Mar 03.04.2007

ECONOMíA

El uso de pasantías, una modalidad muy extendida en grandes empresas

El 80 por ciento de las firmas grandes utiliza este mecanismo como forma de contratación. En más de un caso, su uso roza la ilegalidad y se convierte en un simple argumento para evadir las cargas sociales.

› Por Cledis Candelaresi

Según una flamante encuesta privada, el 80 por ciento de las grandes empresas del país utilizan las pasantías como forma de contratación de personal, al que pagan remuneraciones que en promedio superan el salario inicial de un trabajador en blanco (1370 pesos): por una jornada de seis horas, el pasante próximo a recibirse puede llegar a cobrar entre 1200 y 1700 pesos. Esta modalidad cada vez más usual, a la que se añaden las becas que otorga un siete por ciento restante de las firmas empleadoras, es un instrumento polémico. Para algunos se trata de un buen recurso para incorporar al mercado de trabajo a inminentes profesionales que de otro modo nunca pueden honrar la condición de tener experiencia. Para otros se trata simplemente de un mecanismo útil para conseguir mano de obra barata, que suele habilitar abusos.

El dato surge de un reciente relevamiento que hizo la consultora especializada en recursos humanos y finanzas Mercer Human Resource entre quince empresas trasnacionales radicadas en la Argentina y que pertenecen a rubros diversos. De ahí surge que sólo el 13 por ciento de esas grandes compañías no apelan a ninguna de aquellas modalidades, que para el empleador tienen dos atributos relevantes, destacados por los consultores en este trabajo.

Uno: les permite reclutar “futuros talentos” y “conocer candidatos con potencial”, por un mecanismo “más simple y menos costoso” que el de la selección tradicional. Dos: los programas de pasantías “contribuyen a generar la imagen de empleador de preferencia”, importante para seducir los buenos recursos humanos. Aunque resulte a priori contradictorio con el todavía elevado desempleo, la realidad es que existe una importante demanda laboral insatisfecha en el segmento de los jóvenes profesionales y las empresas buscan cómo disputarlos.

De acuerdo con el relevamiento privado, el 75 por ciento de las pasantías adoptan la modalidad de seis horas. En la mitad de los casos, la modalidad de pago es un estipendio no remunerativo por todo concepto, que oscila entre 900 y 1200 pesos. Pero la situación relativa mejora en la otra mitad de empleadoras que pagan en función de varios factores, priorizando a los estudiantes que están próximos a conseguir su título y reconociendo la antigüedad.

La remuneración tope por seis horas alcanza un máximo de 1236 pesos para quienes necesiten más de un semestre para recibirse, valor que puede llegar a los 1950 pesos si al pasante en cuestión apenas le resta la tesis. Esos topes también mejoran en el segundo año respecto del primero: 1600 versus 1300 pesos. Las becas –que entrañan contratos menores a un año y con jornadas no superiores a las ocho horas– también tienen topes crecientes, según el becario sea junior (1700 pesos) o senior (2000).

Según surge de la encuesta, esos valores no tienen muchas chances de modificarse en un futuro próximo. La mayor parte de las firmas empleadoras (59 por ciento) consideró que no habrá mejoras en el año en curso y apenas el ocho por ciento planifica otorgar ajustes en función de la inflación. Otro dato poco auspicioso de la foto actual es que el 75 por ciento de las empresas otorga derecho a comedor y el 70 por ciento vacaciones, pero ninguno de los dos conceptos son remunerados.

Aquí comienza a delinearse una zona gris, en la que el recurso para dar un empleo provisorio a estudiantes avanzados puede devenir en un instrumento ilegal, que tenga bajo un régimen de excepción a trabajadores que deberían gozar el estatus de permanentes. Es lo que el diputado del Frente para la Victoria y abogado laboralista Héctor Recalde considera el “riesgo de fraude” en las pasantías.

Ejemplos de transgresiones no faltan, según recuerda el legislador. Algunos asumen la modalidad de contratos de aprendizaje, como los que tuvieron bajo esa contratación por dos largos años a lectores de medidores. Jumbo utilizó un mecanismo similar para los auxiliares de cajeros y hasta que medió un reclamo formal del gremio, las telefónicas eternizaron a estudiantes como operadores que brindaban la información requerida al 110. Abusos que abren la discusión sobre una modalidad que en general es bien vista.

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