ECONOMíA
› LAVAGNA Y BLEJER TODAVIA DISCUTEN
Fingir ante el inglés
El programa monetario –cuánto se emitirá, adónde se irán los precios y el dólar– debe aún ser definido por Mario Blejer y Roberto Lavagna, que se reunirán mañana para eso. Recién después podrán negociar con la misión del Fondo.
› Por Julio Nudler
Aunque la misión del Fondo Monetario que encabeza John Thornton está trabajando en Buenos Aires desde el jueves, recién mañana por la mañana se encontrarán Roberto Lavagna y Mario Blejer para definir el programa monetario para este año, pieza clave a discutir con los enviados del organismo multilateral. Hoy mismo, antes de esa reunión, el presidente del BCRA podría verse a solas con el inglés Thornton. En todo caso, sólo cuando Economía y el Banco Central precisen ese plan de expansión monetaria podrán empezar a negociarlo con los visitantes. La clave de la discusión será convencerlos de que está elaborado con metas realistas. Y aunque se supone que los equipos de Blejer y de Lavagna están condenados a ponerse de acuerdo, quedan puntos por calibrar, como el de cuánto se emitirá para financiar el déficit del Tesoro Nacional. Pero por detrás de magnitudes tan áridas como ésta asoman las profundas discrepancias que han venido complicando la relación entre Hipólito Yrigoyen 250 y Reconquista 266. Un dato políticamente relevante es que antes de concluir junio el Central debe presentar ante el Senado el programa monetario, porque se lo exige su Carta Orgánica. De todas maneras, en lo formal la Cámara Alta no puede introducirle modificaciones.
En Economía esperan que esta misión técnica del Fondo permanezca hasta el viernes, para luego retornar a Washington, no antes de haber redactado un memorando que enumere prolijamente acuerdos y desacuerdos, para ordenar el trabajo ulterior. Hacia fines de mes, Roberto Lavagna viajaría a Estados Unidos para proseguir la negociación y lograr que una nueva embajada del FMI, en este caso presidida por el ascendido Anoop Singh, vuele a la Argentina a tiempo para tener listo, hacia mediados de julio, un borrador de convenio. Aunque éste no cuente con firmas y sellos, bastaría para que el país pague sus cuantiosos vencimientos multilaterales de esos días, esperando que el Fondo le acredite después las mismas sumas, en una mecánica que se conoce como rollover.
Los problemas, entretanto, quedarán previsiblemente centrados en el ajuste fiscal de las provincias y en algunos puntos del programa monetario que –se anticipa– no le van a gustar al FMI. Los debates girarán en torno de las consecuencias monetarias que tendrá el decreto 905 que impuso Economía, con su Plan Bonos. No se espera que el Fondo insista en que los depósitos reprogramados debieron canjearse compulsivamente por bonos. Ese tema está cerrado. Pero, aun aceptando el hecho consumado que se les presenta, buscarán reducir lo más posible el eventual drenaje de liquidez. En el programa monetario se admite, en principio, que el goteo de las cuentas a la vista es inevitable y que continuará por dos o tres meses más, pero este punto sigue levantando ampollas. Obviamente, cuanta mayor sea la expansión de medios de pago prevista a través del sistema bancario, menor tendrán que ser los agujeros fiscales, dado que hay equilibrios macroeconómicos a alcanzar. En términos prácticos, esto significa mayor dureza con las provincias, exigiéndoles compromisos más firmes –no meros memos de entendimiento– sobre la reducción del déficit y la reabsorción de los bonos-moneda.
Como éste es un costado políticamente muy complicado para el Gobierno nacional, Economía prefiere imaginar proyecciones monetarias optimistas (“irreales”, para el BCRA), que permitirían ablandar el ajuste presupuestario consolidado. En el mismo sentido, cuanto más goteo se prediga, mayores restricciones deberían imponerse a las vías de transabilidad que el 905 abre para los plazos fijos reprogramados. El problema es que, desde la perspectiva de Lavagna, esas limitaciones serán recesivas.
Sobre la dureza que vaya a exhibir esta avanzadilla del Fondo parece haber una buena noticia, pero también una mala. La buena es que la tambaleante situación brasileña ablanda la actitud hacia la Argentina. La mala es que Thornton, por estar jerárquicamente dos escalones por debajode Singh, tenderá naturalmente a mostrarse muy rígido. La flexibilidad no es para los pinches.
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