La inflación de agosto cerró en el 0,5 por ciento, aunque todavía falta procesar algunos datos y anoche técnicos del Indec informaron a Lavagna que el número final, que se conocerá oficialmente el próximo lunes 5 de septiembre, podría ser también 0,4. La buena nueva fue recibida con satisfacción en Gobierno, si se tiene en cuenta que algunos consultores, como el economista Orlando Ferreres, hablaban días atrás de que el IPC de agosto alcanzaría al 0,9 por ciento. Sin embargo, los números de precios del mes vuelven a encender luces amarillas en el rubro alimentos, el de mayor peso en la canasta de los pobres, que triplicó la suba del índice general, con remarcaciones en productos básicos como carnes, pollos, lácteos, fideos y aceites.
En la inflación de agosto jugó muy a favor la estacionalidad en los rubros “indumentaria” y “esparcimiento” (turismo), que en julio habían operado muy en contra. El primero tuvo una caída de más del 2 por ciento, por las liquidaciones de invierno: “Hubo ofertas con rebajas muy agresivas en ropa, importada o nacional, tanto de marca como berreta, es decir, la orientada a un público más masivo”, dijo a este diario un funcionario de Economía, devenido en sutil analista del mundo de la moda. En cuanto al turismo, el fin de la temporada alta invernal también redundó en una fuerte caída en los valores.
Más allá del pronóstico, groseramente fallido, de Ferreres, de la encuesta que releva el Banco Central entre todos los consultores privados se llegaba a un “consenso” de que la inflación de agosto sería del 0,7 por ciento.
El 0,5 por ciento con que cerró el mes está en línea con la meta oficial de una inflación anual inferior al 11 por ciento. Vale recordar que el 1,5 por ciento de junio y el 1 por ciento de julio habían puesto en duda aquella meta. Ahora, en los primeros ocho meses del año, la inflación acumula un 7,7 por ciento, con lo cual no habría que alejarse demasiado del índice de agosto en los próximos cuatro meses para llegar al objetivo trazado por Lavagna.
Pero, además, las cifras de agosto servirán para tranquilizar los ánimos de los que exigen políticas de ajuste fiscal o solicitan “prudencia” en los reclamos salariales, azuzando el fantasma de la espiral inflacionaria. Sin embargo, en las planillas del Indec no todo es color de rosa. Al igual que los meses anteriores, continuaron las remarcaciones en el rubro alimentos, de gran incidencia en la canasta básica de la indigencia (sólo alimentos), valuada en 357 pesos mensuales, y en la canasta de la pobreza (alimentos, vestimenta y transporte), cuyo costo en julio ascendía a 787 pesos. En particular, se registraron nuevamente aumentos en lácteos (quesos, leche y leche en polvo) y pollos, mientras que el Indec detectó también subas de precios en la carne. Todos esos sectores están en la mira del Ministerio de Economía, que ya elevó las retenciones a las exportaciones en lácteos y amenaza con extender la medida a la carne.