Sáb 11.05.2002

ECONOMíA  › PRESION DE LAS ELECTRICAS PARA AUMENTAR TARIFAS

El último que apague la luz

› Por Raúl Dellatorre

La Secretaría de Energía aprobó ayer formalmente las tarifas estacionales de invierno para el Mercado Eléctrico Mayorista, que en la práctica implica un aumento del 15 por ciento en el precio de la energía que pagan las distribuidoras. Este aumento sólo cubre la incidencia en el costo de generación del aumento de los combustibles (fuel oil). Es decir, que todo el excedente en el precio (que pagará el usuario final) irá a la caja de las petroleras, sin beneficio para las generadoras, transportistas o distribuidoras, que permanecen bajo el congelamiento de precios dispuesto por la Ley de Emergencia durante seis meses. Desde el sector eléctrico, se señala que dicha medida provocará inconvenientes a muy corto plazo, porque ya se están dejando de cubrir los costos financieros y de amortización de capital. “El congelamiento fue un error, y se va a pagar con cortes en el servicio o con una explosión de las tarifas en algún momento”, sugirió un especialista que suelen consultar en Economía.
La devaluación sin un modelo de sustitución a la convertibilidad –que es mucho más que plantear cuál es el sistema para determinar el valor del dólar– convirtió al mercado energético en una suerte de ley de la selva, en la que incluso algunos ex poderosos hoy están del lado de los perdedores. Las petroleras fijan libremente el valor del combustible. En cambio, generadoras y distribuidoras eléctricas están bajo un régimen de regulación de tarifas. Según lo define el marco regulatorio, el sistema es simplemente “tomador” de precio del fuel oil, que lo traslada hacia adelante hasta recaer en la tarifa. Nadie parece haber previsto que la estabilidad no era eterna. Tampoco previeron este nivel de inflación los que a principios de este año dispusieron un congelamiento de tarifas por seis meses.
Aunque en condiciones no idénticas, las concesionarias se quejan de las crecientes dificultades para poder atender, además de los gastos de operación y mantenimiento, sus compromisos financieros y la amortización de sus inversiones. Algunas están fuertemente endeudadas en dólares, otras se proveían de insumos importados que difícilmente encuentre sustitución en piezas producidas localmente. “No es una fantasía pensar que en algún momento una distribuidora o generadora devuelva las llaves de la empresa y se retire del país; en definitiva, los bancos ya están dando el ejemplo de que ello es posible”, señaló un experto en el sector. En la práctica, ese proceso estaría precedido de otro período de caída del servicio, con interrupciones del suministro en las que, por ahora, no hay funcionario que se anime a pensar. Según una fuente del sector público, “el congelamiento de tarifas fue una locura, porque para el salto que va a tener que pegar para recuperar un nivel retributivo después de seis meses, es probable que al Gobierno no le den las piernas”.

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