedar en default permanente. Claro que “correr un riesgo” implica que hay alguna probabilidad de que se lo evite. En resumen, siempre hay tiempo de abrir una ventana de negociación y dar marcha atrás con la negativa tajante si lo consideran adecuado.
En Economía no disimulan el enojo acerca de que el Fondo insiste mucho más en presionar a favor del 24 por ciento del vaso vacío que en reconocer como un gran logro el 76 por ciento de aceptación del canje. Entienden que esa actitud obedece menos a un interés concreto por defender los intereses de fondos buitres o de jubilados italianos que a una necesidad de retomar mayor protagonismo y erigirse en árbitros en lo que resta del partido. Creen que Rato, Anne Krueger y todos los que según los negociadores argentinos apostaban en silencio para que el canje fracasara “no se bancan” el resultado obtenido.
No dejan de reconocer que los inconvenientes de último momento que aparecieron a partir de la decisión del juez Thomas Griesa, que en la práctica trabó la materialización del canje, hizo que “muchos que estaban muertos se levantaran nuevamente”. No obstante, sobre el canje en sí dan casi por descontado –de acuerdo a la evaluación del estudio de abogados Clearly and Gottlieb– que los Tribunales de segunda instancia van a terminar fallando a favor de la Argentina y que más temprano que tarde la operación se va a concretar. Luego de su paso, primero por la Asamblea del BID en Japón y luego por Alemania como parte de la delegación presidencial, Lavagna llegará a Washington con la agenda preparada para, una vez finalizada la Asamblea Anual del FMI-Banco Mundial, comenzar a negociar un nuevo acuerdo cara a cara con Rodrigo Rato.
Las negociaciones van a ser encaradas partiendo de algunas premisas. Una es, como ya se vio, que el Fondo está herido por el éxito del canje. Otra idea que manejan, de implicancias imprecisas pero tal vez muy relevantes, es que el Fondo es un organismo “en extinción”, aunque no descartan que la agonía puede llevar largo tiempo. Al respecto, creen que Estados Unidos le está quitando apoyo, y ponen como ejemplo la ya crónica negativa del gobierno de ese país a aumentar su aporte a la institución y la falta de llegada que tanto la subdirectora Anne Krueger como la representante de ese país en el Directorio tienen con la Casa Blanca. Esto último, señalan en Economía, deja al Fondo mucho más supeditado que antes a las decisiones que se toman en Europa, y, en el caso especial argentino, mucho más influenciado por el lobby italiano.
En el mismo sentido, consideran que la designación al frente del Banco Mundial de un personaje como Paul Wolfowitz (un halcón que era el segundo del Pentágono, de mucha confianza de George Bush y con altísimas responsabilidades en nada menos que el Medio Oriente y la lucha contra el terrorismo) es una señal que podría estar indicando que el gobierno de los Estados Unidos va a canalizar de ahora en adelante su estrategia geopolítica-financiera mucho más a través del Banco Mundial que del FMI.
De todas maneras, y más allá de las conjeturas, lo cierto es que por el momento la relación determinante para la Argentina sigue siendo con el Fondo y que la negociación a encarar es con esa entidad antes que con ninguna otra. Entre otras razones, porque la deuda con ese organismo es la más acuciante en tiempo y en monto. En lo que resta del año hay vencimientos por algo más de 2500 millones de dólares (ver cuadro), a lo que hay que sumar en el capítulo organismos internacionales más de 1000 millones adicionales con el BID y el Banco Mundial.
Desde marzo del año pasado el Gobierno está pagando puntualmente sin recibir nada a cambio, pero los números no dan para continuar así por mucho tiempo, a menos que se haga un uso poco recomendable de las reservas del Banco Central (algo que en su momento se evaluó en la Casa Rosada pero que fue razonablemente descartado). Por esa razón, la negociación que está por comenzar va a tener un desenlace “rápido”, según la expectativa de los propios negociadores. No quieren que se dilate en el tiempo y mientras tanto seguir pagando como hasta ahora. Se va a terminar pronto. Con acuerdo o sin acuerdo, pero rápido, dicen en Economía.
Cuando se les pregunte en qué medida pueden servirse durante la negociación de la amenaza de defaultear esos pagos dejando de considerarlos acreedores privilegiados, responden que con esas cosas hay que “ser muy prudentes”, porque cuando de un lado alguien se endurece, del otro lado se abroquelan.
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