ECONOMíA
› LAS ESTACIONES “SIN MARCA” RECIBEN EL GASOIL CON AUMENTO
El golpe sobre el eslabón más débil
Las estaciones de servicio independientes están recibiendo el gasoil con alzas, que no pueden trasladar para no perder mercado.
› Por Claudio Zlotnik
Por ahora es un movimiento subterráneo y poco intensivo. El temor es que esta agitación sea el prenuncio de algo peor. Los protagonistas son las estaciones de servicio “blancas” (sin marca), que en los últimos días empezaron a recibir los combustibles con aumentos de precio. Los incrementos varían entre los distintos proveedores, pero el rasgo común es que, por el momento, los estacioneros se esfuerzan por mantener los precios al público sin cambios para evitar un éxodo de clientes.
En la empresa Dapsa, una refinadora de petróleo y comercializadora de combustibles, admitieron que están entregando con aumentos. La compañía es una de las mayores proveedoras de las estaciones “blancas”: atiende aproximadamente al 40 por ciento de las mil bocas. En los últimos días les comunicaron a sus clientes que los pedidos que superen el promedio de los últimos meses se entregarán con un recargo. Ese sobreprecio, en promedio, se ubica en un 1,2 por ciento a aplicarse sobre el volumen excedente.
El aumento fue gatillado por el precio récord del barril de petróleo, pero existen otras razones que complementan el oscuro panorama. De acuerdo con fuentes del sector consultadas por este diario, algunas petroleras almacenan gasoil especulando con subas en los precios para más adelante, cuando se largue la siembra para la cosecha gruesa y el campo se vuelva a convertir en un gran demandante de gasoil.
Otro problema que presiona al mercado tiene que ver con la escasa capacidad de algunas comercializadoras de financiar la adquisición de combustibles a las empresas productoras. Este es el caso de Dapsa, que le compra 20 millones de litros de gasoil mensuales a Repsol-YPF. En este contexto, el stock de gasoil disponible es limitado para las estaciones “independientes”, que ven reducir su rentabilidad. Manuel García, representante de esas estaciones, comentó a este diario que, en promedio, reciben el litro de gasoil a 1,39 peso y lo despachan a 1,44.
El dirigente hizo extensiva esta realidad a las naftas. A diferencia del gasoil, en este rubro no hay aumentos directos, pero sí se están eliminando las bonificaciones. Es decir, hay incrementos encubiertos. “Nuestra ganancia es de 14 centavos por litro contra 18 centavos de las estaciones con marca. La diferencia es todavía mayor con las estaciones propias de las petroleras”, resaltó García. En el caso de las grandes marcas, como Repsol-YPF, Petrobras, Esso y Shell, el Gobierno logró mantener el mercado equilibrado, sin incrementos en los precios, gracias a que aplicó diversas medidas: básicamente una estructura móvil de retenciones al crudo y un acuerdo implícito con las compañías.
Las estaciones “blancas” tuvieron su apogeo a mediados de los años ’90. La debacle se inició con la última crisis. Desde la salida de la convertibilidad cerraron unas 1200 estaciones y ahora quedan en pie alrededor de 1000. Una de las claves fue que, durante el uno a uno, estas estaciones importaban combustible barato y lo vendían un escalón más abajo que sus competidoras de marca. La devaluación estropeó ese negocio.
El achicamiento no fue ajeno a la fuerte caída en los niveles de consumo de naftas. Respecto del récord de 1996, en la actualidad las ventas al mercado interno se redujeron a la mitad: de 6,6 a 3,4 millones de litros anuales. El boom del GNC y la modernización de los vehículos, que necesitan menos combustible para moverse, explican el fenómeno. En el medio desaparecieron 2500 estaciones de servicio: ahora quedan 4 mil.
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