El secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, quiere que todas las estaciones de servicio independientes pasen a tener una relación contractual con alguna de las principales petroleras del país, con el objetivo de paliar sus faltantes de combustibles. Esta iniciativa surgió en una reunión realizada la semana pasada entre Moreno y Manuel García, presidente de la Asociación de Estaciones de Servicio Independientes, quien declaró ayer que la medida resulta insuficiente. “El embanderamiento es un proceso largo y costoso, que no servirá para evitar el cierre de más estaciones de servicio. Además, pedimos que las estaciones puedan ser abastecidas directamente por las petroleras para evitar distorsiones de precios”, aseguró García a Página/12.

Según la Asociación de Estaciones de Servicio Independientes, en los últimos cuatro años se cerraron 3000 estaciones blancas, con una pérdida de 40.000 puestos de trabajo. Actualmente quedan otras tres mil, de las cuales mil no tienen contrato ni pertenecen a ninguna petrolera. “La empresa YPF vende a sus concesionarias la nafta súper a 1,92 peso, mientras que una distribuidora de Dapsa nos vende el mismo combustible a 1,95 peso. Hay una distorsión del mercado que perjudica a las estaciones blancas”, indicó García.

La pregunta que se hacen las cámaras que nuclean a las estaciones de servicio de bandera y blancas es si las petroleras estarán dispuestas a sumar compromisos contractuales, cuando en realidad ya tienen dificultades para abastecer a sus propias concesionarias. “No existe ningún interés de avanzar en este proceso porque no es redituable vender combustible al mercado interno y más cuando ya existe desabastecimiento. Un litro de nafta se vende a dos pesos, lo mismo que una botella de agua. No es un negocio que cierre”, indicó a este diario Luis María Navas, asesor legal de la Asociación de Estaciones de Servicios.

Antes de avanzar con todas las estaciones de servicio blancas, el Gobierno quiere iniciar un plan piloto, seleccionando cuatro y repartirlas entre YPF, Petrobras, Esso y Shell. Desde YPF aseguraron a Página/12 que éste no es un proceso sencillo, sino que hay que analizar la viabilidad técnica y comercial de cada estación blanca para luego decidir si conviene o no incorporarla a la red. Consultada por la distorsión en los precios que pagan los “abanderados” y los independientes por el mismo combustible, la empresa dijo a Página/12 que es “lógico que así ocurra, porque detrás de una sucursal de bandera hay un plan de inversiones que justifica ese diferencial”. Por otro lado, desde la Cámara Argentina de GNC aseguraron que muchas estaciones blancas que tienen entre 6 y 10 sucursales no optarán por pasarse a ninguna petrolera.

La distorsión en los precios del mercado es el tema a resolver. Por eso las cámaras empresarias le están pidiendo a Moreno que permita que las petroleras puedan venderle directamente a las estaciones blancas y evitar toda intermediación. “Hoy el distribuidor no tiene precios estables, su negocio está en venderle tanto al sector agropecuario, a la industria y por último a las estaciones de servicio independientes”, graficó Raúl Castellano, vicepresidente de la Confederación de Entidades del Comercio de Hidrocarburos y Afines. Es decir, la figura del distribuidor, que apareció con la desregulación del mercado en 1991, provocó que muchos sectores, como el agro y la industria, dejasen de comprar combustible en las estaciones de servicios.

“Las petroleras pueden negociar con el Gobierno precios y tarifas, pueden discutir por más o menos retenciones, pero las estaciones de servicio blancas son los convidados de piedra, no pueden negociar nada. Si se avanza con este plan de banderización, habría que preguntarse quién les dará bandera a las 1500 estaciones que cerraron en el último lustro”, concluyó Navas.