Mar 15.05.2007

ECONOMíA

Se hunde el dólar en Brasil y Lula no se decide a tirar un salvavidas

El valor del dólar alcanzó ayer su cotización más baja frente al real en seis años. Lo que para el presidente de Brasil era hasta hace poco motivo de orgullo, hoy es un dolor de cabeza para el ministro de Hacienda y los industriales, al encarecer sus exportaciones.

› Por Claudio Zlotnik

El real cerró ayer en su nivel más alto frente al dólar de los últimos seis años. En Brasil, la moneda estadounidense quedó a un paso de quebrar la barrera de los dos reales. Se consiguió exactamente a 2,009 unidades. Preocupado, el ministro brasileño de Hacienda, Guido Mantega, aseguró que es necesario impedir la sobrevalorización del real.

“Tenemos que impedir que haya una sobrevalorización del real”, manifestó Mantega durante un encuentro de economistas realizado en Río de Janeiro. Para el ministro, el tipo de cambio se convirtió en “el gran tema económico, el desafío”. Desde el 20 de febrero de 2001, cuando se había cotizado a 2,005 por dólar, que el real no alcanzaba un nivel tan alto.

Por ahora, el gobierno de Lula no pudo detener la revaluación de su moneda. Desde el plano netamente político, el presidente del vecino país dijo en repetidas oportunidades que la constante suba del real era motivo de orgullo. Pero desde lo económico, Mantega admitió que la cuestión preocupa porque, entre otras cosas, le quita competitividad a la economía brasileña. El Banco Central de Brasil intentó sostener la paridad cambiaria con decididas intervenciones en el mercado. Pero el fuerte ingreso de capitales le está torciendo el brazo.

El ingreso de divisas a Brasil no escapa a una cuestión global, que viene dado por la enorme liquidez existente en los mercados. Los déficit gemelos en los Estados Unidos (fiscal y comercial) y la baja tasa de interés en ese país son expulsores de billetes verdes hacia el resto del mundo. Como en los mercados emergentes se consiguen rendimientos mucho más importantes que en los países centrales, los flujos de capitales se dirigen hacia esos países. Un ejemplo es ilustrativo: mientras la tasa de corto plazo en los Estados Unidos alcanza al 5,25 por ciento, en Brasil trepa al 12,50 por ciento. Como la cotización del dólar no para de bajar, el negocio para los financistas es espectacular.

A pesar de este contexto, Brasil baja el costo del dinero, pero de una manera muy gradual. En un año cayó apenas tres puntos. El Banco Central de Brasil se resiste a acelerar ese proceso por el temor a un recalentamiento de la inflación. La meta para este año es del 4,5 por ciento anual. En términos anualizados, ahora se encuentra un punto por debajo de ese objetivo. En tanto, se espera un crecimiento económico en torno del 4 por ciento para 2007.

La caída del dólar en Brasil se aceleró en los últimos meses, pero fue una constante del último año. En mayo de 2006 estaba en 2,20 reales. Y había arrancado el año en 2,14. La única defensa ensayada ayer por Mantega fue que, en términos reales, el tipo de cambio se encuentra en el mismo nivel que en 1999, año de la devaluación. No obstante, quedó en claro que lo más preocupante es la tendencia de fondo. Al Banco Central de Brasil no le alcanzó con la adquisición de la friolera de 33.900 millones de dólares, casi el equivalente a lo comprado a lo largo de todo 2006.

La entrada de capitales a Brasil produjo un descenso del denominado riesgo país, que ayer terminó en 152 puntos. Distinto es lo que ocurre en la Argentina, donde existe un ingreso de divisas pero no tan relacionado a una especulación financiera. De hecho, los títulos públicos volvieron a caer ayer, entre 0,4 y 1,1 por ciento, y el riesgo país, que un mes atrás se hallaba en 197 puntos, ahora se elevó a 290.

El menor ingreso de dólares calientes está íntimamente vinculado con la desconfianza de los inversores internacionales ante la intervención del Gobierno en el Indec. Como el 40 por ciento de los bonos argentinos está atado a la inflación, los grandes fondos extranjeros redujeron su exposición en el país. Aun así, el tema del sostenimiento del dólar preocupa a Felisa Miceli y a Martín Redrado, que mantuvieron encuentros en las últimas horas (ver recuadro aparte).

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