Lun 26.09.2005

ECONOMíA  › LORD KEYNES Y EL ALTO INDICE DE DESEMPLEO

Los usos del superávit fiscal

› Por Claudio Scaletta

Algunos de los técnicos que acompañan al ministro Roberto Lavagna dicen estar pensando en políticas “keynesianas” para después de las elecciones. De confirmarse el trascendido implicaría un cambio en el actual modelo económico.
Una de las partes menos citadas de la obra del economista inglés John Maynar Keynes, cuya contribución principal al pensamiento económico fue el estudio de los ciclos del capitalismo, es la que sostiene la “incompatibilidad entre superávit fiscal y alto desempleo”, explica el economista del Cenda Axel Kicillof. Cuando el desempleo supera la tasa “friccional” de alrededor del 4 por ciento –ni hablar de los dos dígitos de la economía local– el Estado debe incluso recurrir incluso a los “gastos ruinosos”, recomienda Keynes, esto es; no debe escatimar recursos públicos en promover la inversión y el consumo a fin de evitar que las fuerzas que mantienen el período de auge del ciclo inviertan su tendencia. Desde este punto de vista, la política gubernamental ha tenido hasta ahora poco de keynesiana. Sin embargo, según dejan trascender algunos funcionarios de Economía, después de las elecciones el gobierno comenzaría a gastar el superávit, es decir a reducirlo, entre otros objetivos, para promover el empleo mediante la inversión en infraestructura e inducir la baja de tasas de interés. Dado que el superávit primario (antes del pago de deuda) es también una necesidad estructural para hacer frente a las obligaciones de deuda, está claro que el superávit en juego no es el primario.
Una de las discusiones de los keynesianos actuales, como el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, con la ortodoxia, bien representada por el FMI, es el nivel de la tasa de interés cuando el auge del ciclo está en desarrollo, como en el presente de la economía argentina, una discusión que ya había sido planteada por el propio Keynes en el célebre capítulo 22 de la Teoría General, publicada en 1936. Mientras la ortodoxia plantea “medidas contracíclicas”, como subir la tasa de interés para “enfriar” la economía, lo que evitaría la “sobreinversión”, la recomendación de Keynes es la inversa, evitar por todos los medios que la política monetaria retroalimente una caída de la “eficiencia marginal del capital” –la relación entre las expectativas de rendimiento de un determinado capital y su costo de reposición–, una situación que comienza a producirse en la economía real cuando los empresarios advierten la acumulación de stocks, lo que puede redundar en mayor desempleo, porque se comienza a producir menos y a liquidar inventarios. La secuencia supone también una baja de la propensión a consumir. Por eso otra argumentación poco citada de Keynes es que la organización de la inversión es algo demasiado importante para dejar en manos de los particulares. Y mucho menos, afirmaba el economista inglés, de los mercados financieros, manejados por “compradores ignorantes y especuladores”, más preocupados por los movimientos de corto plazo que por los rendimientos reales de las inversiones.

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