El ex ministro de Economía francés y aspirante a la candidatura del Partido Socialista Dominique Strauss-Kahn asumió ayer como director gerente del Fondo Monetario Internacional en reemplazo de Rodrigo Rato. Por primera vez un dirigente progresista llega a un lugar considerado bastión de la ortodoxia económica, y lo hace con la promesa de oxigenar la institución, dándoles mayor peso relativo a los países pobres.
El nuevo comando del FMI entraña para la Argentina la esperanza de resolver de un modo más fácil la renegociación de la deuda de 6200 millones de dólares con el Club de París, que exige como condición previa un acuerdo con la entidad.
En la entrevista que días atrás Strauss tuvo en Washington con el ministro de Economía local, Miguel Peirano, se comprometió a apoyar el pedido local de obtener una línea de préstamo especial, que no fuerza monitoreos tan estrictos como los históricos, de los que el país quiso desligarse cuando canceló íntegramente las obligaciones pendientes con el organismo.
Esta categoría de créditos son los denominados Reserve Augmentation Line (Ral) e imponen condiciones más laxas de política y, por consiguiente de control sobre ellas, a los países tomadores. Para Argentina sería la vía de cumplir con la exigencia del Club de París, algo que el nuevo director estaría dispuesto a apoyar.
Escoltado por su segundo, el estadounidense John Lipsky, Strauss asumió ayer con la promesa de “profundizar” todas las reformas en marcha dentro del Fondo. Estas suponen cambios que comenzó a instrumentar el español Rato, pero que todavía no llegaron a su faceta decisiva. La primera está orientada e replantear la situación financiera del propio Fondo, que deberá hacer un ajuste al estilo de los recomendados reiteradamente a los países miembros tomadores de préstamos, ya que los ingresos del organismo vienen sufriendo un drástico descenso.
“Me definí en la campaña como el candidato de la reforma así que he sido elegido para la reforma. Ahora voy a partir de lo que hizo Rodrigo Rato para profundizarlo”, prometió. La otra transformación en marcha está relacionada con el mecanismo de toma de decisiones en el interior del Fondo. La nueva fórmula podría darles un mayor peso relativo a los países más pobres, aunque la estrategia matemática en debate no necesariamente garantiza ese resultado.
La fórmula polinómica cuya aplicación terminará de definirse durante la gestión de Strauss para determinar cómo se ponderará el voto de cada país conjuga, entre otros factores, el volumen del producto bruto, el nivel de reservas y grado de apertura económica. Esta visión no parece a priori muy beneficiosa para la Argentina, básicamente por la pérdida en dólares que sufrió su PBI tras la devaluación.
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