Desde el sector eléctrico plantean que ya no quedan más alternativas que una reducción del consumo en iluminación externa. Amenaza con plazo: aseguran que no quedan más de veinte días.
› Por Raúl Dellatorre
El problema “ya no es el pico”, sino la demanda acumulada. La frase, que en lenguaje casi críptico comparten en estos días los expertos en energía, refiere a que los riesgos del sistema ya no se limitan a los momentos en que los consumidores coinciden en prender sus artefactos eléctricos, imprimiéndole al sistema un nivel de exigencia que no está en condiciones de responder. Ahora el problema es más de fondo, más serio, que deja a todo el sistema eléctrico más expuesto: se está agotando la capacidad de generación. Esto es, centrales hidroeléctricas que hoy están proveyendo energía podrían salir de servicio en una semana o en dos, dependiendo de las condiciones climáticas (la cantidad de lluvias) y la demanda que, cuanto mayor, más rápido se consume las reservas de agua que quedan en las represas. Ante este destino trágico que avizoran los expertos, ¿qué hacer? Consumir menos, responden. Ayer, desde Cammesa, volvieron a barajarse unas cuántas sugerencias sobre cómo hacerlo. Aunque no todos en el Gobierno las comparten.
El sistema de generación hidroeléctrica del Comahue está compuesto por tres centrales importantes por su magnitud (Piedra del Aguila, El Chocón y Alicurá), una mediana (Pichi Picún Leufú) y varias menores (Cerro Colorado, Arroyito, entre otras). La escasez de lluvias en los últimos sesenta días, inusual para esta parte del año, redujo el nivel de las aguas en los diferentes diques. El Chocón, aguas abajo sobre el río Limay, es, además de central de generación, la fuente de alimentación por riego de toda la zona rural que la circunda. Como la Autoridad Interjurisdiccional de la Cuenca es además responsable de ese abastecimiento por riego, decidió en las últimas semanas “hacer correr” el agua depositada en los diques de las centrales anteriores en el curso del río (Piedra del Aguila y Pichi Picún Leufú) para alimentar la represa de El Chocón. Ahora, ante la falta de lluvias para realimentar las represas de Piedra y Pichi Picún, éstas corren riesgo de quedar sin hidraulicidad para seguir produciendo.
“Fuimos muy solidarios con el resto del país cuando se necesitó abastecer energía en los primeros días de frío, porque no había gas y el gasoil era difícil de conseguir; ahora debemos contemplar la situación de la región, y no podemos paralizar la producción negándole el riego”, explicó desde el Comahue Elías Sapag, director de la Autoridad de Cuencas del sistema patagónico. “Quien quiera ver una postura política en esto no entiende nada; no estamos tratando de provocar ningún conflicto, simplemente pedimos que nos comprendan: no hay suficiente agua para seguir produciendo energía mucho tiempo más, y la que había se consumió con la demanda extraordinaria de estas últimas semanas”, explicó el funcionario, tratando de evitar una vinculación de estas decisiones con su apellido, íntimamente ligado al Movimiento Popular Neuquino.
Más allá de las especulaciones, la perspectiva es que las centrales patagónicas irán reduciendo su aporte en las próximas semanas. Según Sapag, a partir del jueves 12, Piedra del Aguila y Pichi Picún reducirán drásticamente su aporte energético. Dejarían de generar a 800 megawatts para pasar a menos de 200, según estimó. Desde Cammesa, el cálculo era apenas “más optimista”: estiman que a este ritmo de pérdida del nivel del agua en la represa de Piedra del Aguila, de 1,80 metro por semana, antes de fin de mes queda fuera de servicio.
“Hay que evitar que esto suceda”, claman desde varios ámbitos, incluida Cammesa, la administradora del mercado eléctrico mayorista, que reúne a representantes de la Secretaría de Energía con concesionarios privados. “Con reducir el suministro eléctrico ya no alcanza, en pocas semanas estamos en un escenario en el que los cortes rotativos a los usuarios residenciales será un hecho”, avisan en tono de alarma. Antes de eso, sugieren implementar urgentemente reducciones en el uso de todo lo que denominan “iluminación externa nocturna”: cartelería, vidrieras, edificios de oficina, alumbrado público, luces en autopistas “que se podrían reducir a la mitad sin crear problemas”, aseguran como expertos en energía.
“Se niegan a tomar medidas de este estilo por el costo político. Pero, ¿qué esperan?, ¿que el sistema se estrelle?”, se desesperan quienes tienen abierto un debate al interior del propio gobierno. Aseguran que si la población en general acompaña, con una reducción mínima de “una bombita de 60 watts por hogar” se conseguiría un ahorro equivalente a la generación de dos Chocón.
Desde ese plano, aseguran que la crisis se superaría con “45 días de esfuerzo en ahorrar, no más”. Pero la decisión hay que tomarla en plazos mínimos. “Nos quedan 22 días”, aseguran quienes ya miden la crisis como una cuenta regresiva. En el Comahue creen que el plazo es menor, si no llueve antes en la zona. Y el pronóstico no ayuda.
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