Mar 24.05.2005

ECONOMíA

Dolphin Fund pegó el salto sobre los cables de Edenor

El grupo inversor que comanda Marcelo Mindlin hizo honor a su nombre: como delfín en el agua, se movió ágil e inteligentemente para posicionarse como el elegido por EDF para ser el comprador de sus acciones. Su apuesta es la reestructuración de la deuda de Edenor.

› Por Claudio Scaletta

Dolphin Fund, el grupo inversor que comanda el empresario Marcelo Mindlin, será el nuevo accionista mayoritario de Edenor. Así lo dejaron entrever en París voceros de Electricité de France (EDF). La selección de Dolphin fue realizada por el banco de inversión JP Morgan entre un total de 6 ofertas. Según dijeron a este diario fuentes cercanas a la negociación, la clave de la elección residió en la oferta para reestructurar la deuda de la distribuidora, que asciende a 512 millones de dólares, y adicionalmente, en la opción de que EDF continúe participando del negocio manteniendo el 30 por ciento de las acciones y la operación técnica.
“EDF destaca que este lunes (por ayer) inició negociaciones exclusivas con el fondo de inversión Dolphin de Argentina por la posible venta de su participación mayoritaria en la eléctrica Edenor”, se informó en Francia. Literalmente, significa que la venta no está concretada, pero la realidad es que sólo resta completar el proceso formal. Fuentes del grupo Dolphin dijeron a este diario que “el perfeccionamiento” de la operación demandará alrededor de 30 días. “Ahora viene el trabajo de los abogados”, que es largo. “En Transener nos llevó 35 días”, recuerdan.
En 2004, a través de un proceso gradual, Dolphin compró el 50 por ciento de la acciones de Citelec, firma que controla el 65 por ciento de la transportadora Transener, la empresa que opera el 95 por ciento de la red de alta tensión de la Argentina. El otro 50 por ciento de Citelec pertenece a Petrobras. Ahora, si EDF conserva el 30 por ciento de las acciones, Dolphin también controlará, al menos, el 60 por ciento de Edenor. El 10 por ciento restante pertenece a los empleados, pero también están en venta.
Las primeras tareas del grupo Dolphin en Edenor serán muy similares a las que llevó adelante en Transener. En esta última firma, que el propio Mindlin preside desde septiembre pasado, se debió reestructurar una deuda de 570 millones de dólares. El proceso fue exitoso, tanto en términos de quita como de mejora en los plazos. Los 570 millones iniciales se redujeron a 280 y pagaderos hasta 2016. Los 512 millones de Edenor no escapan a las simetrías. Pero los paralelismos no se agotan en los montos adeudados. La mayor parte de los acreedores de las dos empresas son los mismos y, siempre según fuentes de Dolphin, están dispuestas a sentarse a negociar. Sobre todo cuando parte de la deuda se encuentra en mora desde la devaluación.
Por el lado de los ingresos futuros, en tanto, en Dolphin están más cerca de los tiempos gubernamentales. “Creemos que las tarifas deben renegociarse, pero también sabemos que el momento para hacerlo no es el actual”, afirman. La respuesta a la pregunta sobre el tratamiento que seguirán en el Ciadi, el tribunal arbitral del Banco Mundial, donde existe un reclamo de Edenor por la pesificación de los contratos, fue menos contundente. “Es demasiado pronto para ese planteo”, consignaron.
Quienes serán los nuevos controlantes de Edenor no quieren hablar todavía de los montos involucrados en la operación, pero rechazan las versiones que sostenían que el grupo, desde tiempo atrás, había comenzado a adquirir parte de los pasivos de Edenor. También descartan que los recursos para las adquisiciones provengan principalmente del exterior. “Lo mismo se dijo cuando compramos Transener, sin embargo, el 40 por ciento de la operación fue con fondos propios”, aclaran. ¿La proporción se mantendrá en el caso de Edenor? “Probablemente no. Es muy difícil hacer negocios de esta magnitud solamente con fondos propios, pero ser un fondo de inversión fue nuestra estrategia de financiamiento”, responden.
Cuando se refundó el grupo en 2003, luego de la ruptura de IRSA, la compañía que Mindlin integraba junto a Eduardo Elsztain, quedó definido que el negocio se concentraría en dos rubros, fusiones y adquisiciones, y reestructuraciones de deuda. En ese momento Dolphin reconocía que sólo el10 por ciento de los fondos que disponía eran capital local, mientras que el resto provenía del exterior, fundamentalmente de Estados Unidos. Queda claro que el lugar común del burgués nacional queda subordinado a otro lugar igualmente común, el del carácter apátrida del capital. De lo que no cabe duda es que los nuevos operadores de algunas de las privatizadas de los ’90, sí son locales y, como tales, depositarios de un “activo intangible” frente a sus pares del exterior: su mayor capacidad de negociación con el poder político local, un valor agregado indispensable cuando llegue el momento de ajustar tarifas.
Pero no es ésta la única causa por la que empresarios que provienen del sector financiero como Marcelo Mindlin se instalan como nuevos jugadores exitosos en el sector real de la economía. Las reestructuraciones de deuda como motor de los procesos de fusiones y adquisiciones, en particular en los períodos postcrisis, han sido históricamente el vehículo a través del cual el capital financiero avanzó sobre los sectores reales. Está claro que el know-how de Mindlin no reside en su conocimiento del sector energético, aunque prevea su potencialidad en una economía en crecimiento sino en los procesos de valorización a través de la reestructuración de pasivos.

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