Néstor Kirchner asumió la Presidencia en mayo de 2003 con 11.048 millones de dólares de reservas en el Banco Central. Esa caja venía recuperándose desde hacía diez meses, tras tocar un piso de 8932 millones en el peor momento de la crisis. Desde el primer momento, el ahora ex jefe de Estado dejó en claro que la acumulación de divisas era una de sus obsesiones. Ayer, último día de su mandato, el Central informó reservas por 45.532 millones de dólares. En cuatro años y medio, las reservas se multiplicaron por cuatro. Y pudieron haber llegado a más si no fuera por la política de desendeudamiento con los organismos multilaterales y los últimos cimbronazos en el mercado financiero internacional.

Durante su mandato, Néstor Kirchner redujo la deuda con los organismos internacionales en 16.700 millones de dólares. Cuando asumió, la Argentina mostraba pasivos con esas instituciones por un total de 31.200 millones de dólares y ahora se encuentran en 14.500 millones.

Si en vez de abonarles la deuda al Fondo Monetario, al BID y al Banco Mundial, entre otras instituciones de menor envergadura, se hubiesen refinanciado los vencimientos, las reservas se ubicarían ahora en torno de los 62.230 millones de dólares. El monto, incluso, podría ser más abultado si el Banco Central no hubiese contabilizado una caída de 1716 millones durante las últimas turbulencias financieras. Esa fue la cantidad de dólares perdidos entre fines de julio y mediados de octubre pasados. Si se añadieran aquellos fondos huidos, las reservas del BC hubieran trepado a unos 63.950 millones.

La estrategia oficial de acumular reservas persiguió al menos dos objetivos centrales: sostener el tipo de cambio lo más alto posible y generar una defensa frente a eventuales crisis. Kirchner recibió la banda presidencial con un dólar a 2,90 pesos y logró sostenerlo por encima de los 3 pesos durante gran parte de su mandato por la activa participación del Central en el mercado cambiario. En la actualidad, el tipo de cambio real se encuentra en el nivel más alto de la gestión K, de acuerdo con los datos oficiales del Banco Central. Semejante desempeño no sólo se explica por la absorción de billetes verdes en el mercado sino también por la debilidad del dólar frente a las principales monedas del mundo.

Durante el primer año de gestión, las reservas se engrosaron en 5 mil millones de dólares –a 16.570 millones– y las compras se aceleraron en un contexto de alzas de precios de las materias primas exportadas por la Argentina, el crecimiento económico y la confianza generada por el país, que invitaba a los financistas a apostar por los títulos públicos locales, en especial aquellos nominados en pesos. Contra los pronósticos de la mayoría de las consultoras de la city y de los bancos de inversiones de Wall Street, en favor de una revaluación nominal del peso, Kirchner y Martín Redrado consensuaron una defensa de la paridad. La contracara de las compras de divisas fue la emisión de títulos de deuda por parte de la autoridad monetaria (Lebac y Nobac). El stock de esos papeles se encuentra en 52.714 millones de pesos, equivalente a 16.734 millones de dólares.

Sólo la decisión política de romper el vínculo con el Fondo Monetario y de desendeudamiento con los demás organismos quebró la lógica de la acumulación permanente. Entre el día que asumió y el pago total de la deuda, Kirchner le abonó al FMI 5200 millones de dólares. Luego se sumaron 9453 millones de un solo golpe, en enero de 2006, con los que se saldó la deuda. En total, el Fondo embolsó 14.653 millones durante la era K. El segundo en el ranking fue el Banco Mundial. Durante los últimos cuatro años y medio, se llevó 1945 millones de dólares. Por su parte, el BID se cobró 314 millones.