Mié 25.09.2002

ECONOMíA • SUBNOTA

Existe un límite

Los organismos ya cobraron 4121 millones de las reservas. El FMI dice que no son reembolsables.

› Por Maximiliano Montenegro

“No pagar a los organismos internacionales es un desastre. Pagarles es una locura.” La definición de un estrecho colaborador de Roberto Lavagna resume la opinión generalizada de la mayoría de los economistas. El ministro ya había anticipado hace dos semanas a Washington que no cubriría con las reservas del Banco Central los vencimientos de octubre con el Banco Mundial y el BID por más de 1000 millones de dólares. Así, por primera vez, marcó la cancha: si el Fondo corre nuevamente la meta, entonces el partido habrá terminado. Y el próximo gobierno deberá jugar otro, con otras reglas. Ayer, Lavagna no hizo más que oficializar esa estrategia, que no está guiada por el rencor, después de tantas declaraciones humillantes vociferadas desde Washington, ni siquiera por la intención de fijar un límite político a la negociación. En el equipo económico dicen que de ahora en más la prioridad será defender la estabilidad del tipo de cambio. Si no, aseguran, el nuevo gobierno deberá empezar como Duhalde, acechado por el fantasma de la hiperinflación.
Unas dos semanas atrás, Lavagna envió a Anoop Singh una memo secreto, con copia a los titulares del Banco Mundial y el BID. En la misiva explicaba que el Gobierno aspiraba a cerrar un acuerdo con el Fondo, pero que no estaba en condiciones de abonar a los bancos los vencimientos de mediados de octubre, dado el nivel crítico de las reservas. Como es sabido, sin acuerdo con el FMI, los bancos no pueden prorrogar esos vencimientos.
Sin embargo, en Economía quieren aprovechar los tiempos legales previstos antes de caer en default para cerrar un acuerdo, por más modesto que fuera. Concretamente, habría plazo hasta el 15 de noviembre. Para ello, el Gobierno dio una muestra de “buena voluntad”, al cancelar los vencimientos de septiembre, 329 millones, con reservas. Pero si para aquella fecha no hubiera siquiera ese acuerdo, entonces mejor tener 1000 millones más de reservas.
La cuenta es simple. Dados los pesos y cuasimonedas en circulación, el nivel de las reservas es el indicador del “dólar defendible” que miran todos los analistas, locales y extranjeros. Con reservas tendiendo a cero, el tipo de cambio puede ser cualquier número: 10, 20, 30. Y hacia allá irían los precios. Ergo, para sostener el actual valor del peso hay que dar certidumbre sobre las reservas. Continuar las negociaciones con el Fondo con la billetera abierta atentaba contra ese objetivo. Hasta marzo los vencimientos con los organismos insumirían más de la mitad de las reservas, actualmente en los 9400 millones de dólares.
“Llevamos gastados 3792 millones de reservas por pagos al FMI, Banco Mundial y al FMI hasta agosto. A eso hay que sumarle los 329 millones de setiembre”, explicó un altísimo funcionario de Economía. En total, 4121 millones de dólares. “Pagamos tanto porque la idea era que los organismos después te lo devolvían. Pero ahora te dicen que miremos para adelante, que lo que ya se pagó ya está, aun firmando un acuerdo”, agregó la fuente. El mismo funcionario cree que en las próximas semanas habrá presiones sobre el dólar y, para neutralizarlas, el único instrumento disponible son las reservas. “Mire lo que está pasando en Brasil. Es un factor muy poderoso de la inestabilidad regional. Estamos sorprendidos de que todavía no haya venido el coletazo”, confesó.
Hoy, más que nunca, queda claro que el Fondo no es la solución sino parte del problema. ¿Cuál fue el aporte del FMI a ordenar la salida de la Convertibilidad? Ninguno. Y paradójicamente, si hubo un factor de poder que presionó en el último año por la devaluación hay que buscarlo en el Fondo. Durante la Convertibilidad, el Gobierno no cancelaba capital de la deuda, sino que lo refinanciaba con nuevos préstamos. Pese a que había más de 30.000 millones de reservas, el Fondo sólo exigía el superávit primario para abonar los intereses, que aun así se llevaban 1 de cada 4 pesos del Presupuesto. Durante este año, en plena crisis de financiamiento, el Fondo se cobró no sólo intereses sino también capital, erosionando las reservasy elevando la incertidumbre sobre el “dólar defendible”. Para colmo, mientras Koehler envía el mensaje inequívoco de que no habrá acuerdo, Krueger advierte que el Gobierno debe seguir pagando. Siempre existe un límite.

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