ECONOMíA › MAS PARTICIPACION ESTATAL QUE PRIVADA EN EL MUNDO DEL PETROLEO
Desde Arabia Saudita hasta Kuwait y desde Nigeria hasta México, las empresas estatales tienen una alta participación en la explotación petrolera. Una realidad que nunca se menciona cuando se trata de criticar medidas como las del gobierno boliviano con sus hidrocarburos.
› Por Fernando Krakowiak
La nacionalización de los hidrocarburos anunciada por Bolivia despertó críticas furibundas de los economistas liberales que suelen ver “populismo” en todas aquellas decisiones que no son funcionales a las grandes multinacionales. En este caso, la estatización es presentada como una alternativa desgraciada por la que suelen optar reiteradamente los gobiernos latinoamericanos, reproduciendo las prácticas de aquellos alcohólicos en recuperación que no pueden evitar recaer una y otra vez en la adicción que los llevó a la ruina. Sin embargo, el control de los hidrocarburos por parte de los gobiernos nacionales no suele ser la excepción, sino la regla en el mercado internacional.
Empresas estatales operan en los principales campos de extracción, tal es el caso de Saudi-Aramco de Arabia Saudita, NIOC de Irán, KPC de Kuwait, INOR de Irak, Adnoc de los Emiratos Arabes Unidos, NOC de Libia, NNPC de Nigeria, Pdvsa de Venezuela y Pemex de México, por citar sólo algunas. Se estima que esas empresas controlan más del 80 por ciento de las reservas y 40 por ciento de la producción en el orden mundial. En esos países las transnacionales no huyeron despavoridas. Se asociaron con las petroleras estatales o firmaron contratos de locación y en la actualidad obtienen rentas millonarias. Página/12 detalla cómo se organiza el mercado donde el Estado sigue presente.
Es por lejos el mayor proveedor de petróleo mundial. Según el último anuario estadístico de British Petroleum, concentra el 22,1 por ciento de las reservas y el 13,1 por ciento de la producción. En febrero de 1945, el rey Abdulaziz y el presidente norteamericano Roosevelt firmaron un pacto estratégico, que implicó la entrega del monopolio de la explotación y la venta de petróleo, descubierto a fines de la década del ’30, a las multinacionales de Estados Unidos. Standard Oil Company de California encabezó ese proceso tomando el control del consorcio Arabian American Oil Company (Aramco). Sin embargo, en diciembre de 1972 se acordó un proceso gradual de nacionalización que culminó en 1988 con la creación de la Saudi Arabian Oil Company (Saudi Aramco). Desde entonces, las multinacionales sólo operan en sociedad con la compañía estatal, que se queda con la mayoría de las ganancias.
Posee reservas de petróleo estimadas en 99 billones de barriles, el 8,3 por ciento de las reservas mundiales. Ocupa la cuarta posición en el ranking detrás de Arabia Saudita, Irán e Irak. La producción local de petróleo, gas y productos refinados comprende cerca del 50 por ciento del producto bruto interno y más de un 90 por ciento de las exportaciones del país. La industria del petróleo es controlada por el Estado a través de la empresa Kuwait Petroleum Corporation (KPC). La participación de empresas extranjeras se limita a contratos de servicio firmados con British Petroleum, Chevron, Shell y Total en campos ubicados en la frontera con Irak.
En 1951, el primer ministro Mosaddegh, un militante nacionalista, estatizó la industria petrolera y creó la Compañía Nacional Iraní del Petróleo (NIOC). Dos años después el gobierno fue derrocado a través de un golpe alentado por la CIA y las utilidades petroleras comenzaron a ser compartidas por un consorcio integrado por británicos, norteamericanos, franceses y holandeses. Sin embargo, la situación se revirtió en los ‘70. En la actualidad el Estado controla todos los eslabones de la cadena productiva, limitando las inversiones extranjeras a un 25 por ciento y con la obligación de hacerlas entrando en sociedad con un iraní.
Es el principal productor africano y el undécimo en el ámbito mundial con el 3,2 por ciento, según el anuario estadístico 2005 de British Petroleum. Más del 90 por ciento de los ingresos por exportaciones que genera el país provienen del crudo. Los yacimientos son explotados por las principales compañías transnacionales como Shell, Mobil, Chevron y Elf, pero todas operan en sociedad con la estatal Nigerian National Petroleum Corporation (NNPC), que posee entre el 50 y el 80 por ciento de las acciones. Sólo pueden participar en actividades de comercialización las multinacionales que participan en exploración o explotación de crudo.
Es la séptima reserva de crudo del mundo. La Compañía de Petróleo Nacional (NOC) controla más del 65 por ciento de la producción. La participación de las empresas extranjeras sólo es posible asociándose con la firma estatal en uniones transitorias de empresas que se reparten la producción. Ese es el caso de Repsol, que en la actualidad es el primer operador en Libia detrás de NOC.
El petróleo es monopolizado por el Estado a través de la empresa Pemex. Posee 14,8 billones de barriles (1,2 de las reservas mundiales), pero en los últimos años se han “mapeado” zonas productoras en aguas profundas que podrían ampliar esa cifra. En mayo de 2003 la Cámara de Representantes de Estados Unidos acusó a la compañía de ser un “monopolio ineficiente plagado de corrupción” y propuso condicionar la firma de un acuerdo migratorio para los 4,5 millones de mexicanos que residen “ilegalmente” en Estados Unidos a que México abra Pemex a las inversiones extranjeras. La presión fue rechazada por el gobierno de Vicente Fox, pero a los pocos meses se firmó un “contrato alianza” de explotación de gas natural con Repsol, que aún sigue siendo cuestionado por supuesta violación de las leyes mexicanas.
En la actualidad concentra el 6,5 por ciento de las reservas mundiales de petróleo (quinta posición detrás de los principales productores árabes). El gobierno de Hugo Chávez puso fin recientemente a 32 contratos firmados con una veintena de petroleras transnacionales durante la década del ’90. En su reemplazo se crearon empresas mixtas donde la estatal Petróleos de Venezuela posee como mínimo el 51 por ciento de las acciones, tal como lo establece la Ley de Hidrocarburos de 2001. También se fijó un aumento de las regalías. Las multinacionales (entre las que se encontraban Chevron, Shell, Repsol) tuvieron seis meses para aceptar las nuevas reglas o retirarse del mercado. Todas se quedaron, salvo la italiana Eni y la francesa Total. En ambos casos el Estado se hizo cargo de los campos de extracción.
Situaciones similares se repiten en otros países con niveles de producción significativos como China y Emiratos Arabes. El mapa mundial del petróleo revela que la participación mayoritaria del Estado responde a una decisión estratégica de los países para preservar sus intereses nacionales y no una “acción populista” que pone en riesgo el desarrollo potencial. En este contexto, la supervivencia del modelo de concesión privada vigente en Argentina aparece como una rara excepción.
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