“La política monetaria es parte del núcleo duro del pensamiento más ortodoxo. Este Banco Central piensa la economía argentina, los desafíos que hay en materia de estabilidad y los problemas en materia de precios internos a partir de la actividad real”, explica Mercedes Marcó del Pont. En un espacio dominado por las ideas monetaristas y neoliberales, la economista buscó instalar un nuevo discurso económico. Así, los expositores y los temas de discusión de las Jornadas Monetarias realizadas el año pasado marcaron un quiebre con respecto a la tradición del BCRA desde 1982, cuando comenzó a realizarse ese evento. Los habituales invitados del establishment financiero internacional fueron reemplazados por exponentes de distintas visiones heterodoxas de la economía. La independencia de las bancas centrales, la distribución del ingreso y el empleo pasaron a tener un papel relevante en esos convites. El movimiento más fuerte fue la presentación de la reforma de la Carta Orgánica que presentó el diputado del Frente para la Victoria Héctor Recalde y que tiene a Marcó del Pont como autora ideológica. La iniciativa que espera recibir tratamiento legislativo este año, amplía las metas del BCRA: además del control de la inflación, se suma el crecimiento económico y la creación de empleo. A diferencia de los lineamientos instalados en la convertibilidad, la propuesta explicita la necesidad de coordinación para la formulación de la política monetaria, crediticia, cambiaria y financiera entre el Banco Central y el Poder Ejecutivo.

–En marzo de 2010, usted sostuvo que “el Banco Central era un Vaticano dentro de la Argentina”. ¿Ya dejó de serlo?

–Sí. Los ataques que reciben las políticas que implementa el Banco Central en consonancia con el resto de las políticas públicas evidencian la existencia de un cuestionamiento ideológico. Son concepciones distintas sobre la economía. Demostramos que, con un herramental limitado, es posible avanzar mucho en distintos frentes. Este año vamos a seguir avanzando en la bancarización y la mejora en los niveles de crédito. Tenemos una visión distinta de la de los banqueros centrales que me precedieron y gran parte de los economistas que nos critican. Me sigue llamando mucho la atención la capacidad que tienen los economistas ortodoxos para hacer afirmaciones sin justificarlas y sin explicitar cuáles son sus propuestas para atacar las responsabilidades que no cumple el Banco Central.

–¿Qué supone que quieren?

–Quieren que el Banco Central asuma el enfriamiento de la economía, los niveles de empleo, la apreciación del tipo de cambio. Cuando Alfonso Prat Gay (ex presidente del Banco Central y diputado por la Coalición Cívica) dice elocuentemente que “la economía es como la cerveza, cuanto más fría mejor” lo que propone es una política monetaria de enfriamiento. Este Banco Central piensa la economía argentina, los desafíos que hay en materia de estabilidad y los problemas en materia de precios internos a partir de la actividad real.

–¿Se avanzará en la reforma de la Carta Orgánica?

–Ojalá se pueda realizar. Está en cabeza de los legisladores. Es muy importante avanzar y discutir sobre el rol que tiene que perseguir el Banco Central. Hay que garantizar la estabilidad económica pero en un sentido amplio considerando los precios pero también el crecimiento y los niveles de empleo. Necesitamos ampliar las herramientas del Banco Central. La reacción que generó el Programa Monetario donde se plantean simplemente objetivos de expansión para una economía en desarrollo con bajos niveles de crédito y monetización nos da la pauta de lo inmadura que está la discusión. Tenemos que seguir el debate alrededor del rol de las bancas centrales. Qué papel juegan estas entidades en los países en desarrollo para implementar políticas que garanticen una estabilidad mirada desde una perspectiva integral, vinculada con los precios pero también con el sector externo, fiscal y la economía real.

–¿Qué perspectivas tiene para el 2011?

–El 2011 va a ser un año de consolidación del crecimiento y redistribución del ingreso a pesar de un mundo incierto y volátil. La base del crecimiento continuará siendo el mercado interno. Este es un modelo económico que echó raíz y tiene fuentes propias de sustentabilidad. Esas fuentes necesitan ser retroalimentadas con la preservación de los equilibrios macroeconómicos y el incremento de la inversión privada y pública. Tenemos que reivindicar el espacio de política económica que ha recuperado Argentina. Hay que aprovechar los buenos términos de intercambio para seguir desprimarizando y diversificando la economía para que cuando cambie el signo de los precios internacionales no quedar sujetos a un shock externo.