La recuperación del empleo formal fue uno de los principales ejes del crecimiento posconvertibilidad. Pero el impulso en la actividad económica por sí solo no es suficiente para mejorar la distribución del ingreso y revertir el regresivo patrón instalado a partir de 1976. Esa es la conclusión a la que, en el congreso de AEDA, arribaron la subsecretaria de Estudios Laborales del Ministerio de Trabajo, Marta Novick, el investigador de Flacso Eduardo Basualdo y el economista de PNUD Daniel Kostzer. Los tres enfatizaron la necesidad de profundizar las políticas de empleo activas en un escenario de desaceleración económica como principal herramienta de inclusión social.

Novick analizó el impacto de la crisis internacional en el mercado de trabajo local. Comparó los recientes datos del Indec que reflejan un incremento interanual en la tasa de desempleo del 10 por ciento en el segundo trimestre (de 8,0 a 8,8 por ciento) con la situación en España, donde subió un 71,6 por ciento, o en Chile donde el incremento fue del 27,2 por ciento. Novick señaló que existe una caída en la tasa de entrada al mercado de trabajo y una salida hacia el empleo no registrado, además resaltó que “la tasa de despidos no aumentó por las políticas laborales, como los procedimientos preventivos de crisis y el Repro”. En el actual escenario de desaceleración y crisis global, Novick se preguntó si “¿El modelo de inclusión social por el empleo está agotado?”. Si bien advirtieron su debilitamiento, los expositores remarcaron la relevancia de conservar ese camino. “El empleo de calidad tiene que seguir siendo la principal estrategia de inclusión”, apuntó la funcionaria y planteó la necesidad de recuperar las políticas industriales y tecnológicas y realizar un mayor esfuerzo en infraestructura social. El moderador de la conferencia, Abraham Gak, enfatizó la importancia de este último punto, ya que “sin mejorar la educación y la salud difícilmente mejore la distribución del ingreso”.

Por su parte, Kostzer advirtió que “con el crecimiento solo no alcanza, si no se lo acompaña con medidas impositivas que graven los segmentos más altos de la sociedad”. Para eso propuso redireccionar el gasto público hacia actividades más generadoras de empleo y que el Estado funcione como empleador de última instancia. Este economista señaló que los mayores efectos en la reducción de la pobreza fue el incremento en los salarios nominales, pero apuntó que a partir de 2006 la política económica favoreció más a la clase media alta. Finalmente, Basualdo lamentó la falta de reformas estructurales: “Estamos creciendo sobre la matriz de la dictadura”. Para concluir que “existe intervención estatal porque se asumen los desastres económicos de sectores oligopólicos, pero no son acciones de construcción sino meramente defensivas”.