La escalada de los precios de los alimentos encendió las alarmas en el Gobierno. La prioridad es encontrar la forma de frenar esa dinámica, que comenzó hace cuatro meses y que llevó a la canasta alimentaria a una suba que más que duplicó la evolución del índice de precios. En el equipo económico hay varias medidas bajo análisis. La idea es empezar a definirlas en las próximas semanas.

La pelea entre Felisa Miceli y Guillermo Moreno es inocultable y se exacerbó en medio de la imparable suba de la canasta alimentaria. Los funcionarios están pasando por el peor momento de la relación. Miceli difiere de los modos del secretario de Comercio y no confía en su estrategia. Moreno, por su parte, culpa a la ministra de oponerse a varias medidas que, según su apreciación, hubiesen ayudado a contener los aumentos. Quería, por ejemplo, frenar las exportaciones de carne. La Casa Rosada pegó un golpe de timón a favor de la ministra. Hubo un acercamiento al campo. La idea es ganar aliados en la pelea contra la inflación.

La ofuscación de Miceli contra Moreno no impide que en el equipo económico juzguen que la presión del funcionario sobre algunos sectores sirva para desacelerar la estampida. A esa impronta le quieren añadir medidas de fondo. La lupa está puesta en el rubro de frutas y verduras. En la actualidad, una ensalada mixta (tomate-cebolla-lechuga) condimentada con aceite y limón parece un plato prohibitivo. Desde septiembre, el tomate aumentó 73,5 por ciento; la cebolla, el 15,5; la lechuga, el 41,1 por ciento; los limones el 42,1, y el aceite, el 13 por ciento.

En el Palacio de Hacienda afirman que existe una fuerte distorsión en el funcionamiento del Mercado Central. Funcionarios consultados por Página/12 dieron cuenta de que cada vez es más relevante la operatoria en “negro”, sin ningún control. Ni siquiera sanitario. Y que en ese marco se transa mercadería que después llega a los comercios con incrementos exorbitantes.

Desde Economía se están examinando los rubros que más se encarecieron: los limones, la zanahoria, la lechuga y los tomates encabezan el ranking. En el análisis aparece que la disparada de la lechuga, que sextuplicó su precio en los últimos meses, provocó un efecto contagio en el resto de los productos, sean frutas o verduras. En algunos casos, como en el limón, hay evidencia de que parte del encarecimiento fue justificado, ante la escasez en los mercados y las lluvias que inundaron la provincia de Tucumán. En el caso de la papa, que se incrementó 34 por ciento desde septiembre, se especula con una normalización del mercado en las próximas jornadas, cuando aparezca una mayor oferta. En este caso, los aumentos se debieron, dicen los técnicos, al fuerte incremento en la demanda de la industria, y ya no sólo de los hogares.

La mejora en la comercialización que se persigue puso la mirada en Venezuela. En ese país existen ferias que concentran la mitad del consumo popular. En Economía afirman que si el Mercado Central falla en su funcionamiento, una posibilidad es la organización de ferias públicas, en las cuales los consumidores le compren directamente a los productores.

Un esquema parecido en su filosofía funciona en varios países de Europa, donde se priorizaron las instalaciones de mercados concentradores, de manera de transparentar la cadena. En Estados Unidos tomaron un camino distinto. Allí existen diversos mercados de futuros, para los distintos productos, con lo cual no sólo se hacen más transparentes las operaciones sino que, además, los productores y comerciantes pueden asegurarse un determinado precio a futuro, como ocurre en los mercados financieros.

Respecto de la carne, la estrategia está en pleno viraje. El acercamiento del Gobierno a las entidades rurales llevará a consensuar las próximas medidas. Desde Economía se comprometieron a no ponerles trabas a las exportaciones –para que de esa manera los productores aprovechen los buenos precios internacionales– siempre y cuando no trasladen esos valores al mercado interno. En los últimos cuatro meses, la carne se incrementó 7 por ciento en promedio, y fuentes del sector señalaron a este diario que los precios se mantendrán.

El segundo pilar de la estrategia oficial pasa por los incentivos a la producción. En las próximas horas se evaluará su instrumentación para el rubro cárnico. No hay que olvidar que ya está pactada una reunión con los ganaderos para dentro de seis días. En la cabeza de Miceli figura como prioridad el incremento de la oferta. Sin embargo, ese objetivo de manual para atemperar las presiones inflacionarias está chocando con la actitud de los empresarios y productores. Muchos de ellos, al momento de evaluar créditos blandos para incrementar la producción, finalmente deciden un comportamiento conservador. La inquietud más escuchada por los funcionarios es que existen dudas sobre el plazo que seguirá la bonanza económica. “La cultura empresaria argentina es ajustar por precios y no tanto a tomar riesgo, aunque éste sea relativamente bajo”, señalaron desde Economía a Página/12.

En el equipo de Miceli admiten la preocupación por la inflación de los alimentos. Y hay urgencia para detener la escalada. Sin embargo, los funcionarios señalan que la experiencia chilena indica que pasaron diez años hasta que se controló la inflación. Mientras tanto, enumeran por lo menos tres aspectos para apurar las soluciones:

- Cuidar que se mantengan bajas las expectativas inflacionarias para evitar la temida “bola de nieve”.

- No recalentar las negociaciones salariales.

- Impedir un salto en el stock de la deuda. El 41,7 por ciento está nominada en pesos indexados y se calcula que, bajo un tipo de cambio clavado en torno de los 3,10 pesos, por cada punto de inflación, la deuda se incrementa en unos 550 millones de dólares.