ECONOMíA › LOS INDICADORES SOCIALES MEJORAN PERO A UN RITMO MAS LENTO
Efecto inflación y trabajo en negro
La suba de precios del primer trimestre ha impactado negativamente en los ingresos. A la vez, recientes informes del mercado laboral revelan que se ha definido una base “estructural” del empleo informal. Ambos factores afectan con más intensidad a los sectores más postergados.
Por Claudio Scaletta
La recuperación de los indicadores sociales, que mostraron gran dinamismo durante el bienio 2003-2004, parece haber comenzado a debilitarse, una situación que se agrava tanto por la mayor inflación como por la persistencia “estructural” del trabajo en negro, factores ambos que impactan especialmente sobre los sectores de menores ingresos. Así lo muestra la evolución reciente del empleo y de los salarios presentada en el informe de abril de la Sociedad de Estudios Laborales (SEL).
El crecimiento del nivel de empleo durante 2004 fue del 7,8 por ciento, uno de los niveles más altos de los últimos años. Sin embargo, si este crecimiento “se desagrega por trimestres puede observarse una desaceleración significativa”. Tomando los extremos, en el primer trimestre de 2004 el empleo creció a una tasa interanual del 9,5 por ciento y en el último a una del 5,9 por ciento, esto es, disminuyó en un tercio.
Según la consultora que dirige el economista Ernesto Kritz, un dato positivo fue la mejora en la formalidad de los nuevos empleos. En 2004 se registraron 430 mil trabajadores, el equivalente al 60 por ciento de la generación total de empleo urbano. La tendencia se prolongó durante el primer bimestre de 2005, cuando según el Ministerio de Trabajo el empleo formal creció a una tasa anualizada del 6,6 por ciento.
El problema es que la buena noticia para el largo plazo, la mayor formalización de los nuevos empleos, es mala para el corto. La desaceleración de la creación de trabajo se produce especialmente en el sector informal, el que coincide con los sectores de menores ingresos.
La interpretación económica que la SEL realiza de este fenómeno es que en la medida en que el sector formal se recupera, reemplaza a los bienes y servicios presumiblemente de menor calidad, provistos antes por el sector informal.
La pérdida de dinamismo del empleo informal, entonces, se refleja de manera directa en la reducción de la indigencia. Así, mientras en 2003 salieron de esta situación 2,3 millones de personas, una caída relativa del 24 por ciento, en 2004 la baja fue de 700 mil, el 12 por ciento.
La actual segmentación del mercado laboral muestra que sólo el 21 por ciento de los ingresos del quintil con menores recursos, el que coincide mayoritariamente con los hogares pobres indigentes, proviene del empleo formal. En el segundo quintil, integrado por hogares pobres no indigentes, el empleo formal representa algo más de un tercio, mientras que en los dos superiores, más del 50 por ciento de los ingresos proviene de salarios de trabajo registrado.
Un segundo fenómeno es que la desaceleración de la generación de empleo fue acompañada por el estancamiento del salario real, no solo por la caída de la demanda de empleo, sino por efecto de la inflación. Luego de recuperarse 9 puntos desde el piso de 2002, el salario real dejó de crecer en el primer trimestre de 2004, mientras que en el cuarto trimestre su nivel fue incluso levemente inferior. Si bien el aumento por decreto en enero de 2005 revirtió esta tendencia, generando un crecimiento del 1,7 por ciento en el primer trimestre, la actual preocupación por el impacto de estas medidas sobre la inflación permite prever que, al menos en el corto plazo, no se repetirán.
En base a este conjunto de datos, la SEL considera que en adelante “la mejoría de los indicadores sociales será considerablemente más lenta que en el bienio pasado”. Sin aumentos por decreto en el horizonte, la situación del ingreso de los hogares dependerá del equilibrio de 3 factores:
- La evolución del empleo, que crecerá más despacio.
- La distribución del crecimiento entre los sectores formal e informal.
- El balance entre los asalariados con capacidad de negociación y la evolución que finalmente registre la inflación.
El informe concluye que en el actual escenario la política de ingresos quedará subordinada al control de la inflación.