ECONOMíA › LAS PETROLERAS Y AMERICA LATINA
En una reunión en París, señalaron como un riesgo la tendencia política de los gobiernos de la región. Críticas al Gasoducto del Sur. De Vido le respondió a Alfonsín.
Lejos de la presencia y de los oídos de los mandatarios de los países en los que sacan provecho explotando sus recursos naturales, los representantes de tres de las compañías europeas con mayor peso en los negocios energéticos en el Cono Sur despotricaron ayer en París contra los gobiernos “populistas” de América latina. Altos ejecutivos de Repsol YPF, Total y Alstom compartieron el panel y las críticas a los gobiernos de esta parte del mundo. Expresaron su desconfianza en particular hacia el nuevo gobierno de Bolivia, que encabeza Evo Morales, y calificaron como “un despropósito” y “gran proyecto para alimentar el orgullo popular” al Gasoducto del Sur en el que trabajan Venezuela, Brasil y Argentina.
El cuestionamiento coincidió con el formulado en Buenos Aires por el ex presidente Raúl Alfonsín, que consideró el proyecto como “utópico”. Esta expresión fue respondida ayer por el ministro de Planificación, Julio De Vido, quien señaló que “es bueno que la gente vea la historia de quienes cuestionan este proyecto y los resultados de la política energética que desarrollaron cuando tuvieron en sus manos la conducción del país”. Lo hizo al inaugurar la reunión tripartita de técnicos para definir aspectos de la implementación del proyecto.
El seminario Europa-América latina, organizado por el Banco Interamericano de Desarrollo y el Ministerio de Asuntos Exteriores de Francia, reunió en una mesa redonda a directivos de diversas empresas petroleras con actuación en el Cono Sur. La oportunidad fue aprovechada por ejecutivos de las empresas participantes para decir lo que –quizá por conveniencia– no dicen cuando sus palabras pueden ser oídas –y respondidas– por los gobiernos aludidos.
Sin dar nombres propios, los participantes mostraron uniformidad de criterio en sus críticas al “populismo de varios presidentes” de la región. “Con regímenes populistas, corremos el riesgo de entrar en peligro de reducción de inversiones”, intentó alarmar a la audiencia Jose Luiz Alquéres, presidente de Alston Brasil.
El tema convocante de la mesa era “integración regional y energética: cuáles son sus alcances”. La consigna fue respondida en forma irónica por Antonio Merino, economista jefe de Repsol YPF. “Cómo podemos hablar de integración si Argentina no le da el gas a Chile que por contrato está obligada, y Bolivia le vende (a la propia Argentina) su gas a la mitad del precio al que se lo vende a Brasil.” En el mismo panel, el representante para América del Sur de la francesa Total, Jacques Chamber-Loir, no se quiso quedar atrás, y calificó el gasoducto que uniría Venezuela con Buenos Aires de “despropósito” y de “gran proyecto para alimentar el orgullo popular”. Según la crónica de los periodistas presentes, el moderador de la mesa, Olivier Dabene, del Instituto de Estudios Políticos de París, debió pedir en más de una oportunidad bajar el tono de las intervenciones.
Chamber-Loir aconsejó, como para adaptarse a los nuevos tiempos y los vientos políticos que corren en Sudamérica, “alejar de nuestro vocabulario la palabra liberalización”, para evitar las “suspicacias” que despierta en los políticos locales. Sin mencionarlo, estaba refiriéndose a la necesidad de quedar lo más alejado posible de la experiencia vivida por la región en los ’90 con las políticas del neoliberalismo, a las que estas empresas adscriben pero de las que hoy reniegan. A juicio del representante de Total, lo fundamental es, a partir de las reglas existentes, lograr un panorama de estabilidad, porque “la experiencia de los últimos años ha sido bastante mala”. Los estados de la región “carecen de recursos para hacer frente a los retos energéticos”, mencionó, por eso necesitan inversión externa. “Pero ello exige reglas claras, transparentes y, por favor, estables”, sugirió con ironía.
Merino puso el acento en que los países latinoamericanos “entiendan” la necesidad de la integración energética, pero a partir de los recursos y necesidades de unos y otros. “Hay países con grandes excedentes energéticos, en particular Bolivia, y otros con grandes necesidades, como Chile, Brasil y en el futuro también Argentina”, sentenció, sin demasiada fe en las inversiones en exploración que su propia empresa prometió hacer en el país.
Alquéres también abogó por una mayor integración en la región, pero advirtió que “el nacionalismo y las ideologías populistas acaban primando sobre la cooperación internacional”. Sostuvo que ese populismo a mediano plazo conduce a problemas de abastecimiento, a causa de la fijación de precios de la energía insuficientes o de subvenciones que distorsionan”. En igual sentido se pronunció Paulina Beato, directora de Asuntos Económicos del Secretariado General Iberoamericano y recientemente nombrada consejera de Repsol, quien expresó sus prevenciones acerca de “las decisiones que pueda tomar” el gobierno de Bolivia en la materia, “a la vista de las declaraciones del nuevo presidente”, Evo Morales. “No sabemos qué va a ocurrir, hay que ser cautos y esperar”, señaló. La misma cautela, quizá, que tienen los empresarios europeos cuando están en Sudamérica, pero que dejan de lado y se sinceran cuando están en casa.
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