ECONOMíA • SUBNOTA › PERFIL DEL NUEVO TITULAR DEL PALACIO DE HACIENDA
Carlos Fernández es un economista especialista en finanzas públicas y administración tributaria con un perfil más técnico que político y una larga trayectoria laboral en el Estado. En los últimos años, su mayor virtud fue ganarse la confianza del ex presidente Néstor Kirchner. El vínculo directo entre ambos comenzó en el 2006 cuando le tocó reemplazar interinamente a Carlos Mosse en la secretaría de Hacienda. Durante su gestión, Kirchner siempre se mostró obsesivo con la evolución de las cuentas fiscales y Fernández era el encargado de mantenerlo informado sobre esos menesteres casi todas las mañanas.
Fernández, casado y con tres hijos, vive en Bernal, es hincha de Gimnasia y Esgrima de la Plata y egresado de la Universidad Nacional de la Plata. Fue director nacional de Coordinación Fiscal con las provincias entre 1989 y 1997, año en que se integró al gobierno provincial de Eduardo Duhalde como subsecretario bonaerense de Política y Coordinación Fiscal cuando Jorge Sarguini era ministro de economía de la provincia más rica y con las cuentas más conflictivas del país. En 2003 volvió a la Nación como subsecretario de Relaciones con las Provincias. Era el hombre encargado de transferir fondos y monitorear las deudas de los veinticuatro estados del interior. Luego le tocó reemplazar a Mosse en Hacienda cuando éste se enfermó de cáncer.
En marzo del año pasado, el kirchnerismo lo envió a la provincia como ministro de Economía en reemplazo de Gerardo Otero, quien por entonces se oponía a una suba salarial para los docentes. Algunos interpretaron la jugada como una intervención al ex gobernador Felipe Solá. Para otros, fue una designación natural, ya que hasta ese momento había trabajado sobre las cuentas del conjunto de las provincias. Buenos Aires era la más compleja, no sólo por la envergadura de sus cuentas sino por el creciente déficit fiscal a cubrir. La llegada de Daniel Scioli como gobernador marco su salida de la Provincia y Alberto Fernández lo reclutó entonces como subsecretario de Evaluación Presupuestario.
A mediados de marzo, le tocó reemplazar a Alberto Abad al frente de la AFIP. Algunos analistas afirmaron entonces que el jefe de gabinete mantuvo su poder intacto al reemplazar un hombre propio por otro de su confianza, pero desde dentro del gobierno leyeron la móvida como un avance de Néstor Kirchner para fortalecer el control sobre algunas áreas clave de cara al conflicto con el campo. De hecho, se interpretó la movida como una estrategia para tener mayor control sobre los ruralistas poniendo en sintonía a la AFIP, la Aduana, la Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario y la secretaria de Comercio Interior. La salida de Martín Lousteau le otorgará ahora un mayor protagonismo y la necesidad de ocupar un primer plano que hasta ahora supo esquivar con gran habilidad. Siempre se desempeñó como un técnico de confianza, pero ahora le llegó la hora de convertirse en protagonista en uno de los momentos políticos más delicados del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
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