Entre los pedidos que el ministro de Economía, Amado Boudou, solicitó al flamante titular de la Comisión Nacional de Valores (CNV), Alejandro Vanoli, se destaca la intención de llevar al mercado bursátil al alcance de pequeños y medianos ahorristas. La estrategia apunta, por el lado de la oferta, a generar instrumentos que puedan tentar a los inversores a dejar de lado el dólar como reserva de valor. Desde la demanda, se prevé comenzar un proceso de difusión y capacitación, sumado a una mayor regulación, para evitar que los consumidores sean estafados. “La intención es transformar un mercado chico para pocos en una herramienta de financiamiento para medianas empresas de capital nacional”, explicó a este diario el titular de la CNV.

–¿Cuál es la tarea ahora?

–La inmensa mayoría de los argentinos con capacidad de ahorro desconoce lo que es la Comisión Nacional de Valores y no conoce los instrumentos financieros, como una acción o un bono. Se trata de tres cuartas partes del primer decil más rico, el cual tiene un profundo desconocimiento financiero. Eso es lo fundamental y requiere de una campaña de educación financiera en el público.

–Pero esto no es Estados Unidos donde los jubilados siguen la cotización de los activos bursátiles, más bien siguen la evolución del dólar.

–Sería importante que la Argentina tenga un mayor desarrollo financiero. No el exceso y la deformación por la mala regulación. En el país hay subdesarrollo financiero, tanto en la esfera bancaria como en la no bancaria. Obviamente el tamaño del financiamiento es muy chico, a pesar de que en estos años hubo procesos de crecimiento, con financiamiento cualitativamente mejor para pymes, que comenzaron a ser sujeto de crédito en el mercado bursátil.

–¿Qué rol podría ocupar el mercado?

–Es necesario que haya un desarrollo del mercado de capitales como un tercer pilar. Un primer pilar es el sistema bancario tradicional, que tiene dificultades para proveer financiamiento de mediano y largo plazo. Si hay un banco que provee crédito para el consumo, difícilmente lo haga para el mediano y largo plazo para empresas. Un segundo pilar es un banco de desarrollo. La tercera pata es que haya un mercado de capitales.

–Usted habló de un mercado nacional y popular.

–Hay dos partes. Por el lado de la oferta no veo que haya posibilidades de desarrollar el mercado de capitales con empresas transnacionales, porque estas últimas van a trabajar con sus países de origen. Hubo un intento en los ’90, donde había libertad en los movimientos de capitales y convertibilidad, todo lo que en el pensamiento más conservador se define como pro-mercado. Sin embargo, cayó. Porque con una economía subdesarrollada y extranjerizada no se puede desarrollar un mercado de capitales. El futuro, desde el punto de vista de la oferta, son las empresas medianas de capital nacional, que tienen una escala. No descarto a las pymes, con ayuda de las sociedades de garantías recíprocas. Lo nacional es por esas empresas.

–¿Y lo popular?

–Por el lado de la demanda, se terminaron las AFJP, que nunca fueron un instrumento de financiamiento. Está la Anses para algunas líneas de financiamiento productivo. Sin embargo, la manera de que el mercado adquiera un carácter popular tiene que ver con la capacidad que se tenga de generar interés por instrumentos financieros por parte de los sectores medio altos, medios y populares. Básicamente hoy el ahorro de los argentinos está en moneda extranjera.

–¿Cómo se puede lograr eso?

–Por un lado no se conoce y por otro hay mucha desconfianza. Me parece que hay que lograr un cambio en la cultura del ahorro de los minoristas, que compran dólares o propiedades o colocan dinero en plazos fijos cortos. Lo primero, antes de pensar en la oferta, es acercar a la gente. Desarrollar campañas educativas que muestren qué es lo financiero en toda su dimensión. Para que sepan cómo administrar su ahorros según el riesgo deseado de cada uno y también para prevenirlos de fraudes. Los estafadores no discriminan entre grandes y chicos.