ECONOMíA
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La imparable marcha de los dólares al exterior
Un informe revela que, pese a la vigencia de controles, no se detuvo este año la salida de divisas. Ahora los argentinos “prestan” en el extranjero.
› Por Claudio Scaletta
Los mayores controles cambiarios impulsados por Roberto Lavagna no lograron frenar la salida de capitales. Durante los primeros 10 meses de 2002, en medio de una de las peores crisis de su historia, salieron de la Argentina 19.300 millones de dólares. Esto es, el total de los 13.800 millones del superávit comercial más 5500 millones de las reservas del Banco Central. Sin embargo, el dato más significativo surge del análisis de la aplicación de estas divisas. Mientras en el país explotaban los índices de pobreza e indigencia, el sector privado no financiero, constituido por el grueso del sector exportador y las privatizadas, no sólo sacó del país 12.100 millones, sino que alrededor de dos tercios de esta fuga, 9400 millones, asumió la forma de créditos. En otras palabras, mientras el sector público estaba en default parcial, el privado se convirtió en acreedor del exterior.
Una nueva investigación del Instituto de Estudios Fiscales y Económicos (IEFE) sobre las cuentas argentinas con el exterior, el balance de pagos, mostró no sólo la ya conocida, persistente y fenomenal salida de capitales, sino que precisó también un aspecto menos abordado: cómo salieron los dólares y en qué fueron aplicados.
Del análisis de los números oficiales provistos por el Indec surge que en el período enero-octubre de 2002 ingresaron al país 16.100 millones de dólares. Sin embargo, también salieron 21.630 millones y la diferencia fue cubierta con reservas del Banco Central. Los dos principales rubros de salida fueron las transacciones financieras del sector privado no financiero, 12.100 millones, y el déficit por intereses, 5.800 millones (ver cuadro).
La investigación dirigida por el economista Guillermo Bellingi analizó el destino de los 12.100 millones girados afuera. La existencia de un considerable endeudamiento externo privado, integrado en su mayoría por exportadores y privatizadas, podría constituir un indicativo de que la salida se haya destinado principalmente al pago de capital e intereses. Pero no fue así. Para el pago de deudas con bancos, obligaciones negociables, deudas con proveedores y atrasos se destinaron “solo” 2.772 millones. El grueso de la fuga, exactamente 9.376 millones de dólares, salió como alguna forma de préstamo al resto del mundo.
Las cuatro destinos principales fueron depósitos en el exterior, compra de dólares billete, compra de otros activos con devengamiento de renta y, un dato que también resulta llamativo, “créditos de los exportadores a sus clientes extranjeros”.
Dadas las restricciones impuestas para sacar divisas del país, tanto mediante transferencia de fondos como en billetes físicos, el monto de los depósitos de argentinos en el exterior se ha visto contraído respecto de otras épocas de crisis. Además los problemas por los que atraviesa Uruguay, tradicional plaza de destino en el pasado, también acotaron los montos fugados. No obstante, el IEFE estimó que alrededor de 3650 millones de dólares se fueron por esta vía. Según el informe, uno de los caminos probables (directo o indirecto) para esta salida fue el régimen de privilegio para la liquidación de divisas del que gozan las petroleras y mineras.
El último concepto es el de los créditos comerciales. El IEFE estimó estos créditos en al menos 2800 millones de dólares. Se trata fundamentalmente de los créditos otorgados por las firmas exportadoras a sus clientes. En este punto se destaca un cambio de conducta. Si se analizan los números de los últimos años, este tipo de financiamiento fue inferior a los 300 millones por trimestre, mientras que en 2002 ya se está cerca de triplicar este promedio histórico.
Una de las explicaciones posibles es lo que el IEFE llama “fuerte desincentivo a cobrar a los clientes del exterior”, dado que si los dólares se trajeran al país deberían haberse liquidado al tipo de cambio del día. Por ello, si el cliente externo resultaba confiable –por ejemplosi era la propia casa matriz o una empresa vinculada– resultaba preferible no cobrar a la espera de una potencial suba de la divisa. Hoy esta movida especulativa podría revertirse. La estabilización del tipo de cambio podría significar una mayor liquidación de exportaciones.
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