Dom 14.08.2005

ECONOMíA

A Lavagna le gusta que le digan codito de oro

Un informe del Ministerio de Economía revela que el superávit fiscal del primer semestre fue de 4,5 puntos del PIB. También dice que el gasto real cayó 19 por ciento desde la devaluación.

› Por David Cufré

El Ministerio de Economía acaba de publicar un informe muy revelador sobre la evolución del gasto público. El primer dato impactante es que el superávit fiscal primario ascendió a 4,5 puntos del PIB al término del primer semestre. La cifra supera por mucho el 3 por ciento que el Gobierno levanta como bandera en sus negociaciones con el FMI. De acuerdo con la versión oficial, ése es el límite máximo que se puede comprometer como excedente fiscal, aunque en los hechos ocurra otra cosa. El segundo gráfico que desmiente a quienes afirman que hay un desborde del gasto muestra que, en términos reales, hoy es inferior al de 2001.
Fernando de la Rúa utilizó entre enero y junio de su último año como presidente 34.718 millones de pesos para financiar al Estado. Néstor Kirchner gastó en el mismo período del presente ejercicio 31.857 millones. Es un 8,2 por ciento menos. El cuadro que elaboró el equipo económico explica que se trata del gasto primario real. Es decir, las cifras descuentan la incidencia de la inflación y se trata de las erogaciones realizadas antes del pago de la deuda. Además, se aclara que no están contempladas las transferencias a las provincias por coparticipación, “ya que no representan un gasto del sector público nacional”.
El gráfico detalla la evolución del gasto entre 1999 y 2005, siempre durante el primer semestre, para hacer los resultados comparables (ver detalle aparte). El promedio de 1999 a 2001 fue de 34.460 millones de pesos. En cambio, el promedio del lapso 2002-2005 trepó a 27.890 millones. En este caso, “la disminución fue del 19 por ciento”, como destaca el propio documento oficial. La conclusión es que después de la devaluación se produjo una profunda caída del gasto real que, como se vio antes, todavía no terminó de revertirse.
En el mismo informe se menciona el progreso del gasto nominal entre 2003 y el primer semestre de este año. Como es lógico, debido al aumento de precios que siguió a la caída de la convertibilidad se aprecia una suba constante. Así, en el primer trimestre de 2003 el gasto nominal –base caja, también sin transferencias a las provincias– tuvo un promedio mensual de 3824 millones de pesos, mientras que en igual período de 2004 llegó a 4699 millones y este año avanzó hasta 5621 millones. El último dato disponible es el de abril a junio últimos, cuando el gasto nominal se ubicó cada mes en promedio en 6312 millones.
El documento parece una respuesta de Roberto Lavagna a quienes le achacan por derecha haber cedido a las presiones políticas para aumentar el gasto en medio de la campaña electoral. Quienes así lo afirman se apoyan en el crecimiento nominal de las cifras, pero lo sustancial es la evolución real de las erogaciones. Como queda claro, estas últimas aún van rezagadas en relación con los años previos a la devaluación.
La Secretaría de Hacienda difundirá en los próximos días los resultados fiscales de julio. De acuerdo con la estimación promedio de los bancos, analistas y universidades que participan de la encuesta de expectativas del Banco Central (REM), el superávit primario del mes pasado alcanzó los 1626 millones de pesos. De ser así, el resultado será prácticamente igual al de julio de 2004, cuando el excedente subió a 1653 millones. No hay motivos, entonces, para suponer que se produjo un desfasaje entre el crecimiento de los ingresos y el ascenso del gasto.
Lavagna lo remarcó el jueves y viernes últimos, cuando dijo que “la solidez fiscal es absoluta prioridad” y que “el Presidente está totalmente de acuerdo” con esa postura. Hasta en el programa de Mirtha Legrand se quejó de los funcionarios que reclamaron mayores partidas presupuestarias para 2006. “La propia gente de Economía, no sólo los colegas del Gabinete, se descolgó con pedidos absurdos”, admitió. El ministro calculó las solicitudes adicionales en 30.000 millones de pesos y aseguró que “recortaremos esos pedidos que son absolutamente desmedidos”.
El jefe de Hacienda defiende un superávit primario –antes del pago de la deuda– que en el primer semestre ascendió, de acuerdo con datos oficiales de su cartera, a 11.619 millones de pesos. Eso equivale a 4,5 por ciento del PIB. Según explicaron en Economía, por una cuestión estacional el excedente de la primera mitad del año siempre es superior al de la segunda. La principal razón es que en abril y mayo se liquida la parte sustancial del impuesto a las Ganancias. En función de ello, los funcionarios estiman que el resultado global de 2005 mostrará un superávit primario de entre 3,6 y 3,8 puntos del PIB. Lo mismo consideran quienes intervienen en la encuesta del Banco Central. En 2004, el superávit de la Nación fue de 3,9 puntos del PIB.
El documento de Economía resalta que “desde mayo de 2002 se revirtió el signo deficitario de las cuentas fiscales, producto de la contención del gasto público y el aumento en la recaudación tributaria”. Los principales afectados por el ajuste son los empleados públicos y los jubilados. Los primeros tuvieron una recomposición promedio de sus haberes del 17 por ciento desde la devaluación, cuando la inflación acumuló 64,5 puntos. En el caso de los jubilados, una investigación del diputado y economista de la CTA, Claudio Lozano, revela que sus ingresos cayeron en promedio 17 puntos desde la salida del uno a uno. El haber medio era entonces de 329 pesos y en la actualidad es de 451.
Lozano denunció en otro trabajo al que accedió Página/12 que el Gobierno repite una práctica que le permite administrar sin control parlamentario sumas importantes de recursos. “El mecanismo consiste en subestimar la recaudación que se plantea en el presupuesto y subejecutar el gasto”, advierte. Con ello, “reduce el costo político de discutir opciones alternativas para el destino de los fondos en juego”. Un análisis de los números presupuestados y efectivamente ejecutados permite llegar a las siguientes conclusiones:

- La recaudación se había calculado en 81.583 millones de pesos y fue de 101.124 millones. La diferencia ascendió a 19.541 millones, de los cuales le quedaron a la Nación 13.139 millones luego de las transferencias a las provincias. Ese dinero “fue asignado sin intervención del Congreso”, protestó Lozano.

- El gasto presupuestado llegaba a 69.222 millones de pesos, de los cuales se utilizaron 64.275 millones. Es decir, hubo una subejecución del 7,1 por ciento, equivalente a 4947 millones de pesos.

- El total de recursos adicionales de la Administración Nacional fueron 18.086 millones. Ese dinero fue utilizado para pagar deuda. Lozano puntualizó, apoyado en información oficial, que “en 2004 las transferencias fiscales por deuda ascendieron a 22.294 millones de pesos, lo que representa 5 puntos del PIB, más que el famoso 3 por ciento que enfatiza el discurso presidencial”. Ese porcentaje, además, estuvo por encima del promedio de la década del ’90, cuando se destinaba el 2,3 por ciento del PIB para pagar deuda.
Este año está ocurriendo lo mismo que en 2004, debido a que la economía, la recaudación y el superávit son muy superiores a los previstos.

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